¡VIVA LA REVISTA!

¡VIVA LA REVISTA!

sábado, 22 de diciembre de 2007

Celia Gámez, la reina de la revista (XIII)


Es una época dura. No corren buenos tiempos para el teatro. La contienda bélica del 36 había dejado una España gris, triste y desolada más preocupada en buscar un pedazo de pan que llevarse a la boca que de asistir a ningún espectáculo teatral. Surge ahora la censura, un vehículo compuesto por personajes de dudosa moral y de no menos dudosas e hipócritas costumbres que intentan velar por la salvaguarda de los españoles en un férrero y arduo pero vano intento de “purificar” y rescatar el mayor número posible de almas de tal manera que todo lo que oliera a teatro y mujeres era mirado con lupa. Son tiempos de hambruna y la revista alocada y frenética del primer tercio de siglo no parece muy oportuna.
El empresario y tenor cómico Eladio Cuevas le propone a Celia incorporarse a su compañía para representar operetas y zarzuelas. En esa compañía figuraban entonces actores de la talla de Tino Folgar o la rutilante y antaño esplendorosa Mercedes Vecino. Se trataba de una compañía modesta que intentaba aliviar en lo posible y hacer más llevadera la grisácea vida de los españoles. Actúan así en diversas capitales de la península: San Sebastián, Bilbao, Santander, Burgos... llenando paradójicamente los teatros. Reestrenan El conde de Luxemburgo, La viuda alegre, La casta Susana, La del manojo de rosas... el día 13 de mayo de 1939 reestrenan en el Teatro Apolo de Valencia La duquesa de Bel Tabarín constituyéndose como un nuevo éxito. Era, en palabras de la propia Celia Gámez, “una compañía en la que hacíamos de todo”.
Encontrándose en Burgos, la Compañía de Zarzuela y Operetas de Eladio Cuevas ha de interrumpir su actuación porque en la plaza de la catedral se va a representar un auto sacramental titulado El hospital de los locos bajo la dirección de un joven llamado Luis Escobar. Celia comprende entonces que la envergadura del teatro áureo es la que necesita el musical español. Se interesa en conocer al director y ambos deciden montar un nuevo espectáculo con un humor blanco y ligero en el que incorporan ritmos modernos para lo cual Escobar le presenta a un muchacho que toca la trompeta en la banda del Generalísimo. Su nombre: Fernando Moraleda; pero para Celia sería siempre “Fernandito” proporcionándole el maestro algunas de las mejores y más tarareadas melodías de toda su carrera artística: “El beso”, “La luna de España” o “El perdón de las flores” entre otras.

No hay comentarios: