¡VIVA LA REVISTA!

¡VIVA LA REVISTA!

jueves, 27 de diciembre de 2007

¡¡¡AVISO IMPORTANTE!!! ¡¡¡QUEDAN 20 DÍAS!!!


Amigos de la revista. Quedan tan sólo 20 días para que salga a la luz el libro YOLA. Historia del primer "boom" teatral de la posguerra realizado por el profesor especialista en teatro Juan José Montijano Ruiz.

A todos aquellos que queráis reservar un ejemplar hacedlo escribiendo al correo montijanoruiz@yahoo.es ya que ÚNICA y EXCLUSIVAMENTE el libro se venderá en librerías especializadas de teatro y a través de esta página. El precio por el que sale a la venta es de 20 euros y os aseguro que os encantará conocer cómo fue la primera puesta en escena de esta deliciosa "zarzuela cómica moderna" que fue YOLA amén de múltiples datos curiosos relacionados con la misma y con su intérprete, la mítica Celia Gámez.

¡¡¡Quedan 20 únicos días!!! ¡¡¡Reservad ya vuestro ejemplar!!!

martes, 25 de diciembre de 2007

La comedia musical española (X)


Programa nº 8: Ana María, "sainete musical" con libreto original de José Muñoz Román y música del maestro José Padilla.


Emisión: Martes 26 de noviembre de 1985 a las 21,35 hs. por TVE-1.


Duración: 95 minutos. Color.


Intérpretes: Esperanza Roy, José Bódalo, Luis Varela, María Isbert, Antonio Medina, Rosa Valenty, Ángel de Andrés.


Argumento: Don Nicomedes, padre de Ana María, y su sobrino Gundito, tienen un sueño idéntico en el que son millonarios. Al contarse este sueño, Gundito recuerda que anotaba todo en su diario, el cual aparece en una chaqueta. A partir de ahí sabrán todo lo que va a acontecerles al detalle. Cómo se harán millonarios, qué enredos amorosos tendrán y una serie de asesinatos... o quizás ¿es todo un sueño de ricos?...


Números musicales: "Luna de Marianao", "Secretaria bonita", "Hay que buscar una mamá", "Déjame soñar", "¡Ay, chico!", "Farolillo verbenero" (de la revista La chacha, Rodríguez y su padre) "Fantasía de París", "...y no te olvides nunca de Ana María", "Isleña de las Azores", "Apoteosis".


Lo mejor: El maravilloso argumento ideado por Muñoz Román y la puesta en escena de todos sus intérpretes. Sencillamente deliciosa en todos los aspectos.


Lo peor: La inclusión del "Farolillo verbenero".

La comedia musical española (IX)


Programa nº 7: La cuarta de A. Polo, con libreto original de Carlos Llopis y música del maestro Manuel Parada.


Emisión: Martes19 de noviembre de 1985 a las 21,35 hs. por TVE-1.


Duración: 90 minutos. Color.


Intérpretes: Massiel, Pedro Civera, Pastor Serrador, Luis Varela, Queta Claver, Rafael Castejón, Azucena Hernández, Adriana Vega, María Rey.


Argumento: Arturo Polo, marqués de Poliñé, joven aristócrata, decide incorporarse a la legión en busca de nuevas sensaciones. Allí es hecho prisionero por una tribu mora y es obligado por la reina a casarse con sus tres hijas. Logrará escapar a Francia donde se casará con su prometida Leonor. Durante la moche de bodas aparecerán de improviso sus tres anteriores esposas...


Números musicales: "Marcha de la Legión", "El fiero Alkaparra", "¡Por fin me caso!", "Adiós a la vida", "Lo de menos es la frase", "Cuevas del Drach", "Boggie-bogie", "El viaje de novios", "Esa luna de don Juan enamorada", "Chopin en Valldemosa", "Apoteosis".


Lo mejor: La intervención de Queta Claver, Luis Varela, Pedro Civera, Pastor Serrador y Rafael Castejón. Destaca especialmente el número "¡Por fin me caso!"


Lo peor: La intervención de Massiel. Sobreactúa.


La comedia musical española (VIII)


Programa nº 6: ¡Cinco minutos nada menos!, "opereta cómica" con libreto original de José Muñoz Román y música del maestro Jacinto Guerrero.


Emisión: Martes 12 de noviembre de 1985 a las 21,35 hs. por TVE-1.


Duración: 100 minutos. Color.


Intérpretes: Concha Velasco, Pedro Osinaga, José Sazatornil, Luis Varela, Margot Cottens, María Isbert, Alfonso del Real, Lía Uyá, Quique Camoiras, Loreta Tovar.


Argumento: María Rosa, secretaria de la revista "La verdad desnuda", en vísperas de la llegada de una amiga de América, a la cual había estado escribiendo contándole mil y una fábulas sobre su vida, pide a su jefe, don Justo, hombre amante de la verdad a toda costa, que actúe junto a ella para dar así versosimilitud a sus mentiras cuando llegue su amiga. Le promete que serán cinco minutos nada más... pero, en realidad, serán cinco minutos nada menos...


Números musicales: "Dígame", "Una mirada de mujer", "Sueños de mujer", "California", "Mujer, mujer", "El rigodón", "La polca", "Si quieres ser feliz con las mujeres", "Eugenia de Montijo", "¡Cinco minutos nada menos!", "Apoteosis".


Lo mejor: Todo, absolutamente todo. Se trata de una puesta en escena maravillosa con un reparto de lujo que nos transporta al año 44, fecha de su estren original. ¡Genial Saza y Quique Camoiras! Concha está impresionante y los números musicales son fabulosos. ¡Ojo al "Si quieres ser feliz con las mujeres"! Cantan todos.


Lo peor: El apoteosis. Se echa de menos a todos los protagonistas.

La comedia musical española (VII)


Programa nº 5: ¡Róbame esta noche!, "comedia musical" con libreto original de Antonio y Manuel Paso con música de los maestros Francisco Alono y Daniel Montorio.


Emisión: Martes 05 de noviembre de 1985 a las 21,35 hs. por TVE-1.
Duración: 100 minutos.


Intérpretes: María José Cantudo, Emilio José, Mónica Cano, Manolo de Vega, Pastor Serrador, María Mendiola, Pilar Bardem, Pedro Valentín, Rubén Cano, Francisco Racionero.


Argumento: Emérita, joven y rica sudamericana, emprende viaja a España para así cumplir un sueño: casarse con un bandolero que previamente la haya raptado. Alexis, enamorado de ella sin que ésta lo sepa, en colaboración con el padre de Emérita, don Jacobo, trazan un plan: viajar ellos también a España y allí contratar a un grupo de gente para que se hagan pasar por bandoleros y finjan raptar a Emérita. Alexis formará parte de la banda intentando así que Emérita se enamore de él.


Números musicales: "Bandolero, bandolero", "Amanecer en la pradera", "La sandunga", "Los olivaritos", "Tus ojos", "La alegre pandereta", "¡A mí qué me cuenta usted!", "¡¡Ladrón!!", "Caminito del cielo", "La samba", "Nacieron las bulerías", "Yo no he dicho ná", "Sueño con tu cara".


Lo mejor: El divertido argumento y el apoteosis con los protagonistas bailando la samba.


Lo peor: El abuso de la infografía cuando los protagonistas se encuentran en Granada.

La comedia musical española (VI)


Programa nº 4: Luna de miel en El Cairo, "opereta cómica" con libreto original de José Muñoz Román y música del maestro Francisco Alonso.


Emisión: Martes 29 de octubre de 1985 a las 21,35 hs. por TVE-1.


Duración: 100 minutos.


Intérpretes: Teresa Rabal, Manolo Otero, Tomás Zori, Fernando Santos, José Bódalo, María Mendiola, Juan Carlos Naya, Mayrata O´Wisedo, Ángel de Andrés, Margot Cottens.


Argumento: En un barco con destino El Cairo viaja una compañía de revistas. Myrna Mendes y su novio actúan en la compañía con nombres falsos, ya que ella huye de su padre, el General mexicano Ponciano Mendes. Todos creen que también viaja de incógnito una princesa que es sin embargo la joven Marta, enamorada del compositor de la compañía Eduardo. Myrna se ofrece a suplantar a la supuesta princesa, ya que ésta es buscada por el Emperador de Limburgo, su padre. Marta, a su vez, tomará la personalidad de Myrna. A la llegada a Alejandría, Marta es obligada a casartse con Eduardo, al cual también han suplantado la personalidad sin saberlo éste, por la del novio de Myrna, Rufi. Por orden telegráfica del General Ponciano Mendes al Mudir de El Cairo, pasarán su luna de miel alí...


Números musicales: "Ven que te espero en El Cairo", "Una princesita", "Ven compositor", "Jazz band", "Amores primeros", "Embustero", "En la noche azul", "Tomar la vida en serio", "Tierra tapatía", "Noches de El Cairo", "Apoteosis".


Lo mejor: María Mendiola y Juan Carlos Naya entonando la marchiña "Tomar la vida en serio"; José Bódalo cantando "Embustero" junto a Teresa Rabal y, en general, todos los secundarios que están maravillosos. ¡Genial, sin duda la pareja Zori y Santos!


Lo peor: El abuso de las técnicas infográficas y el apoteosis donde Manolo Otero apenas baila ni se esfuerza en hacerlo con ese traje rojo de capitan con una gorra que le tapa media cara.

lunes, 24 de diciembre de 2007

La comedia musical española (V)


Programa nº 3: La estrella de Egipto, "techinicolor" con libreto original de Adrián Ortega y música del maestro Fernando Moraleda.


Fecha de emisión original: Martes a las 21,35 hs. por TVE-1 el día 22 de octubre, 1985.


Duración: 90 minutos.


Intérpretes: Esperanza Roy, Manolo Gallardo, Ángel de Andrés, Valeriano Andrés, Francisco Racionero, José Mª Pou, Francisco Cecilio, María Key, Luis Barbero, Blaki.


Argumento: Amara del Río, estrella de cine, deja plantados a mitad del rodaje de su última película al director y al productor. Estos deberán encontrar urgentemente una sustituta, hallándola en una provinciana idéntica a Amara; pero una vez reanudado el rodaje con la sustituta, Amara del Río regresa...


Números musicales: "Salutación al sol", "Semíramis", "La wamp", "Los atógrafos", "Ésta es nuestra estrella", "Dúo", "El beso", "Fantasía de Marilyn", "La amnesia", "Mentira", "La estrella de Egipto", "Manoletín" (de Gran Revista), "Copacabana" (de Gran Revista).


Momentos inolvidables: Cuando Esperanza canta el bolero "Semíramis" o el pasodoble de "El beso" haciéndonos recordar a cómo Celia Gámez pudo cantarlos la noche de su estreno.


Lo peor: La inclusión de los dos números de Gran Revista en el apoteosis. Están de más.

La comedia musical española (IV)


Programa nº 2: Las leandras, "pasatiempo cómico-lírico" con libreto original de José Muñoz Román y Emilio González del Castillo y partitura del maestro Francisco Alonso.


Emisión original: Martes por TVE-1 a las 21,35 hs., 15 de octubre, 1985.


Duración: 110 minutos.


Intérpretes: Paloma San Basilio, María Mendiola, María Garralón, Tomás Zori, Fernando Santos, Quique Camoiras, Pedro Civera, Queta Claver, Pastor Serrador, Silvia Marsó, Luis Varela.


Argumento: Concha quiere ser artista y, para ello, se ha escapado del Instituto Católico de la Mujer. Tiene un novio, Leandro, muy celoso. La llegada de una carta del tío de Concha, Francisco, advirtiéndole de su llegada va a causarle a la chica más de un problema; sobre todo porque si aquél se entera de la fuga del colegio, dejará de hacerle un importante ingreso. Para intentar solucionar el problema, Leandro propone convertir el pequeño chalecito que tenía alquilado a mujeres de vida alegre en un colegio: Las leandras. Claro que el enredo comienza con la llegada de alumnas de verdad y de antiguos clientes del local de alterne...


Números musicales: "Los cadetes de Gascuña" (de la revista Las tocas), "A dar lección", "Pichi", "Las viudas", "Clara Bow, fiel a la Marina", "Blues-Charles", "La verbena de San Antonio", "Ahora es casarse", "Dadme, por favor, mi traje mejor", "Los nardos", "La bayadera de Jamalpur" (de la revista Las tocas), "Cásate y verás" (de la revista Las tocas), "Apoteosis".


Momentos inolvidables: Toda la revista en sí rezuma un aire de distinción y clasicismo maravilloso y encantador que nos evoca cómo pudo ser el grandioso estreno de esta celebérrima revista de revistas. Sus intérpretes están geniales en todos los sentidos y los números musicales son popularísimos y es imposible no resistirse a tararearlos.


Lo peor: El apoteosis final. En una revista clásica como ésta debiera haberse filmado un mejor y más grandioso apoteosis; especialmene deleznable los pocos planos de secundarios como Camoiras, Zori y Santos, Civera, Serrador y la gran Queta Claver.

La comedia musical española (III)


Programa nº 1: El águila de fuego, "fantasía musical de gran espectáculo" con libreto original de Arturo Rigel, Francisco Ramos de Castro y Francis López.


Emisión original: Martes, 21,35 hs. ,8 de octubre, 1985. TVE-1.


Duración: 100 ´.


Intérpretes: Concha Velasco (Celinda), Pedro Osinaga (Javier), Francisco Valladares (Claudio), Ángel de Andrés (Pío), Rosa Valenty (Lidia), Francisco Cecilio (Arturo), Eduardo Fajardo (Yacub) y Mayrata O´Wisedo (Dunia, Condesa de la Grimpola).


Argumento: Celinda, mujer de día y, a causa de los celos del primer Conde Polenti, águila de fuego al anochecer, no recobrará su forma completa de mujer hasta que el heredero actual de aquel primer Conde Polenti le entregue su amor, liberándola así de su forma de águila.


Números musicales: "El cazar es un gran placer", "¡Pim, pam, pum!", "Dueto", "El águila de fuego", "Vivir, vivir, vivir", "Las vespas", "Todas son iguales", "Desde que se ha ido esa mujer", "Brindis", "Seré feliz", "A servir la mesa", "Todo va bien", "Chachachá de la risa", "Capri", "Dolce bambina", "¡Viva Madrid!", "Al volverte a encontrar", "¡Viva la vida!".


Momento recomendado: El baile de los pájaros místicos en la cueva de Celinda y la aparición del águila de fuego cantando su bolero. ¡Inmejorable! Destaca además el chotis "Seré feliz" y el baiao de "Las vespas" por su clasicismo, vitalidad y energía. Maravillosa la serenata "Capri".


Momento que nunca hubiera debido realizarse: El ataque del águila de fuego a Claudio Polenti. ¡Horrorosa la maqueta y muy mal planteada! Hubiera quedado mejor plantear el ataque solamente. Regular el apoteosis por la estrechez del decorado.

La comedia musical española (II)


Todavía resuenan en mis oídos aquellos fantásticos y pegadizos compases del maestro García Segura. La pantalla se llenaba de luces, colores, encajes, lentejuelas y todo un nutrido cuerpo de baile que, escoltando a la vedette principal del espectáculo solían cantar:

"Cómicas farsas amables,

títulos inolvidables,

fábulas de la ilusión.

¡Vuelven hoy

aquí con la revista!

Magia, luz y colores,

títulos evocadores,

mientras suena la canción

para soñar

igual que ayer..."

Ellas, vestidas con un inmenso plumaje blanco. Ellos, cómo no, de esmoquin. La vedette, al final de las escaleras, de negro, por supuesto, a excepción de Teresa Rabal que lo hizo con un traje rosa y oro. ¡Qué recuerdos nos traen aquellas viejas revistas con su chirriante color, sus escenarios infográficos y sus maravillosos actores! Desde Muñoz Román y González del Castillo pasando por Francisco Ramos de Castro y Arturo Rigel, Paradas y Jiménez o Adrián Ortega y Carlos Somonte, alias Luis Escobar y maestros de la talla de Francisco Alonso, Guerero, Francis López, Padilla, Moraleda o Manuel Parada. No fue descertada, no, la elección que realizó Fernando García de la Vega para su serie "La comedia musical española". Escogió algunas de las revistas más importantes de la historia auqnue, a nuestro juicio y, bien es cierto que nunca llueve a gusto de todos, la serie debió incluir títulos como Yola, La blanca doble, 24 horas mintiendo, Vacaciones forzosas, Si Fausto fuera Faustina, Doña Mariquita de mi corazón, La chacha, Rodríguez y su padre, ¡A vivir del cuento! o S. E. la embajadora y haber contado incluso con la mismísima Celia Gámez entre sus estrellas invitadas. Diez años más tarde, José Luis Mloreno repondría alguna de estas revistas. Pero ya no eran lo mismo.

Para que el espectador y lector avezados recuerden, damos a continuación la lista de revistas que llevó a cabo Fernando García de la Vega amén de su fecha original de emisión:

0. Programa de presentación (1 de octubre, 1985)

1. El águila de fuego (8 de octubre, 1985)

2. Las leandras (15 de octubre, 1985)

3. La estrella de Egipto (22 de octubre, 1985)

4. Luna de miel en El Cairo (29 de octubre, 1985)

5. ¡Róbame esta noche! (5 de noviembre, 1985)

6. ¡Cinco minutos nada menos! (12 de noviembre, 1985)

7. La cuarta de A. Polo (19 de noviembre, 1985)

8. Ana María (26 de noviembre, 1985)

9. La Cenicienta del Palace (3 de diciembre, 1985)

10. Las de Villadiego (10 de diciembre, 1985)

11. La hechicera en palacio (17 de diciembre, 1985)

12. El sobre verde (24 de diciembre, 1985)

Posteriormente, la serie volvería a ser repuesta en horario de tarde un año más tarde y a través de la segunda cadena de TVE y, hace unos años en el Canal Nostalgia también de TVE.

Lo que sí es cierto es que esperamos prontamente la edición de esta magnífica serie de revistas en DVD tal y como había sido anunciada por su productora en un período no muy largo de tiempo.


domingo, 23 de diciembre de 2007

La comedia musical española (I)


En 1985, el veterano realizador de TVE, Fernando García de la Vega dirigió una serie dedicada al mundo de la revista bajo el título del presente artículo, esto es, "La comedia musical española". Para ello, puso en pantalla una serie de 12 programas más uno de presentación en donde intentaba haacer un repaso a algunas de las mejores revistas que la vedette Celia Gámez pusiera en los escenarios españoles en sus más de cincuenta años de trabajo a la par que incluía otras tantas de célebre fama.

La serie en cuestión contó con la direción musical del maestro Gregorio García Segura; la coreografía de Alberto Portillo; José Miguel Ligero, figurinista; Julián Pérez Muñoz, decorador; Manuel Fernández, iluminador; Ángel Muñiz, productor y editores, M. Maldonado, F. Guerra y J. A. Vílchez.

La primera emisión se produjo la noche de los martes por TVE-1 desde el 1 de octubre de 1985 hasta el 24 de diciembre de mencionado año, siempre a las 21,35 hs. La duración de las revistas fue aproximadamente entre hora y media y dos horas y, gracias a Fernando García de la Vega, se reunió para esta serie de programas a lo más granado del panorama escénico español de la época: Zori, Santos, Ángel de Andrés, Licia Calderón, Alfonso del Real, José Sazatornil, Pedro Valentín, Luis Varela, Pedro Civera, Francisco Cecilio, Paco Valladares, Pedro Osinaga, Rosa Valenty, Eduardo Fajardo, Mayrata O´Wisedo, Quique Camoiras, Queta Claver, Pastor Serrador, Silvia Marsó, María Garralón, María Mendioa, Manolo Gallardo, José Mª Pou, Valeriano Andrés, Francisco Racionero, María Key, Luis Barbero, Blaki, Manolo Otero, Juan Carlos Naya, Margot Cottens, José Bódalo, Emilio José Mónica Cano, Pilar Bardem, Rubéns García, Lía Uyá, María Isbert, Rafael Castejón, Azucena Hernández, Antonio Medina, Víctor Valverde, Luis Escobar, Helga Liné, María Barranco, Paula Sebastian, Adriana Ozores, Irene Daina, Carmen Platero, Guilermo Montesinos, Jeny Llada, Luis Lázaro...

Cada una de las revistas estuvo protagonizada por una actriz diferente: Concha Velasco (El águila de fuego, La hechicera en palacio, ¡Cinco minutos nada menos!), Teresa Rabal (Luna de miel en El Cairo), Esperanza Roy (La estrella de Egipto, Ana María), Paloma San Basilio (Las leandras, La Cenicienta del Palace), Mª José Cantudo (Las de Villadiego, ¡Róbame esta noche!), Massiel (La cuarta de A. Polo) y todas juntas aparecieron en la última revista de la serie, El sobre verde.

Este programa de García de la Vega se encuentra entre lo más destacado que TVE ha dedicado al género revisteril y que, en posteriores artículos iremos desgranando. Los aficionados al género la consideran una auténtica joya, ya no solamente por las revistas en sí, sino, además, por los actores que las interpretaron, muy lejos de las que José Luis Moreno produjo en 1995 también para TVE-1.

"La comedia musical española" tuvo el aliciente de presentarnos a verdaderas vicetiples, vedettes, cómicos y galanes de revista: Concha Velasco, Irene Daina, Queta Claver, Mª José Cantudo, Esperanza Roy, Tomás Zorí, Fernando Santos, Ángel de Andrés, Quique Camoiras, Lía Uyá, Paco Valladares, Pedro Osinaga...
Repasaremos en próximos artículos cada una de las revistas así como sus números musicales e intérpretes; en cualquier caso, si alguno de los lectores está interesado en obtener esta preciada serie de programas, pónganse en contacto conmigo en la siguiente dirección: montijanoruiz@yahoo.es

sábado, 22 de diciembre de 2007

Celia Gámez, la reina de la revista (y XXV)


En 1970, ya con sesenta y cinco años, Celia interviene en el espectáculo Fiesta, celebrado en el madrileño Teatro Calderón compartiendo cartel con Rosario y Rocío Jurado. Posteriormente, en 1972 vuelve a realizar una colaboración especial para la revista de Manuel Baz con música de Fernando Gª Morcillo, El último de Filipinas, compartiendo cartel con los inolvidables Zorí y Santos. Después Celia se marcha a Buenos Aires y no sería hasta 1984 cuando interviniera ante el público, su público, por última vez. Fue en el Teatro de La Latina en el espectáculo Nostalgia junto a Sara Montiel y Olga Guillot donde recibió un sentido y nunca olvidado homenaje por parte de tres de sus vicetiples: Concha Velasco, Lina Morgan y Esperanza Roy. Juntas “atacaron” con la “Estudiantina portuguesa” evocando en Celia maravillosos recuerdos del pasado.
A mediados de los ochenta, pues, Celia vendió sus memorias a una conocida revista del corazón, fue entrevistada por Pablo Lizcano en el programa de TVE “Autorretrato” o por Terenci Moix en “Más estrellas que en el cielo” y recibió otro nuevo y multitudinario homenaje cuando se celebraron las mil representaciones de Por la calle de Alcalá, exitosísima revista de Arteche y Fernández Montesinos que hacía un repaso por los grandes éxitos del género frívolo.
Celia se marchó entonces definitivamente a su querido Buenos Aires natal para siempre hasta que el jueves 10 de diciembre de 1992 los informativos y periódicos dieran la terrible noticia: Celia Gámez, la que otrora fuera reina de la revista había fallecido víctima de un paro cardíaco. Sufría desde hacía tiempo del mal de Alzheimer y tenía, por entonces, 87 años. Con ella su luz se apagó junto a la total desaparición del género que tanto amó.
En un homenaje tributado a Celia en 1993 al celebrarse el aniversario de su fallecimiento, Arturo Rigel, uno de sus grandes amigos la definió así: “Era una mujer con un extraordinario corazón, inmenso. Le gustaba jugar y negaba que perdía, sobre todo a la ruleta, porque jugaba muy mal. Haciendo La hechicera en julio, hizo que la contrataran en el casino de Estoril para cantar la “Estudiantina”. No era nada diva, era lista, tenía una gran intuición y en el escenario era un monstruo”[1].
Celia Gámez Carrasco, aquella chiquilla porteña que deslumbró a todo un país había desaparecido, aunque, mientras sigan sonando sus melodías, ella permanecerá viva y nos seguirá haciendo creer que el sol de España siente celos de la luna cuando ésta sale de noche...

[1] Palabras expresadas por Arturo Rigel dentro de la Gran gala de la revista: Homenaje a Celia Gámez realizado en 1993. En él actuaron como maestras de ceremonia Concha Velasco, Nati Mistral y Concha Márquez Piquer amén de un buen número de amigos de Celia: Pedro Osinaga, Alfonso Goda, Maruja Boldoba, Licia Calderón, Lina Morgan, Pepe Cerro, Luis Cuenca, Margot Cottens, las hermanas Hurtado, Raúl Sénder, Ángel de Andrés, Paquito Cano, Quique Camoiras, Manolo Gallardo, entre otros. Se hizo un minucioso repaso por los números musicales más destacados del repertorio teatral estrenado por Celia a la par que se representaron fragmentos de Las castigadoras, Las leandras, Yola y La hechicera en palacio. El espectáculo fue dirigido por Jaime Azpilicueta y Ángel Fernández-Montesinos y retransmitido por Antena 3 Televisión. Fue repuesto un año más tarde, ya en 1994.

Celia Gámez, la reina de la revista (XXIV)


Así pues, en 1963 estrena en el Teatro de la Zarzuela la obra Buenos días amor, un fracaso muy sonado con el que llegó a perder nada menos que seis millones de pesetas de la época, por lo cual tuvo que pedir ayuda a doña Carmen Polo, esposa del Generalísimo, quien le gestionó un crédito en la Caja de Ahorros. Visto este fracaso, Celia decide reponer, nuevamente en la Zarzuela, El baile del Savoy y Yola, ya en 1964. Estas reposiciones continúan teniendo cierto éxito y nuestra estrella decide reponer, aunque en el Teatro Martín, una versión modernizada de Las leandras bajo el título de Mami, llévame al colegio. En ella contaba con la participación de Paquito Cano, el gran Rafael Cervera y Ángel de Andrés. Celia volvió nuevamente a dar una clase magistral de cómo había de cantarse el “Pichi” y “Los nardos”. Y el público lo supo agradecer emocionado recordando un “esplendoroso” y nostálgico pasado.
Ya en 1965 es nuevamente el Martín el coliseo que acoge el estreno de ¡Aquí, la verdad desnuda!, otra revisión modernizada de una exitosísima y popularísima revista estrenada años atrás en ese mismo escenario: ¡Cinco minutos nada menos! de José Muñoz Román y el maestro Jacinto Guerrero. Junto a ella, Diana Dayve, Ángel de Andrés, Pepe Bárcenas y Albeto Barco.
Al año siguiente, el 10 de abril de 1966, otra vez en el Martín, nuestra estrella estrena el “sainete de espectáculo en dos actos” A las diez en la cama estés, con libreto de Muñoz Román y música de los maestros Antonio G. Cabrera y Fernando Moraleda constituyéndose ésta como la última revista en la que Celia interviene como protagonista. Desde entonces se dedica a interpretar pequeños papeles en comedias como La miniviuda, de Juan José Alonso Millán o Es mejor en otoño, de Alfonso Paso, ambas estrenadas en la temporada 67-68 en el Teatro Marquina de Madrid.

Celia Gámez, la reina de la revista (XXIII)


Y Celia no les defraudó. En 1961, concretamente el 14 de diciembre y, en el escenario del Teatro Alcázar, “su teatro”, Celia representó ante el público madrileño la revista Colomba con libreto de José Mª de Arozamena y Luis Tejedor y música de los maestros Fernando Moraleda y Federico Moreno Torroba. Para entonces, Celia contaba con cincuenta y seis años y, todo el mundo que salía después de ver la obra comentaba: “¡Ay qué ver las piernas que sigue teniendo la Gámez a su edad...!”
Y es que el paso del tiempo no perdona. La obra, sí, fue un éxito nuevamente, pero algo estaba comenzando a fallar. Algunos músicos de envergadura como Alonso o Guerreo habían desaparecido; los libretistas ya no acusaban esa gracia con la que años atrás solían salpimentar sus obras y el público, por su parte, parecía acusar cierto cansancio ante el género; pero, aún así, Celia elevó la obra a una categoría a la que muchos espectáculos revisteriles de la época hubieron de sucumbir. Parecía que el género frívolo estaba comenzando a declinar a la par que el reinado de su máxima exponente.
En Colomba, sin embargo, destaca, por su garbo y por su gracia el formidable pasodoble “El perdón de las flores”, que el maestro Moraleda y ella, especialmente, dedicaron a Alfonso XIII y a su mujer. Años más tarde, ya en su declive y, en la década de los ochenta, Celia se emocionaría cantando dicho número ante la presencia de don Juan de Borbón en el espectáculo Nostalgia.La década de los sesenta viene marcada en la carrera de Celia por actuar en algunas cuantas reposiciones y por decantarse más hacia un género cómico que revisteril, género que, por su parte, estaba comenzando a declinar estrepitosamente

Celia Gámez, la reina de la revista (XXII)


Con esta obra permanecerá en cartel hasta el año 58, momento en el que estrena nuevamente la opereta de Rigel y José Mª Arozamena, S. E. La Embajadora, también musicada por Francis López y en donde cantaba al público “¿Me voy o no me voy?” mientras éste respondía ensimismado que no se fuera. Fue ésta una obra refinada y que volvió a calar hondamente entre el auditorio que, noche tras noche, acudía a presenciar a su ídolo.
1960 acogería el estreno de La estrella trae cola en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, una especie de antología con números musicales entresacados de las obras de Celia, constituyéndose, pues, en un homenaje a tan insigne artista. La “fantasía musical”, tal y como la llamaron sus autores, Antonio Quintero y Jesús Mª de Arozamena, contó con una espectacular y desbordante puesta en escena, tal y como solía ser habitual en los montajes de la vedette. Una serie de números musicales bien hilvanados sacados de La ronda de las brujas, El ceñidor de Diana, Las tentaciones, Las leandras, Las castigadoras, Las cariñosas, La hechicera en palacio, Hoy como ayer, Yola, El baile del Savoy, Si Fausto fuera Faustina, La Cenicienta del Palace, S.E. La Embajadora, El águila de fuego, Hoy como ayer y Vacaciones forzosas hicieron de éste, otro éxito más en la imparable carrera ascendente de nuestra estrella. Aunque, lo que parecía ser una despedida de los escenarios, no fue sino una forma más de corroborar que al público le seguía gustando la vedette y que demandaba más y más de ella.

Celia Gámez, la reina de la revista (XXI)


El éxito fue memorable y la obra se convirtió junto a Las leandras, Yola y La hechicera en palacio en las más importantes de la carrera de Celia. Las críticas resultaron unánimes y el público la vitoreaba y aplaudía sin un ápice de descanso.
La obra relataba cómo una mística águila de fuego atacaba al conde Polenti en una cacería. La leyenda que al principio de la obra narra el viejo Yacub, quien regenta un parador de alta montaña próximo a la casa de la noble familia, cuenta que uno de los antepasados de los Polenti, al regresar de una guerra, encontró a su esposa con una niña a la que, abandonada en el bosque, la mujer había recogido entre sus brazos. Creyendo a la niña ilegítima, el conde dio muerte a la condesa y a la criatura. Un hechizo maldito arrebató el cuerpo de la niña haciéndolo vivir en las montañas, como mujer durante el día y como águila de fuego durante la noche; desde entonces y, bajo la forma de animal ardiente, sólo ataca a los descendientes de la familia Polenti. La maldición únicamente podía romperse con la muerte de uno de los descendientes o su amor por la mujer hechizada. Fascinado por la leyenda, Claudio, nuevo conde de Polenti, recorre las montañas en busca del águila de fuego, encontrándola al amanecer, justo en el momento de su transformación mientras canta el precioso bolero que da título a la obra:
Soy el águila de fuego,
yo soy la misma de ayer
si me perdiera mañana
no me dejéis de querer.
En el fuego de un mal sueño
veo mis alas arder,
a otra vida y a otro ensueño
yo me siento renacer.
La luna se va escondiendo,
¿qué me trae, el nuevo día?
Triste la luna me envía
con su adiós, un amor.
Soy el águila de fuego,
por el día soy mujer
¿dónde está mi pensamiento?
Ni me importa ni lo sé.
Celinda, nombre que recibe desde ese momento la bella mujer, es invitada por Claudio a acompañarle y vivir con sus parientes y amigos y ésta acepta encantada, deseosa de conocer otros horizontes y otras sensaciones. Naturalmente el desenlace es feliz y Celinda queda liberada del hechizo por el amor de Claudio Polenti.
Muchos fueron los números musicales de esta obra que alcanzaron tremenda popularidad en la época, destacando el pasacalle “¡Viva Madrid!” donde Celia da gracias a su público, a ese público que se seguía manteniendo fiel a ella a pesar de los años transcurridos.

Celia Gámez, la reina de la revista (XX)


Representando el “boom” de La hechicera, Celia estuvo hasta 1953. Escogía para sus obras a los mejores músicos, los mejores decorados, figurinistas como Emilio Burgos, Víctor Mª Cortezo, Esparza, Simons... En la temporada 53-54 reestrena Yola en el Lope de Vega e intenta hacer lo que se hacía en París o Londres y monta en el mismo Lope de Vega de acuerdo con Francisco Lusareta el 11 de febrero la opereta Dólares de Rosillo y Moraleda. Con un endeble libreto, la obra constituyó su primer bache después de tantos años de interminables éxitos y aplausos aunque destacan de la misma el bolero “Vivo la vida por tus ojos” y el pasodoble en honor a la tierra natal de su padre, “Málaga”.
Hacia finales de 1954, Celia decide disolver la compañía y, junto a su compañero sentimental de aquellos años, Francisco Lucientes, viaja a París donde fija su residencia con la idea expresa de abandonar su carrera artística definitivamente. Durante el poco más de un año que estuvo en la capital francesa, fue visitada en su domicilio por amigos y actores, a la par que se relacionaba con diversas personalidades del mundo de la literatura y del arte que la mantenían informada de las novedades teatrales en los escenarios españoles. Allí conoció a Luis Mariano y al compositor Francis López autor de las operetas de aquél y que, en su día, le hicieran famoso como Violetas imperiales, El cantor de México o La bella de Cádiz.
Celia recibió en París la carta de un empresario amigo suyo, García Ramos, quien ponía a su entera disposición el Teatro Maravillas, totalmente renovado. Este hecho la anima a volver hacia finales de 1955. Una vez más, en España, la vedette tuvo la ocasión de conocer un libreto que su amigo Arturo Rigel había escrito junto a Ramos de Castro pensando en ella. La idea le entusiasmó y pensó en Francis López para ponerle música. Fueron días febriles e incansables jornadas laborales de ensayos y elección de coro, diseñando decorados y vestuario hasta que todo estuviera a la perfección. Así, el 19 de enero de 1956 y, en medio de una enorme expectación por el regreso a los escenarios de su estrella, el público madrileño asistió al estreno de El águila de fuego[1].


[1] Vid MENÉNDEZ DE LA CUESTA Y GALIANO, Carlos: El águila de fuego, folleto informativo del CD, Sonifolk, 1996, 14 págs., donde el lector interesado podrá encontrar detalles del estreno de mencionada obra amén de un exhaustivo y pormenorizado análisis de la misma.

Celia Gámez, la reina de la revista (XIX)


El maestro Padilla, quien había escrito en París para Maurice Chevalier y Mistinguete, creó un número cómico para el dueto que formaban Olvido Rodríguez y Pepe Bárcenas en mencionada obra. Celia escuchó la melodía, se acercó al maestro y le dijo: “Esto no puede ser un número cómico, esto es un número bomba... y lo voy a cantar yo”. Rigel y Ramos de Castro escribieron nueva letra y el resultado fue una de las melodías más importantes del género: “Estudiantina portuguesa”:
Somos cantores de la tierra lusitana,
tráemos canciones de los aires y del mar,
vamos llenando los balcones y ventanas
de melodías del antiguo Portugal...
Oporto riega en vino rojo las laderas,
de flores rojas va cubriendo el litoral.
Verde es el Tajo verdes son sus dos riberas,
los dos colores de la enseña nacional...
Pero la revista en sí constituyó otro resonante “boom” teatral. La acción transcurría en el reino de Taringia, país maginario donde van a celebrarse las fiestas conmemorativas del tricentenario de su fundación. Patricia, la hechicera es llamada a palacio para curar la extraña enfermedad que aqueja al rey Cornelio. A cambio de tan milarosa curación, el monarca le promete la concesión de un deseo y la petición de aquélla no es otra que la puesta en libertad del pirata Arturo Taolí, condenado a muerte y acusado injustamente de haber asesinado al hermano de Patricia. La acción se ve complicada cuando regresa a Taringia el príncipe Picio acompañado de la Gran Duquesa del PomPón, esposa, a su vez del Duque Epi, consejero y amigo personal del rey. Patricia descubrirá que su hermano fue asesinado por orden de la reina Deseada, despreciada en su amor por Taolí. De entre todos los famosos números que inundan la obra es el titulado “La novia de España” el que las señoras aplaudieron enormemente al hacer referencia a las magnificencias que adornan a la mujer española.
Para hacer esta obra, Celia contó entre sus filas con un jovencísimo Paquito Cano, posterior Locomotoro en la serie de Televisión Española “Los Chiripitifláuticos” y con Pedro Osinaga como boy.

Celia Gámez, la reina de la revista (XVIII)


El 11 de enero de 1946 y teniendo como escenario el Teatro Alcázar madrileño, Celia estrena Gran Revista, de Ramos de Castro, Rienzi y Moraleda, compuesta por 16 cuadros con distinto ambiente e ilustración musical. En dicha obra, subyace soterradamente una especie de homenaje al maestro Alonso en la forma del musical americano que en esos momentos invadía las pantallas; así se nos presentan números como el pasodoble “La florista sevillana” que recuerda al de “Los nardos” de Las leandras o la zamba “Gulú, gulú, gulú” donde Celia, ataviada con un sombrero repleto de frutas, se mecía cadenciosa y sensualmente al compás de sus caderas.
La vedette parte de gira por diversas capitales españolas como Zaragoza, Valencia o Burgos. En septiembre repone Gran Revista y el 8 de noviembre estrena Vacaciones forzosas con libreto de Carlos Llopis y música de Irueste y García Morcillo. Con esta obra permaneceá en cartel hasta febrero del 47 y visitará distintos puntos de la geografía reponiendo otras de sus obras. Pero será el 17 de septiembre de 1947, el mismo año del impactante “boom” teatral de La blanca doble, cuando en el Alcázar de Madrid estrene la obra La estrella de Egipto, con libreto de Adrián Ortega y música de Moraleda, cuyo argumento se desarrolla dentro del mundo cinematográfico a caballo entre la época de los faraones y el siglo XX. En esta obra, el maestro Moraleda creó uno de los pasodobles más versionados del género y que más artistas han interpretado a lo largo de su carrera: “El beso”. Con esta obra permanecerá toda la temporada hasta volverla a estrenar en Barcelona en febrero del 48 y en septiembre, de nuevo en Madrid, la repone en el mismo escenario de su estreno original y reestrena Las leandras.Hasta noviembre de 1949 Celia sale de gira por provincias, repone sus éxitos volviendo a obtener clamorosos aplausos de público y crítica. Celia Gámez se ha convertido ya, a sus 44 años, en una auténtica leyenda en el Madrid de la posguerra convirtiendo en oro todo lo que toca. Su actividad es frenética e incansable al desaliento: en mayo viaja hasta Buenos Aires donde descansa hasta septiembre; a finales de mes regresa a Madrid y repone en el Alcázar La Cenicienta del Palace hasta que el 30 de noviembre del 49 estrena una nueva obra. Se trata de Las siete llaves, con música de Isi Fabra y permanece en cartel hasta abril de 1950. El 23 de noviembre de ese mismo año y nuevamente en el escenario del Alcázar estrena con libreto de Arturo Rigel y Francisco Ramos de Castro con música de los maestros Padilla y Ferri, la grandiosa opereta La hechicera en palacio

Celia Gámez, la reina de la revista (XVII)


Paulatinamente, la actividad teatral de nuestra estrella va “in crescendo”. En la temporada 45-46 estrena en el Teatro Alcázar de Madrid la comedia musical Hoy como ayer, con libreto de Tono y música de Llovet y Moraleda contando con magistrales actores secundarios de la talla de Pepe Isbert, José Luis Ozores o Mercedes Muñoz Sampedro. De la obra destacan claramente números como el son “Cachumbambé” o el fox-tango “Tengo celos”; pero sobre todo y, muy especialmente, fue el pasodoble “Luna de España” el que consiguiera encumbrar al maestro Moraleda y a su intérprete al olimpo de las plateas españolas. La interpretación del número no pudo evocar mayores elogios y comentarios: una Celia Gámez subida en lo alto de una azotea de Nueva York, ataviada con un traje de gasas a lo Ginger Rodgers, mirando a la luna, sientiendo nostalgia por España y cantando...
La luna es una mujer
y por eso el sol de España
anda que bebe los vientos
por si la luna lo engaña.
¡Ay!, Le engaña porque..
... porque en cada anochecer
después de que el sol se apaga
sale la luna a la calle
con andares de gitana.

Celia Gámez, la reina de la revista (XVI)


Un nuevo estreno tiene lugar el 13 de noviembre de 1942. Se trata de la trasposición del mito de Fausto con libreto de los mismos autores de Yola y música de Quintero y Moraleda: Si Fausto fuera Faustina, gracias a la cual el crítico Miguel Ródenas califica a Celia como un auténtico “demonio” escénico. La obra permanecerá en cartel hasta febrero de 1943 y en ella Celia cantaba un formidable fox lento con Alfonso Goda: “Contigo iré” y otro de tintes más dinámicos, “Un millón”.
Nuestra estrella, siempre deseosa de innovar, incorpora nuevos músicos a sus estrenos como en la opereta Rumbo a pique (1943), musicada por Salvador Ruiz Luna, cuya acción nos trasladaba a una exótica isla antillana mostrándonos a una Celia que fingía ser princesa china.
El 10 de junio de 1943 fallece su madre y se disuelve la compañía, reanudando su labor en septiembre, volviendo a llenar teatros y reponiendo sus éxitos. El 6 de enero del 44 moriría su padre, lo que provocaría un nuevo paréntesis en su actividad teatral. El 17 de abril de ese mismo año un nuevo estreno, Fin de semana de Ramos de Castro y Halpern donde Celia canta el exitoso bolero “Nacida para amar”.
El 1 de julio, la carrera de San Jerónimo en Madrid se colapsa. Miles de curiosos y enfervorizados entusiastas de la vedette acuden a la iglesia de Los Jerónimos. Celia Gámez se estaba casando con el odontólogo donostiarra José Manuel Goenaga teniendo como padrino de la ceremonia al general Millán Astray, o, al menos, a lo que quedaba de él. Toda la supuesta “buenísima sociedad” madrileña comentó aquel singular suceso, de cómo una mujer que enseñaba las piernas podía haber llenado un recinto sagrado.
La unión entre ambos no duraría mucho ya que Celia descubriría más tarde que su marido la engañaba con una de las chicas de su conjunto. Paradójicamente y frente al tremendo éxito en su trabajo, no fue muy afortunada en el terreno amoroso. Su fama de devoradora de hombres se vio granjeada por sus continuos fracasos sentimentales. Su primer novio, Vicentito Rey, hijo de un empresario teatral, se pegó un tiro. Darío López, veinte años mayor que ella, estuvo a su lado quince años y le compró el Eslava: “Nos quisimos toda la vida pero nunca me poseyó”, revelaría más tarde Celia, y es que, Darío López era impotente. Se enamoró del torero, Juanito Belmonte Campoy, pero no se casó con él por la temprana edad del joven. También cayó en los brazos de Fernando de Amboage, que murió en el frente, aunque ella no lo supo hasta que terminó la Guerra Civil. Más tarde y, tras su fracaso matrimonial, mantuvo un tórrido romance con el periodista Francisco Lucientes con quien acabó casándose en una boda civil celebrada en París. Pero ambos tenían caracteres muy fuertes y la relación terminó disolviéndose. Ella volviendo al teatro y él a Estados Unidos. Lo único que siempre lamentó Celia de su vida amorosa fue no haber tenido hijos.

Celia Gámez, la reina de la revista (XV)


Pero volvamos a 1941. Celia repone en el Eslava en febrero La Cenicienta del Palace y posteriormente Peppina para dar paso el 14 de marzo al estreno de un auténtico “boom” de la época, la zarzuela cómica moderna Yola con libreto de José Luis Sáenz de Heredia y Federico Vázquez Ochando con música de los maestros José Mª Irueste y Juan Quintero. En Yola, Celia compartía cartel con Julia Lajos, Micaela de Francisco, Pepita Arroyo, Eulalia Zarzo, Remedios Lugar o Maruja Boldoba, amiga de Celia, quien posteriormente se casaría con el galán de la obra, Alfonso Goda.
Yola nos trasladaba al ficticio Ducado de Claritonia en donde el Duque Calixto había de casarse de nuevo para conservar el trono al no haber podido tener descendencia en sus últimos cuatro matrimonios. Así, para elegir esposa, celebra una recepción a la que acude la Duquesa Rufa de Jaujaria acompañada de una cabra. Rufa es una mujer entrada en años y nada atractiva, todo lo contrario que Yolanda, Duquesa de Melburgo, quien llega a la fiesta para suplir a un familiar. Su aparición viene acompañada por un nutrido grupo de oficiales de la aviación quienes cantan junto a Yola el fox “¡Alas!”.
Calixto se queda prendado de la belleza de Yola y la invita a quedarse para conquistarla aunque la chica acabará enamorándose del príncipe Julio, sobrino del Duque. El monarca de Claritonia celebra, en honor de su invitada una enorme cacería para impresionarla. Corre entonces el rumor de que Julio se ha fugado con la hija de una dama de la Corte, algo que irrita a Yola; pero Rufa de Jaujaria conoce la verdad: Julio ha sido secuestrado por el Duque y la sigue amando. Yola canta entonces su famoso “Mírame”. Finalmente todo se resolverá con la felicidad de los amantes y la boda entre Rufa y Pelonchi, Consejero de Calixto, y el posterior soponcio del monarca al conocer que su sobrino está vivo.

Celia Gámez, la reina de la revista (XIV)


A finales de 1939 Celia vuelve a Madrid reponiendo el 1 de febrero de 1940 en el Eslava El baile del Savoy e incorporando al mismo una marcha brasileña que prontamente se hizo popular: “Mamáe eu quero”. A partir de entonces, Celia incorporaría a todos sus espectáculos ritmos brasileños (sambas, zambas, marchas, marchiñas...) constituyéndose todos ellos en su puesta en escena en deslumbrantes espectáculos de luz y color que prontamente eran tarareados por el público. Este auge de los ritmos tropicales se debía en gran parte a las buenas relaciones existentes entre España y Portugal y su conexión con Brasil amén de la influencia del propio país carioca y de figuras como Carmen Miranda cuyas películas hacían furor en aquel momento.
El 1 de marzo de 1940 y en el mismo escenario del Eslava, Celia estrena su primer gran éxito de la posguerra: La Cenicienta del Palace, con libreto firmado por un tal Carlos Somonte (seudónimo de Luis Escobar) y música de Fernando Moraleda. La obra constituyó un enorme revuelo, ya no sólo por los decorados y figurines que se encargaron expresamente para la ocasión a Víctor Mª Cortezo (“Vitín” como ella le llamaba cariñosamente) sino además por dos de los números más populares de la misma: un blues cadencioso y nostálgico que Celia entonaba a la perfección y que prontamente pasaría a escucharse en las radios de todo el país. Su título: “Vivir”. Además destacó la marchiña del mismo título en un alarde de alegría que hizo las delicias de todo el público.
Celia, además, es conocida en todo Madrid por la férrea disciplina a que somete a los conjuntos de boys y vicetiples. El 31 de mayo de ese mismo año Celia repone Peppina reformada y con nuevos números y en septiembre, en el Tívoli de Barcelona, La Cenicienta del Palace, La duquesa de Bel Tabarín y Peppina. Pero será hacia finales de 1940 cuando Celia emprenda una nueva aventura: la cinematográfica, aunque nuestra estrella, ya había participado unos años atrás, mientras se encontraba en Buenos Aires, en el rodaje de dos producciones fílmicas: Murió el sargento Laprida (1937) y El diablo con faldas (1938). Así, Julio Fleischner la dirige en la comedia ¡Rápteme usted! en donde una estrella del celuloide decide fingirse raptada para así acrecentar su popularidad. Posteriormente también intervendría en el semi-documental Flash 06 (1967) interpretándose a sí misma junto a Vicente Parra y Teddy Bautista. Ya en 1969 rodaría la versión cinematográfica de Las leandras bajo la batuta de Eugenio Martín contando como protagonista con una incipiente Rocío Dúrcal. También participó en la comedia musical Mi hijo no es lo que parece (1973) conocida como Acelgas con champán y mucha música dirigida por Angelino Fons y con la intervención de una de sus chicas de conjunto, Esperanza Roy. Su última aparición en la pantalla grande se produjo en 1981 en el film argentino El bromista.

Celia Gámez, la reina de la revista (XIII)


Es una época dura. No corren buenos tiempos para el teatro. La contienda bélica del 36 había dejado una España gris, triste y desolada más preocupada en buscar un pedazo de pan que llevarse a la boca que de asistir a ningún espectáculo teatral. Surge ahora la censura, un vehículo compuesto por personajes de dudosa moral y de no menos dudosas e hipócritas costumbres que intentan velar por la salvaguarda de los españoles en un férrero y arduo pero vano intento de “purificar” y rescatar el mayor número posible de almas de tal manera que todo lo que oliera a teatro y mujeres era mirado con lupa. Son tiempos de hambruna y la revista alocada y frenética del primer tercio de siglo no parece muy oportuna.
El empresario y tenor cómico Eladio Cuevas le propone a Celia incorporarse a su compañía para representar operetas y zarzuelas. En esa compañía figuraban entonces actores de la talla de Tino Folgar o la rutilante y antaño esplendorosa Mercedes Vecino. Se trataba de una compañía modesta que intentaba aliviar en lo posible y hacer más llevadera la grisácea vida de los españoles. Actúan así en diversas capitales de la península: San Sebastián, Bilbao, Santander, Burgos... llenando paradójicamente los teatros. Reestrenan El conde de Luxemburgo, La viuda alegre, La casta Susana, La del manojo de rosas... el día 13 de mayo de 1939 reestrenan en el Teatro Apolo de Valencia La duquesa de Bel Tabarín constituyéndose como un nuevo éxito. Era, en palabras de la propia Celia Gámez, “una compañía en la que hacíamos de todo”.
Encontrándose en Burgos, la Compañía de Zarzuela y Operetas de Eladio Cuevas ha de interrumpir su actuación porque en la plaza de la catedral se va a representar un auto sacramental titulado El hospital de los locos bajo la dirección de un joven llamado Luis Escobar. Celia comprende entonces que la envergadura del teatro áureo es la que necesita el musical español. Se interesa en conocer al director y ambos deciden montar un nuevo espectáculo con un humor blanco y ligero en el que incorporan ritmos modernos para lo cual Escobar le presenta a un muchacho que toca la trompeta en la banda del Generalísimo. Su nombre: Fernando Moraleda; pero para Celia sería siempre “Fernandito” proporcionándole el maestro algunas de las mejores y más tarareadas melodías de toda su carrera artística: “El beso”, “La luna de España” o “El perdón de las flores” entre otras.

Celia Gámez, la reina de la revista (XII)


En el mes de noviembre es contratada por un empresario de la capital bonaerense para poner en escena algunas de las obras que previamente hubo representado en España. Así, vuelve a reponer Las leandras, Los inseparables o Las mimosas obteniendo una vez más elogiosos aplausos y críticas. Celia, que había abandonado nuestro país pensando en volver, no obstante dejó en una caja fuerte del Banco de España sus joyas y algunos reales en metálico, pensaba poner en práctica las nuevas ideas que tenía para el teatro musical haciendo de éste un gran y fastuoso epectáculo. La vedette argentina comienza pronto a extrañar nuestro país y su público, ese público (esencialmente madrileño) que tantas alegrías le había proporcionado y que de seguro la recibiría con los brazos abiertos en su esperado regreso. De tal manera que, hacia finales de 1938, embarca a bordo del Monte Udala y llega hasta Gibraltar desde donde se trasladaría en taxi hasta Sevilla y desde allí vía aérea a San Sebastián.
Celia, quien había sido el leit-motiv de la República, presta ahora su voz al chotis “Ya hemos pasao” que se erige como himno de la victoria tras la toma de Madrid por parte del ejército nacional para contrarrestar el “No pasarán” del bando republicano; pero nuestra actriz no sabía muy bien lo que hacía al grabar dicha melodía puesto que ello la marcaría ya políticamente el resto de su vida aunque, de hecho, lo hizo única y exclusivamente para complacer a unos pocos amigos entre los que se encontraba el fundador de la legión Millán Astray:
Era en aquel Madrid
de hace dos años,
dónde mandaban
Primo y don Lenín.
Era en aquel Madrid
de la cochambre,
de Largo Caballero y don Negrín.
Era en aquel Madrid
de milicianos,
de dioses de martillos
y soviets.
Era en aquel Madrid
de puño alto
donde gritaban todos a la vez:
“¡No pasarán!”,
decían los marxistas.
“¡No pasarán!”,
gritaban por la calle.
“¡No pasarán!”,
se oía a todas horas
por plazas y plazuelas
con voz de miserables:
“¡No pasarán!”
“¡Ya hemos pasao!”
Ya estamos en la Cava.
“¡Ya hemos pasao!”
con alma y corazón.
“¡Ya hemos pasao!”
y estamos esperando
a ver caer la bola
de la Gobernación.
“¡Ya hemos pasao!”

jueves, 20 de diciembre de 2007

Celia Gámez, la reina de la revista (XI)


Pero 1935 estaba tocando a su fin y Celia estrena en el mes de diciembre el “reportaje de gran espectáculo” original de Leandro Blanco y Alfonso Lapena con música de Luna, Las siete en punto, también en el Coliseum y nuevamente con Carlos Casaravilla y Cora Gámez en el reparto. La comedia estaba estructurada en dos partes divididas a su vez en un prólogo, veintidós capítulos, dos intermedios y apoteosis, contando con la realización de Manolo Tito, una orquesta de 30 profesores drigidos por el maestro Enrique Estela y un conjunto de 40 vicetiples y 12 boys bailarines entre los que se encontraba un jovencísimo Tony Leblanc, quien ya dejaba entrever un prometedor futuro en el campo revisteril[1].
Corren malos tiempos para el mundo. En Madrid, las tensiones políticas son cada vez mayores y todo empieza a apuntar a una inmiente Guerra Civil.
1936 acogerá la reposición de Las siete en punto y, porteriormente y en el mismo escenario del Coliseum, la opereta con música de Casas y Estela, Ki-ki, que pasa prácticamente desapercibida, aunque los admiradores de Celia la siguen obsequiando con atronadores aplausos. Pero el alzamiento militar se produce el 18 de julio. Celia, que tenía amigos en los dos bandos, decide abandonar el país y regresar a su Buenos Aires natal donde estrena varios espectáculos que prontamente alcanzarían arrollador éxito: Bienvenida Celia Gámez o Cocorocorococó.


[1] Tony cuenta en sus memorias que se presentó a Celia Gámez cuando ésta buscaba bailarines para el estreno de Las siete en punto. Acababa de terminar el servicio militar y se presentó ante ella buscando trabajo. Tras preguntarle qué sabía hacer, él le contestó que había sido campeón nacional de claqué, un bello pero difícil arte. Celia se quedó tan sumamente impresionada de lo bien que lo hacía, que Tony estuvo entre sus filas en tres estrenos más: El baile del Savoy, Peppina y La Cenicienta del Palace. Vid. Ésta es mi vida, Madrid, Temas de Hoy, 1999, págs. 47-52.

Celia Gámez, la reina de la revista (X)


El cambio que nuestra vedette intuyera está cerca y presiente el derrumbe de la revista sólo para hombres,de ahí que, a partir de entonces, se decidiera por una variante del género, la comedia musical. Así pues, 1935 acoge el estreno de Peppina, una comedia musical en dos actos y 26 cuadros con libreto de Francisco Lozano y Enrique Arroyo con partitura de Robert Soltz y la adaptación musical y números originales de Guillermo Cases. En mencionada representación figuraban como compañeros de reparto Amparo Miguel Ángel, Cora Gámez, Pedro Terol, Castrito, Miguel Arteaga y su galán de aquellos años, Carlos Casaravilla. Con coreografía de Sacha Goudine, decorados de Ramaga, escenografía de Castell y López y figurines de Álvaro Retana y Max Weldy, Celia alcanzó aún más el fervor del público, de un público que asistía cada vez más expectante a que su rutilante estrella apareciera en el escenario. En su representación, Celia aparecía luciendo un hermoso sombrero de cristal que ganó el primer premio del concurso de sombreros de la casa Ambassedeur de París. La fastuosidad de la obra estuvo acompañada por un lujoso vestuario que lucían más de cuarenta vicetiples y boys en escena amén de unas escaleras múltiples, algo habitual en los portentosos espectáculos de la argentina. Celia estrenó la obra a requerimiento del maestro Guerrero en el Teatro Coliseum de la Gran Vía madrileña, también conocido como Palacio del Espectáculo.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Celia Gámez, la reina de la revista (IX)


Estando inmersa en pleno apogeo del éxito de Las de Villadiego, Celia intuye el peligro que puede causarle a su carrera el encasillamiento en el género frívolo y desea a su vez fervientemente atraer al mayor publico femenino posible, algo reacio a acudir a este tipo de espectáculos. Ello, unido a su afán por innovar y de llevar a la práctica nuevos proyectos, decide embarcarse en una nueva aventura y cambiarse de género: la opereta.
La visita a Madrid de Franz Lehar, autor de La viuda alegre, llegado expresamente para el estreno de El país de las sonrisas, le hace concebir a Celia nuevas ilusiones y el deseo de ambos de hacer algo nuevo, algo así como una revista-opereta, o mejor, una opereta a la española. A finales de 1933, recibe la visita del empresario José Juan Cadenas, llegado directamente desde Londres donde había adquirido los derechos de Ball at the Savoy de Oscar Hammerstein con música de Paul Abraham, obra que había sido un éxito en el Drury Lane londinense. Celia, entonces, en compañía de Cadenas, viaja a París y contrata a un galán, un auténtico chansonniere, Piere Clarel y a finales de 1934 estrena en el Teatro Victoria de Madrid El baile del Savoy, con música de Pablo Luna y adaptaciones de Antonio Paso. En esta opereta, que llegó a convertirse nuevamente en otro resonante éxito, Celia dejaba traslucir las primeras medias de cristal que se vieron en nuestro país. Ese mismo año reestrena en el Teatro Pereda de Santander El príncipe Carnaval y La araña azul, mientras que en mayo y, en el Reina Victoria de Madrid, con música de Franz Lehar pone en el escenario La ronda de las brujas y en septiembre, con música de Luna, Las inseparables, en el Maravillas[1].


[1] El 31 de octubre de ese mismo año triunfa en el Teatro Martín de Madrid otra revista musicada por Alonso y titulada Las de los ojos en blanco, con un formidable pasodoble que aún hoy día sigue estando en el repertorio de abundantes bandas musicales: “Horchatera valenciana”. Como anécdota, el especialista Ramón Femenina Sánchez, en su minucioso repaso por la historia del género (Vid. La revista. Apuntes sobre la historia del género frívolo, Madrid, Geyser Guadalajara, págs. 199-200) señala que en el día de su estreno en Valencia, cuando Francisco Alonso se disponía a dirigir mencionado número musical, se vio gratamente sorprendido con el regalo de un precioso naranjo que le regalaron. Años más tarde, Celia Gámez repondría mencionada revista y volvería a hacer una magistral interpretación de esa singular “horchatera valenciana de ojos de noche serena”.

Celia Gámez, la reina de la revista (VIII)


En 1933 Celia repone ¿Qué pasa en Cádiz?, de Vela, Campúa y Alonso, revista que había sido estrenada el año anterior en pleno éxito de Las leandras y canta formidablemente, como ya suele ser habitual en ella, el chotis futurista “Las chulas del porvenir” y el famoso fox de “Las estrellas de Hollywood” en el que se aludía a los amores de las principales estrellas de cine. Sin embargo y, paradójicamente, el dúo formado por Celia Gámez y Francisco Alonso no atraviesa un buen momento debido a que la vedette parece cansarse de las revistas tradicionales al uso y no desea encasillarse, intuyendo que la renovación del género está próxima.
Desde diciembre de 1932 y en contínuas sesiones de tarde y noche, Celia alterna Las leandras con Las tentaciones. Alonso siente celos de Guerrero, autor de la música de esta última y escribe para su “musa inspiradora” otro tremendo éxito: Las de Villadiego, un pasatiempo cómico-lírico con libreto de los tantas veces nombrados Muñoz Román y González del Castillo. En mayo de 1933, Celia estrena la obra en el Teatro Pavón y vuelve a eregirse como reina absoluta e indiscutible del espectáculo cuyo argumento gira en torno a las vicisitudes que atraviesan las mujeres de mencionado pueblo al ser tomadas por señoritas de mala compañía. La música es, como en Las leandras, tremendamente popular y sus números cantados por todo Madrid: la marcha “Granaderos de Edimburgo” o el fado “Playas de Portugal” aunque, sin lugar a duda, fueron el chotis “Tabaco y cerillas”, también conocido como “La Colasa del Pavón”, el pasacalle “Caminito de la fuente”, en donde Celia paseaba su figura junto a un cántaro de cerámica de Talavera y el fox de “Las escocesas”, los que alcanzaron mayor fervor popular.

Celia Gámez, la reina de la revista (VII)


Aquella noche del 12 de noviembre de 1931, meses después de haberse proclamado la IIª República Española y de que Alfonso XIII embarcase para Marsella, pasaría a convertirse en una de las fechas inolvidables, tanto para el Madrid de la época como para la principal estrella de la velada.
Al día siguiente, el debate parlamentario no llegó a celebrarse. Todo el mundo en el Congreso charlaba, comentaba e incluso tarareaba la magistral partitura que, compuesta con soltura y donaire por Francisco Alonso, no tardaría en formar parte del acervo popular castizo y español. Madrid entero marchaba así de la mano del “Pichi”, “Los nardos”, “Las viudas”, recordaban nostálgicos el esplendoroso pasado de la cuarta de Apolo para después acudir a “La verbena de San Antonio” o simplemente acompañaban a la artista hollywoodense Clara Bow en su número “Fiel a la Marina”. El mito Celia Gámez no había hecho más que nacer.
Pero la actividad de Celia es incansable y, no contenta con actuar en los escenarios, se dedica también a grabar tangos no incluidos en sus espectáculos.
Llega 1932 y con él, nuevos estrenos y éxitos. Repone en el Pavón Las cariñosas, El ceñidor de Diana y continúa con Las leandras mientras estrena Los laureanos y, en diciembre, con libreto de Paso, Asenjo y Torres del Álamo, Las tentaciones, con música de Jacinto Guerero y un número musical lleno de nostágicos recuerdos para el público bajo el título de “Los madriles de Chueca”, inspirado en la que es considerada por críticos y especialistas como la primera revista musical, La Gran Vía. Ese mismo año grabará también algunas canciones de Las mimosas, estrenada días después de Las leandras por otra compañía, también del tándem formado por Muñoz Román y González del Castillo con música del maestro Ernesto Rosillo y de la que destaca el chotis de “Las diputadas” alcazando prontamente el favor del público.

Celia Gámez, la reina de la revista (VI)


12 de noviembre. En el Congreso de los Diputados, Romanones sale en defensa del ya exiliado rey Alfonso XIII, ante las recién constituidas Cortes republicanas. Se respira demasiada tensión en el ambiente, por lo que el debate parlamentario queda aplazado hasta el siguiente día. Aquella misma noche, un público espectante anhela ansioso que se alce el telón del coliseo situado en la castiza calle de Embajadores. Entre los asistentes al madrileño Teatro Pavón, don Manuel Azaña, que de seguro no olvidará jamás la velada. Todo está a punto para que la sonrisa de la platea muestre nuevamente sus encantos y escriba así un nuevo e inolvidable capítulo en la historia del arte escénico español.
Meses antes, Celia Gámez ensaya una y otra vez, totalmente entusiasmada, la que espera que se convierta en un completo éxito y ello motivada, fundamentalmente por una excepcional partitura, creada expresamente para la ocasión por el maestro Alonso y un divertidísimo libreto repleto de enredos con abundancia de juegos de palabras y salpicado de chistes procaces y picantes obra de José Muñoz Román y Emilio González del Castillo. Sin embargo, aquello parece no cuajar bien. Los ensayos de la obra se suceden con cierta regularidad, aunque a Celia parece no gustarle mucho el rumbo que estos están tomando, de ahí que exija a los empresarios del teatro, los hermanos Agustín y Enrique Pavón así como a Barbás, nuevos decorados y mejor vestuario bajo la amenaza de no estrenar. La empresa se opone, pero ella, consciente del seguro éxito que va a obtener, insiste en ello. Se invierten cincuenta mil pesetas en el vestuario diseñado con todo lujo por Corn Apuntadores, Francisco Baeza y Alfredo Vega; se encargan los figurines a Álvaro Retana y se llevan a cabo unos espectaculares decorados realizados por obra y gracia de Balbuena, Morales y Asensi, Colmenero y Amorós, es decir, de lo bueno, lo mejor, de ahí que los empresarios no tengan más remedio que subir el precio de las localidades a cinco pesetas, una cantidad desorbitada para la época. Cuando todo está a su gusto, estrena el pasatiempo cómico-lírico Las Leandras ante una enfervorizada concurrencia[1]. La obra se puso en escena con un reparto encabezado por la propia Celia en el papel de Concha, la chica que se escapaba del Instituto Católico de la Mujer para dedicarse al teatro; Amparito Sara, Cora Gámez, Conchita Ballesta, Pepita Arroyo, Mercedes Rodríguez, Pepe Alba como el tío Francisco de las Canarias que llega a Madrid para comprobar si verdaderamente su sobrina está en el colegio; Leandro, encarnado por Enrique Parra, el pretendiente de Concha y propietario del antiguo local donde se encontraba una extinta casa de citas; el inolvidable Pepe Bárcenas como el conserje-apuntador Porras (un actor cómico inigualable y que acompañaría a Celia en múltiples revistas haciendo de sus interpretaciones todo un arte para hacer reír que aún hoy día nadie ha podido igualar), Andrés Gago, Manuel Rubio... y otros tantos actores secundarios.


[1] Vid. MONTIJANO RUIZ, Juan José: “Lo teatral y el metateatro en la comedia cinematográfica española. Una aportación al estudio del género frívolo: el pasatiempo cómico lírico de José Muñoz Román y Emilio González del Castillo, Las leandras”, en Actas del II Congreso sobre cine español: “Los subgéneros”, Granada, Universidad de Granada, 2001, págs. 135-158 donde el lector interesado podrá encontrar más datos del estreno de la obra así como abundantes anécdotas de su puesta en escena.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Celia Gámez, la reina de la revista (V)


1930 acoge además el reestreno de El ceñidor de Diana y de las revistas Colibrí, de Vela, Campúa y Rosillo en donde Celia canta junto a Enrique Povedano la deliciosa java “Ven junto a mí” y la rítmica marcha de “Las excursionistas” y El gallo, de Arroyo, Lozano y nuevamente Alonso en donde sobresalen fundamentalmente la java de “La pava”, el fox de “Las pieles”, la marcha del “Turquestán” y la tonadilla de “La capa”.
Llega 1931 y con él nuevos y múltiples cambios políticos. Se proclama la IIª República y Celia reestrena en el Pavón Me acuesto a las ocho, puesta por primera vez en escena el año anterior con Perlita Greco destacando de su partitura musical el chotis de “El castigador”, el fox de “Los pijamas” o el “One-step del golf”. En esta obra interviene además el galán de la época, Faustino Bretaño y una hermana de Celia, Cora, quien posteriormente también intervendría, ya no sólo en algunas de las revistas que la compañía de su hermana pondría en el escenario, sino también en abundantes comedias, vodeviles y farsas teatrales.

Celia Gámez, la reina de la revista (IV)


En 1928 estrena en el Romea, sin haber desaparecido aún de cartel Las castigadoras, la obra Las lloronas, donde se hicieron prontamente populares el fox de “Las cocteleras” y el de “Las ratas de hotel”; por su parte y, en ese mismo año, estrena en Eslava Roxana, la cortesana y La Cascada “Balneario de Moda”. Al año siguiente obtendrá un merecido éxito con ¡Por si las moscas!, de Vela, Campúa y Alonso, destacando de entre sus números musicales el chotis de “La Manuela”, aquella mujer fervientemente admiradora, pendiente de Hollywood a todas horas y que se dejaba seducir por las estrellas cinematográficas de la época como Charlot, Ramón Novarro “que en los besos era un tío”, Douglas Fairbanks o Clara Bow (a quien posteriormente volvería a recordar en un número musical de Las Leandras) y “la del Río”, actrices que, según rezaba la letra del chotis, “la volvían loca”.
En este año estrenará además la revista con libreto de Borrás, Paso y música del maestro Luna, El antojo, de donde destaca el pasacalle del mismo título o “La chacarerita”, canción típica argentina, tierra a la que Celia no olvidaba nunca a pesar de desarrollar su vida y su trabajo en España y La Martingala, ambas en el Romea de Madrid.
A instancias del maestro Alonso, Celia se opera de amígdalas y su voz deja de ser metálica y nasal y toma clases de danza con María Esparza.
Su siguiente éxito será en el Eslava con el reestreno de Las cariñosas de Lozano, Arroyo, Alonso y Belda en 1930, revista a la que pertenece otro célebre chotis compuesto nuevamente por el maestro granadino sobre un taxi camino de Puerta Real y gracias al papel que el propio taxista le prestó. Se trataba de “La Lola”, entonado por vez primera en 1928 por la vedette Rosita Cadenas, siendo repetido hasta en cinco ocasiones la noche de su estreno.
Ese mismo año de 1930 estrenaría además Las pantorrillas, de Soutullo y Vert, título que hace mención a su vez al pasodoble que previamente hubo cantado en ¡Por si las moscas!; el pasatiempo cómico-lírico de Emilio González del Castillo y José Muñoz Román en colaboración con los maestros Alonso y Belda Las guapas, el 13 de junio, en las tablas del Teatro Eslava, de donde destacaron el pasacalle de los Pepe-Hillos y una canción moderna a ritmo de fox titulada “¡Mozo, venga whisky!”.
A Celia, ya se la empieza a conocer por todo Madrid como “Nuestra Señora de los Buenos Muslos” y en el mes de julio, el poeta Eduardo Marquina le recitará con motivo de un multitudinario homenaje que le rindieron, una composición poética de 219 versos en su honor:
Celia, arrogante y serena,
mixta de halago y pasión,
tul blanco hecho pañolón
para corros de verbena.
Lucero en su amanecer,
suave mirar de mujer
que en tus ojos, cuando alegras
con ellos nuestro querer,
pones la calma, al caer
de dos grandes alas negras.
¡Dios te pague el resplandor
que trajo a nuestra heredad
tu exótica novedad
de maja inédita, flor
de las majas de esta edad!...
(...) Celia, a tu cuerpo ceñido;
y fue discreta elección
vestirte de noche, con
oro de astros diluido...
Porque así, conforme estás,
las pupilas entornadas,
todas tus líneas, veladas
da sombra o en fuego, y, más
que encubiertas, subrayadas.
¡Parece que sólo vas
vestida de tus miradas!

Celia Gámez, la reina de la revista (III)


Corría el año 1927[1]. Alguien ve en la chica un sólido futuro como vedette de revista y como tal es contratada para inaugurar la temporada en el Eslava encabezando cartel con estrellas del momento como Loló Trillo o Victoria Argorta. Estrena simultáneamene dos obritas; el Sábado de Gloria, Las burladoras del amor con música del maestro Padilla y Carnet de Eslava, con música de Cases, en donde interpretaba el tango que hiciera famoso a su compatriota Carlos Gardel, “A media luz”, uno de los preferidos por Alfonso XIII. Posteriormente y gracias a una entrevista entre ella y el monarca, aquél le concedería la nacionalidad española.
El 13 de mayo de dicho año, Celia estrena la historieta picaresca en dos actos con libreto de Joaquín y Eduardo Mariño y Francisco Lozano con música de Francisco Alonso, Las castigadoras, erigiéndose como el indiscutible primer gran triunfo de la actriz. El argumento de esta obra era bien sencillo: las gentes del imaginario pueblo de Villafogosa esperan impacientes la llegada del nuevo juez, entre ellas Robustiana, apasionada mujer del alguacil del pueblo. La casualidad hace que se encuentre con un simpático catalán, Magín Monchetta, venido a menos, quien intenta aprovecharse de cualquier situación. Al ser sorprendidos ambos por el marido de la mujer, Moncheta se hace pasar por el nuevo juez desencadenándose a partir de entonces toda una serie de enredos propios del vodevil más clásico.
De entre los números musicales que acompañaban la obra, merecen especial atención el fox “Noche de cabaret” y el chotis de “Las taquimecas”, una especie de himno reivindicativo de la mujer trabajadora y que se convertiría en uno de los más aplaudidos de la vedette:
Con la falda muy cortita, muy cortita,
ajustadita, luciendo el talle
y el pelito muy cortito, muy cortito,
yo, muy airosa, voy por la calle.
Los zapatos muy chiquitos, muy chiquitos;
las medias finas a lo Rebeca,
las muchachas taquimecas, mecas, mecas,
son la admiración
de los chicos cañón.
La obra se siguió representando a lo largo de todo el año mientras alternaba su puesta en escena con otros espectáculos de menor entidad como El tiro de Pichón, Mimitos, La deseada, con música del maestro Alonso (que resulta ser un absoluto fracaso) o la humorada en un acto de Miguel Montero y Domingo Gotilla musicada por Conrado del Campo y Juan Tellería, El cabaret de la academia, todas ellas estrenadas en el escenario del Teatro Eslava.


[1] En esta época, Celia entonaba también un tango-plegaria obra de Luis Martino y González Pulido conocido como “Milagrosa Virgencita” en donde una madre pedía deconsoladamente la vuelta de su marido quien la había abandonado tanto a ella como a sus hijos para irse con otra mujer. Contaba al respecto Imperio Argentina que Celia cantaba esta canción de rodillas y que en cierta ocasión el público que la escuchaba comenzó a patalear porque no le gustó su actuación.