¡VIVA LA REVISTA!

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sábado, 22 de diciembre de 2007

Celia Gámez, la reina de la revista (XXI)


El éxito fue memorable y la obra se convirtió junto a Las leandras, Yola y La hechicera en palacio en las más importantes de la carrera de Celia. Las críticas resultaron unánimes y el público la vitoreaba y aplaudía sin un ápice de descanso.
La obra relataba cómo una mística águila de fuego atacaba al conde Polenti en una cacería. La leyenda que al principio de la obra narra el viejo Yacub, quien regenta un parador de alta montaña próximo a la casa de la noble familia, cuenta que uno de los antepasados de los Polenti, al regresar de una guerra, encontró a su esposa con una niña a la que, abandonada en el bosque, la mujer había recogido entre sus brazos. Creyendo a la niña ilegítima, el conde dio muerte a la condesa y a la criatura. Un hechizo maldito arrebató el cuerpo de la niña haciéndolo vivir en las montañas, como mujer durante el día y como águila de fuego durante la noche; desde entonces y, bajo la forma de animal ardiente, sólo ataca a los descendientes de la familia Polenti. La maldición únicamente podía romperse con la muerte de uno de los descendientes o su amor por la mujer hechizada. Fascinado por la leyenda, Claudio, nuevo conde de Polenti, recorre las montañas en busca del águila de fuego, encontrándola al amanecer, justo en el momento de su transformación mientras canta el precioso bolero que da título a la obra:
Soy el águila de fuego,
yo soy la misma de ayer
si me perdiera mañana
no me dejéis de querer.
En el fuego de un mal sueño
veo mis alas arder,
a otra vida y a otro ensueño
yo me siento renacer.
La luna se va escondiendo,
¿qué me trae, el nuevo día?
Triste la luna me envía
con su adiós, un amor.
Soy el águila de fuego,
por el día soy mujer
¿dónde está mi pensamiento?
Ni me importa ni lo sé.
Celinda, nombre que recibe desde ese momento la bella mujer, es invitada por Claudio a acompañarle y vivir con sus parientes y amigos y ésta acepta encantada, deseosa de conocer otros horizontes y otras sensaciones. Naturalmente el desenlace es feliz y Celinda queda liberada del hechizo por el amor de Claudio Polenti.
Muchos fueron los números musicales de esta obra que alcanzaron tremenda popularidad en la época, destacando el pasacalle “¡Viva Madrid!” donde Celia da gracias a su público, a ese público que se seguía manteniendo fiel a ella a pesar de los años transcurridos.

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