¡VIVA LA REVISTA!

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sábado, 22 de diciembre de 2007

Celia Gámez, la reina de la revista (XX)


Representando el “boom” de La hechicera, Celia estuvo hasta 1953. Escogía para sus obras a los mejores músicos, los mejores decorados, figurinistas como Emilio Burgos, Víctor Mª Cortezo, Esparza, Simons... En la temporada 53-54 reestrena Yola en el Lope de Vega e intenta hacer lo que se hacía en París o Londres y monta en el mismo Lope de Vega de acuerdo con Francisco Lusareta el 11 de febrero la opereta Dólares de Rosillo y Moraleda. Con un endeble libreto, la obra constituyó su primer bache después de tantos años de interminables éxitos y aplausos aunque destacan de la misma el bolero “Vivo la vida por tus ojos” y el pasodoble en honor a la tierra natal de su padre, “Málaga”.
Hacia finales de 1954, Celia decide disolver la compañía y, junto a su compañero sentimental de aquellos años, Francisco Lucientes, viaja a París donde fija su residencia con la idea expresa de abandonar su carrera artística definitivamente. Durante el poco más de un año que estuvo en la capital francesa, fue visitada en su domicilio por amigos y actores, a la par que se relacionaba con diversas personalidades del mundo de la literatura y del arte que la mantenían informada de las novedades teatrales en los escenarios españoles. Allí conoció a Luis Mariano y al compositor Francis López autor de las operetas de aquél y que, en su día, le hicieran famoso como Violetas imperiales, El cantor de México o La bella de Cádiz.
Celia recibió en París la carta de un empresario amigo suyo, García Ramos, quien ponía a su entera disposición el Teatro Maravillas, totalmente renovado. Este hecho la anima a volver hacia finales de 1955. Una vez más, en España, la vedette tuvo la ocasión de conocer un libreto que su amigo Arturo Rigel había escrito junto a Ramos de Castro pensando en ella. La idea le entusiasmó y pensó en Francis López para ponerle música. Fueron días febriles e incansables jornadas laborales de ensayos y elección de coro, diseñando decorados y vestuario hasta que todo estuviera a la perfección. Así, el 19 de enero de 1956 y, en medio de una enorme expectación por el regreso a los escenarios de su estrella, el público madrileño asistió al estreno de El águila de fuego[1].


[1] Vid MENÉNDEZ DE LA CUESTA Y GALIANO, Carlos: El águila de fuego, folleto informativo del CD, Sonifolk, 1996, 14 págs., donde el lector interesado podrá encontrar detalles del estreno de mencionada obra amén de un exhaustivo y pormenorizado análisis de la misma.

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