¡VIVA LA REVISTA!

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sábado, 8 de diciembre de 2007

Celia Gámez, la reina de la revista (III)


Corría el año 1927[1]. Alguien ve en la chica un sólido futuro como vedette de revista y como tal es contratada para inaugurar la temporada en el Eslava encabezando cartel con estrellas del momento como Loló Trillo o Victoria Argorta. Estrena simultáneamene dos obritas; el Sábado de Gloria, Las burladoras del amor con música del maestro Padilla y Carnet de Eslava, con música de Cases, en donde interpretaba el tango que hiciera famoso a su compatriota Carlos Gardel, “A media luz”, uno de los preferidos por Alfonso XIII. Posteriormente y gracias a una entrevista entre ella y el monarca, aquél le concedería la nacionalidad española.
El 13 de mayo de dicho año, Celia estrena la historieta picaresca en dos actos con libreto de Joaquín y Eduardo Mariño y Francisco Lozano con música de Francisco Alonso, Las castigadoras, erigiéndose como el indiscutible primer gran triunfo de la actriz. El argumento de esta obra era bien sencillo: las gentes del imaginario pueblo de Villafogosa esperan impacientes la llegada del nuevo juez, entre ellas Robustiana, apasionada mujer del alguacil del pueblo. La casualidad hace que se encuentre con un simpático catalán, Magín Monchetta, venido a menos, quien intenta aprovecharse de cualquier situación. Al ser sorprendidos ambos por el marido de la mujer, Moncheta se hace pasar por el nuevo juez desencadenándose a partir de entonces toda una serie de enredos propios del vodevil más clásico.
De entre los números musicales que acompañaban la obra, merecen especial atención el fox “Noche de cabaret” y el chotis de “Las taquimecas”, una especie de himno reivindicativo de la mujer trabajadora y que se convertiría en uno de los más aplaudidos de la vedette:
Con la falda muy cortita, muy cortita,
ajustadita, luciendo el talle
y el pelito muy cortito, muy cortito,
yo, muy airosa, voy por la calle.
Los zapatos muy chiquitos, muy chiquitos;
las medias finas a lo Rebeca,
las muchachas taquimecas, mecas, mecas,
son la admiración
de los chicos cañón.
La obra se siguió representando a lo largo de todo el año mientras alternaba su puesta en escena con otros espectáculos de menor entidad como El tiro de Pichón, Mimitos, La deseada, con música del maestro Alonso (que resulta ser un absoluto fracaso) o la humorada en un acto de Miguel Montero y Domingo Gotilla musicada por Conrado del Campo y Juan Tellería, El cabaret de la academia, todas ellas estrenadas en el escenario del Teatro Eslava.


[1] En esta época, Celia entonaba también un tango-plegaria obra de Luis Martino y González Pulido conocido como “Milagrosa Virgencita” en donde una madre pedía deconsoladamente la vuelta de su marido quien la había abandonado tanto a ella como a sus hijos para irse con otra mujer. Contaba al respecto Imperio Argentina que Celia cantaba esta canción de rodillas y que en cierta ocasión el público que la escuchaba comenzó a patalear porque no le gustó su actuación.

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