¡VIVA LA REVISTA!

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lunes, 18 de mayo de 2009

FALLECE A LOS 87 AÑOS DE EDAD MARUJA BOLDOBA


Amigos y amantes del teatro en general y de la revista en particular. Acaban de darme hoy, por mediación de unos amigos de ella, la triste noticia del fallecimiento de doña Maruja Boldoba, una de las grandes vedettes de nuestra añorada y querida revista musical española.

Parece que este año 2009 está siendo negro para este género español tan nuestro. Lástima que los medios de comunicación obvien a esas grandes artistas de la pasarela que tantos buenos momentos nos hicieron vivir.

Maruja Boldoba falleció en su amada Valencia a los 87 años de edad. Hace una década la vimos por última vez en un escenario madrileño, el de La Comedia, haciendo un breve personaje en La venganza de Tamar. Su esposo, el actor Alfonso Godá, había muerto el 29 de julio de 2003.
La Boldoba fue primera vedette del teatro Albéniz con la compañía del maestro Alonso, allá por los años cuarenta, recién inaugurado este local. El Albéniz también ha muerto. Mejor dicho, lo han dejado morir.Finalizada la Guerra Civil Celia Gámez se encaprichó de un apuesto galán valenciano, Alfonso Godá. Le propuso venir a Madrid para actuar junto a ella, pero el actor puso como condición que le acompañara Maruja, su esposa. Así comenzaron sus respectivas carreras, primero en la Revista, después en la comedia o el drama.De fuego el corazónEn el teatro Albéniz se estrenaron bastantes revistas en competencia con el Alcázar, La Latina o el Calderón. Maruja Boldoba protagonizó, entre otras, 24 horas mintiendo y Tres días para quererte, en la que cantaba “dicen que tengo de fuego, fuego, el corazón...” Después haría populares marchiñas y chotis como “Palabritas” y “Arrímate”. La vedette actuó también en la Zarzuela, el Lope de Vega o la Comedia y tuvo como compañeros a cómicos de la talla de Antonio Casal, Manolo Gómez Bur o Adrián Ortega. También actuó junto a su esposo y a Celia en S.E. la Embajadora. Pasó a la comedia como a tantas vedettes, el paso del tiempo acabó por retirarla de las pasarelas, pero tuvo capacidad para reciclarse en la comedia. Intervino en estrenos de Alfonso Paso como La corbata, Cita a los 25 años o Los peces gordos. Volvió esporádicamente a la Revista como “actriz de carácter” junto a Juanito Navarro el año 1982. Después sus interpretaciones fueron espaciándose. José Carlos Plaza le dio algunos pequeños papeles mientras Alfonso Godá también trabajaba en distintos escenarios. Tras la muerte de su compañero de toda la vida, Maruja desapareció. Se retiró a su Valencia natal, junto al mar, a la tierra de la que salieron tantas rutilantes vedettes. Sobreviven, de su generación, las hermanas Daina, Carmen de Lirio, Florinda Chico y Mary Begoña.

lunes, 11 de mayo de 2009

RECTIFICACIÓN. En el fallecimiento de Virginia de Matos... HOMENAJE (y X)


Amigos de la revista en particular y del teatro en general. Como rectificar es de sabios, quisiéramos poner de manifieto la inexactitud incluida en la entrada IV del homenaje realizado a doña Virginia de Matos cuando, siguiendo las palabras textuales del maestro Fernando García Morcillo procedentes del libro homenaje que le dedicó la SGAE y Fundación Autor y recogidas por Manuel Román y Ángel Galván afirmábamos aquello de que "Juan Manuel Álvarez de Lorenzana se inventó lo de que era vizconde".


Nada más lejos de la realidad, el sr. Álvarez de Lorenzana poseía su título y era noble tal y como nos ha confirmado su hijo en privado. Desde aquí le pedimos disculpas y, como rectificar es de sabios, así lo hacemos.

viernes, 8 de mayo de 2009

En el fallecimiento de Virginia de Matos... HOMENAJE (IX)



A pesar de que su participación, comparda con la d eotras vedettes de la época, en el mundo de la revista musical española fue algo efímera y abarcó poco más de tres lustros, lo que sí es cierto es que todos los que tuvieron la fortuna y la suerte de contemplar sobre las tablas de un escenario convergieron en afirmar acerca de ella que era "la vedette más vedette de todas las vedettes" especialmente por su apostura, belleza y elegancia a las que muy pocas artistas de su categoría solían aproximársele.

Virginia nos dejó ya en este mundo, pero no para siempre. No para los que amamos el teatro en general y la revista en particular. No para aquellos que nos dedicamos a la investigación teatral. No para aquellos que queremos que s ehaga justicia con nuestros intérpretes. No para aquellos que, como el que les escribe, espera poder escribir una biografía sobre ella y que España entera le rinda el homenaje que se merece. ¿Sueños? ¿Realidad? El tiempo lo dirá. Lo que sí es cierto es que cuando escribimos estas líneas, lloramos su pérdida como si de alguien de nuestra familia se tratase. Hasta otra, Virginia. Un beso de todos los amantes de la revista en general y dle teatro en particular.

¡Ah! y recuerdos también a Celia, a Queta, a Alfonsito del Real, a Alfonso Goda, a Pepe Bárcenas, a Lepe, Heredia, Alady, Mary Santpere, Zori, Santos, Codeso...

QUE DIOS TE BENDIGA VIRGINIA.

QUE DIOS LOS BENDIGA.

Amén.

En el fallecimiento de Virginia de Matos... HOMENAJE (VIII)


Ya en los años sesenta y, mientras representaba la comedia Irma la dulce (1960), Virginia se retiró, eso sí, siempre acompañada de su madre y, en la actualidad, vive en su piso de Madrid alejada de los ambientes frívolos que tanto había frecuentado en su juventud. Lo que sí es cierto, es que siempre supo sacar partido a su belleza y lozanía granjeándose la admiración constante de compañeros y público en general siendo calificada como "la vedette más vedette de todas las vedettes" gracias a su extraordinaria figura y una simpática sonrisa que hizo tambalear los cimientos de más de un matrimonio de la época.

En el fallecimiento de Virginia de Matos... HOMENAJE (VII)


Virginia de Matos participó también en diversas producciones cinematográficas a las órdenes de importantes realizadores como Ladislao Vadja para el que rodó en 1950 el film Sin uniforme en un pequeño papel como bailarina; Balarrasa, de José Antonio Nieves Conde en 1951; El cerco del diablo (1952) del mismo artífice y, finalmente en 1955, intervino en dos películas, La otra vida del Capitán Contreras de Rafael Gil, cuya participación quedaba reflejada en los títulos de crédito del filme como "una fugaz colaboración de", no obstante su papel en ella se ciñe a pasear su figura montada en bicicleta ante los ojos de unos asombrados Fernando Sancho y Fernando Fernán-Gómez mientras la ven pedalear atónitos y Cancha Vasca de Alfredo Hurtado y Anselmo Plaza, donde por entonces comenzó un noviazgo con el hijo de la gran actriz María Asquerino.

En el fallecimiento de Virginia de Matos... HOMENAJE (VI)


Tras ¡Aquí, Leganés!, Virginia de Matos interviene en otras revistas como Pitusa (1952) de Fernández de Sevilla y Moreno Torroba en el Calderón de Madrid o Amor a tanto por ciento (1953), en el madrileño Teatro Álvarez Quintero junto a Roberto Rey y Rafael Cervera en una divertidísima revista con libreto de Blanca Flores y Ángel Soler y partitura del maestro Moraleda, aunque, siempre será recordada por la "comedia musical en dos actos" Dos Virginias (1955), un bombazo revisteril para la época y para su principal intérprete.
Con libro de Leandro Navarro y música del maestro Fernando Moraleda, la revista supuso uno de esos éxitos difíciles de olvidar en la carrera de cualquier artista. La vedette, de escultural figura y, con enorme gancho entre el público masculino, hizo las delicias de los espectadores que asistieron noche tras noche al Teatro Maravillas de Madrid a presenciar las dos historias que nos contaba el argumento de la obra, acompañada por Manolo Gómez Bur y Julita Blanco y el fabuloso ballet que la cortejaba que contaba entre sus integrantes con una jovencísima Concha Velasco.
En Dos Virginias (1955), la protagonista cantaba un precioso beguine titulado "¡Míreme señor" que, apoyada con un bastón en la mano y ataviada con un simple traje de baño azul marino de pronunciado escote en la espalda y con el simple adorno de una enorme hebilla en la cintura, enfervorizaba a la masculina concurrencia...

¡Míreme, señor!
Pero contemple fijo sin temor
no soy la misma que antes admiró
yo sé que duda usted, lo sé, lo sé.
Sé que lo piensa usted, señor;
pues al mirarle yo también dudé
si es usted el mismo que anteayer me requebró
cuando esperando a su mujer estaba usted
en el Hotel Emperador.
Los parecidos a veces son mentira
si a un enemigo le dices "vida mía".
Esto es lo mismo, son dos Virginias, niño,
las que hoy has visto
yo te lo digo puedes comprobar mirando.
Sí, mirando.

Concha Velasco cuenta al respecto que, en cierta ocasión, cuando Virginia concluyó el anterior número, un militar, con pistola en la mano y, enardecido, levantó su arma al cielo del teatro y pidió a la joven repetirlo. Viendo que la vedette no lo repetía, el susodicho miembro disparó dos tiros al techo para que Virginia volviera a cantarlo y, efectivamente, así tuvo que hacerlo.
Pero, junto al anterior beguine, en la citada revista también destacaron números como el pasodoble "Mis bandoleros" o la marchiña "¡Pobrecita yo...!":


¡Pobrecita yo,
qué pena me doy!
¡Ah..., ah..., ah..., ah..., ah..., ah...!
¡Pobrecita yo,
qué solita estoy!
¡Ah..., ah..., ah..., ah..., ah..., ah...!
Consuéleme usted,
tenga la bondad.
¡Ah..., ah..., ah..., ah..., ah..., ah...!
Pues soy tan jovencita
y tan desgraciadita
que necesito
que me quieran de verdad,
con un cariño intenso,
con un amor inmenso
que me consuele en medio
de mi soledad.
Dale que dale,
dale fuerte
que no cese de llorar.
Dale que dale que esta pena
sólo tú me quitarás.
Las ovejitas hacen
¡¡Beeeh!!
Y las vaquitas dicen
¡¡Muuuh!!!
Como no saben expresarse,
en el mugido tal vez
pondrán su corazón.

Los espectadores recibían una foto de la artista invitándoles a cantar junto a ella el estribillo de mencionada marchiña, lo que provocaba los delirios de los espectadores masculinos; lo mismo que sucedía cuando Virginia entonaba el baiao "El tropezón":


Un tropezón sentimental se puede dar
y que padezca por el susto el corazón,
un meneíto por aquí,
un meneíto por allá,
otro pasito por aquí
pero cuidao con tropezar;
pues si tropiezas una vez
le coges gusto al tropezar.
Báilalo así, báilao así,
báilalo ya.

En el fallecimiento de Virginia de Matos... HOMENAJE (V)


El 25 de enero de 1951, se alzó al telón del madrileño Teatro Martín para estrenar la revista en dos actos ¡Aquí, Leganés!:


"El 25 de enero es una fecha que nunca olvidaré, porque fue el segundo pateo que conocí en mi carrera. Y eso que con muy buen criterio José Muñoz Román, que era el dueño del teatro, me advirtió: "Fernando, sería mejor que el dúo entre Virginia de Matos y Antonio Garisa se convirtiera en un intermedio musical solamente; con ello evitaríamos la posibilidad de un pateo la noche del estreno".
Me lo sugirió con mucho tacto. Además, de esa manera se ganaba tiempo para los cambios de atrezzo y de vestuario. Pero el verdadero problema estaba en la poquita voz de Virginia, porque Garisa no cantaba mal y además bordaba el papel.
Total, que se convenció a la supervedette para que no interpretara el dúo con la excusa de que estaba cargada de números. A pesar de todo, el pateo no se pudo evitar. Creo que fue más bien por la claque organizada por los familiares de la vedette que, con su madre al frente, no pararon de jalear a la hija: "¡Qué bien lo canta la niña! ¡Qué guapa está! ¡Olé mi niña!"
El público tenía otra opinión y eso provocó un enfrentamiento con el consiguiente pateo. Yo estaba colocado entre las primeras filas, con el público a izquierda y derecha. Ya he dicho que en el Martín no había una pasarela de separación y a mí no me convenía dirigir en esas condiciones, pero al final el dueño del teatro me prometió que los primeros asientos estarían ocupados por él y unos amigos suyos. Con el vocerío que se estaba montando yo miraba a uno y otro lado pero allí no estaba este hombre ni vi caras conocidas, ni amigos ni nada.
"Finalizado el primer acto se montó el escándalo. Yo me senté y la silla se movía como un flan, no sólo por mis nervios, sino porque el público pateaba con fuerza el suelo y aquello retumbaba muchísimo. Nunca había vivido una cosa así, y jamás se volvió a repetir. Yo sudando la gota gorda, con la excitación a flor de piel y rogando que terminara todo cuanto antes.
[...] Así empecé los compases del intermedio musical, con aquel cantable que debía interpretar Virginia. Cuando se levantó el telón para iniciar el segundo acto, los ánimos estaban calmados gracias al tema melódico, que los espectadores ovacionaron con entusiasmo. Entonces, ya pude respirar aliviado mientras los que ocupaban las primeras filas, que me habían visto pálido unos minutos antes, me decían en voz baja: "Muy bien, maestro, muy bien, estupendo; siga así, maestro, muy bien". La obra fue un éxito personal de Antonio Garisa".

En el fallecimiento de Virginia de Matos... HOMENAJE (IV)


Conoció a su marido, el vizconde de Barrantes, Juan Manuel Álvarez de Lorenzana cuando éste presenciaba una de sus revistas. Se quedó totalmente prendido de la belleza de la joven y acabó casándose con él en la embajada cubana en Madrid. Aquel matrimonio hizo aguas, entre otras razones, porque no sólo el marido se inventó lo de que era vizconde, sino porque, misteriosamente, todo el patrimonio del que solía hacer alarde, especialmente ante su madre política, desapareció al poco tiempo de la boda. Corría el año 1951. Virginia, reanuda entonces sus apariciones revisteriles.
El tándem de autores, José Manuel Iglesias y García Morcillo, habían escrito ¡Aquí Leganés! expresamente para Virginia y para Miguel Ligero; sin embargo, éste último por desacuerdos con la empresa, no llegó ni tan siquiera a debutar en la comedia, siendo sustituido por un jovencísimo Antonio Garisa, un aragonés quien, hasta entonces, siempre había actuado en provincias.
Su argumento trataba de un individuo que, haciéndose pasar por médico, se dedicaba a recetar a sus pacientes bicarbonato como el mejor y único remedio para curar sus males. El maestro García Morcillo compuso una serie de inspiradísimos números musicales: "¡Aquí, Leganés!", "¡Qué mujer!", "Papá Noel", "La morronguina", "¡Ay, qué loquita!", "Aventureros del mar", "¿Escocés o madrileño?", "Las flechas del amor", "El ensueño del humo", "De aquí para allá", "Bajo el cielo de Miami", "El azar" y unos cuantos más a ritmo de marcha, samba, foxtrot, rumba, guaracha o pasodoble:


"Es una de las revistas que recuerdo con mucho agrado. Cuando Virginia de Matos abandonó la obra ocupó su puesto Lina Rosales, que era muy elegante, una mujer bellísima, excelente actriz y, desde luego, muy buena cantante. Después de Lina, continuó representando el papel la vedette cubana América Imperio".

En el fallecimiento de Virginia de Matos... HOMENAJE (III)


A pesar de que no estuvo mucho tiempo dedicándose al teatro frívolo, Virginia de Matos estrenó algunas de revistas de reconocido éxito entre las que destacaron ¡Yo soy casado, señorita! (1948), de Muñoz Román y el maestro Guerrero donde Virginia iba de tercera y la estrella era la espléndida vedette América Imperio acompañada de Marujita Díaz, Lepe, Cervera, Antonio Garisa y, como galán cantante, el célebre Carlos Casaravilla; Los Países Bajos (1949), con libreto de Enrique Paradas y Joaquín Jiménez y música del maestro Guerrero o El último güito (1950), estrenada el 7 de julio de mencionado año en el Teatro de La Zarzuela de Madrid.
Ideada por José Manuel Iglesias, se trataba de un vodevil cuyo argumento giraba en torno a las peripecias que acaecían a dos sinvergüenzas que abrían una tienda de sombreros, lugar donde se desarrollaba toda la trama; no obstante, la palabra "güito" era el nombre con el que los castizos aplicaban a un sombrero que se usaba años antes de la guerra con un aspecto similar al del bombín, pero de menor alzada. La música la compuso el brillante maestro García Morcillo:

Para representar El último güito contamos con la participación de la actriz Virginia de Matos, una jovencísima madrileña, con tan sólo diecinueve años, que debutó ya con éxito en el mítico Teatro Fontalba.

La compañía estaba formada, además de por Virginia, por Julia Lajos, Maite Pardo, Erasmo Pascual, Venancio Muro y la participación de diez vedettes y treinta vicetiples:


Virginia de Matos sabía sacar partido a su extraordinaria belleza y lozanía. Por ejemplo, cuando cantaba aquella rumba tan excitante, "¡Qué calor!", los espectadores le perdonaban la escasez de voz con tal de verla evolucionar con su exquisita sensualidad por todo el escenario; sin embargo, a los tres meses del estreno de la obra, la actriz se descolgó del cartel y en su lugar debutó Paquita Gallego, otra actriz de características morfológicas y artísticas similares a las de su antecesora: "Es que Virginia se casó con un señor que la retiró de los escenarios al mes de contraer matrimonio. Ésa fue la causa de su repentino abandono, aunque después volvió para estrenar ¡Aquí Leganés!"

Virginia, según críticas de la época, resultaba fascinante cantando el pasodoble "La gloria torera" o entonando, al compás de un sensual movimiento de cadera la samba "Corazón" mientras deleitaba a la masculina concurrencia.
En 1950 también estrena, con libreto de Fernández Díez y música del maestro Ernesto Pérez Rosillo, la revista El gran turismo, concretamente el 26 de mayo y en el madrileño Teatro Fontalba. De ese mismo año destaca su participación en la revista de Montorio con libreto de Portes y Llabrés, Los tres maridos de Eva, estrenada el 4 de octubre en el Teatro Martín de Madrid.

En el fallecimiento de Virginia de Matos... HOMENAJE (II)


Lo que son las cosas y el capricho del destino. Ese insuperable sino al que el célebre don Álvaro del Duque de Rivas se plagaba, ha hecho que Virginia de Matos, la vedette más popular de España durante los años cincuenta falleciese en el mismo mes y, pocos días después, que lo hiciese en 2003 la denominada "otra" reina de la revista, Queta Claver.

Queta, nuestra admirada, venerada, queridísima, bella y nunca suficientemente llorada Queta Claver, nos dejó un 3 de mayo de 2003 en la más completa pobreza y soledad (y eso que éste que les escribe no lo sabía porque si no ya hubiese procurado yo por todos los medios rescatarla del más profundo e einsoslayable de los olvidos al que la habían relegado). Virginia de Matos, falleció el martes 5 de mayo de 2009 en Madrid víctima de una neumonía. Pocas personas seguramente s ehabrán hecho eco de la noticia a no ser por nuestra página ya que ni tan siquiera los medios de comunicación nacional se han percatado de ello.

A pesar de que Virginia ya se encontraba retirada del mundo del teatro desde hacía muchos años, los que la admirábamos (y eso que el que les escribe tan sólo tiene 32 años y no pudo, desgraciadamente, verla sobre los escenarios) y queríamos aún a pesar de no haberla conocido, sabíamos que tenía tres cosas fundamentales en el mundo de la revista: belleza, elegancia y un "pasar la batería" que muy pocas artistas han sabido hacer.

Ahora, tres días después de su fallecimiento, aún nos lamentamos de su irreparable pérdida; si bien nos devuelve la sonrisa saber que, allá, en el cielo de los cómicos, Virginia está junto a Celia, Queta, Zori, Santos, Codeso, Alfonso del Real, Alfonso Goda y tantos y tantos otros artistas de nuestra querida revista que nunca serán lo suficientemente llorados y agradecidos por las sonrisas y los buenos momentos que nos hicieron pasar.

A todos aquellos que no creen en nada, a los que creemos en un Dios que todo lo puede, y a aquellos otros que ni les va ni les viene, recordarles una cosa: somos lo que somos, gracias a lo que hemos sido. Y Virginia de Matos fue, es y seguirá siendo, "la vedette más vedette de todas las vedettes" que pisaron un escenario. Así fue. Así es. Así será.

En el fallecimiento de Virginia de Matos... HOMENAJE (I)


Amigos y amantes de la revista en general y del teatro en particular. Conmocionados aún por la terrible pérdida que ha supuesto para el mundo del complicado arte de Talía el irreparable fallecimiento de "la vedette más vedette de todas las vedettes", Virginia de Matos, queremos rendirle un pequeño pero más que merecido homenaje a una de las SEÑORAS DE LA PASARELA más importantes y más guapas que ha habido en este país nuestro, hipócrita y farisáico que prontamente olvida a sus artistas y a todos aquellos que lo encumbraron. Nosotros, para no compararnos con los denominados "medios de comunicación", quienes igualmente obvian múltiuples noticias en detrimento de insufribles politiqueos y politiquillos de pacotilla, futbolistas de renombre que no han dado un palo al agua, deleznables problamas de telerrealidad o lamentables dimes y diretes de personajillos de intachable "moralidad" y de no menos "intachable" conducta de la prensa rosa, amarilla, verde y morá, vamos a dedicarle una serie completa a repasar algunos acontecimientos y obras de la SEÑORA doña Virginia de Matos, volviéndoos a conminar a que si conoceis alguna anécdota sobre ella, la compartáis con nosotros.

¡¡VIVA LA REVISTA!!

Casi un siglo de... LA CORTE DE FARAÓN (y XX)



Cuadro IV
¡Sigue la curda!

Interior de la cuadra en casa de EL TÍO PELEÓN. Una ventana a la izquierda en alto. Un banco de piedra. Toneles de vino.

Debajo de la ventana, EL TÍO PELEÓN duerme la pítima con una bota de vino entre las manos. EL TABERNERO, a sus pies con una curda doble, duerme también. Un candil ilumina la escena. PEPIYO, descolgándose por el ventanal, cae sobre EL TÍO PELEÓN.

PEPIYO
(Al caer.)
¡Ahí va a ese saco de huesos!

EL TÍO PELEÓN
(Despertando.)
¡Zapateta!

PEPIYO
(Asustado.)
¿Eh? ¿Quién anda
por ahí? ¡El señor alcalde!

EL TABERNERO
(Despertando también.)
¡El mozo de estoques!

PEPIYO
(Reparando en él.)
¡Arza!
Y el tabernero.

EL TÍO PELEÓN
¿A qué vienes
saltando por la ventana?

PEPIYO
A pedirle a usté un billete
de caridad.

EL TÍO PELEÓN
¿Qué te pasa?

PEPIYO
Que me voy.

EL TÍO PELEÓN
Mira, lo siento,
porque en este instante estaba
pensando en ti.

PEPIYO
¡Ay, Dios mío!
¿Cómo salgo de esta casa?

EL TÍO PELEÓN
Como cuentan en el pueblo
que dices la verdad clara
a aquellos que te preguntan,
quisiera que me explicaras
unas ideas que tengo
hace tiempo aquí grabadas.
Son cosas de la alcaldesa,
pero quiero descifrarlas.

PEPIYO
Pues pregunte, que yo siempre,
como es mi inocencia tanta,
digo la verdad a todos,
aunque les parezca amarga.

EL TABERNERO
Eso es verdad; de mí un día
dijo que echaba mucha agua
al vino ¡y era verdad!
¡No había quien lo probara!

EL TÍO PELEÓN
Pues explícame esta idea
que en la cabeza me anda.

(Música.)


Tengo idea de haber visto
a una hembra y a un varón
con vestidos como sombras
darse un fuerte palizón
y después que se agarraban
se ponían a bailar,
enseñando muchas cosas
por delante y por detrás.

PEPIYO
Eso es un bailable
de corte francés,
fíjese usté un poco
a ver si eso fue.

(Se alza el forillo de la cuadra y aparecen en el centro UNO y UNA, vestidos de negro; él con americana chulilla. Los dos con pañuelos colorados al cuello.)

EL TÍO PELEÓN
¡Eso es! ¡Eso es!

EL TABERNERO
¡Qué pareja tan extraña!
¡Recuelo! ¡Qué atrocidad!

PEPIYO
¡Silencio, que empiezan!
Oíd y mirad.

(Se agarra él del cuello de ella, que echa los brazos a la espalda, y con pasos muy menuditos bajan a la izquierda del proscenio, parando en seco cuando lo marca la música. A los tres golpes fuertes de orquesta, cae ella en el primero, brazo derecho de él; segundo, brazo izquierdo; tercer golpe, vuelven a quedar cogidos como al principio y vuelven a bailar a pasos menuditos hacia la derecha. Durante la escala que hace el cornetín, ella coge a él del pelo y él corre hacia atrás; da ella una vuelta, él otra y vuelven a los pasitos menudos. Las vueltas y las caídas cada vez que lo indica la orquesta con sus golpes secos y el mutis muy cogidos, muy abrazados y muy menudo el paso. Es un número de gran efecto cuidándolo. Cesa la música.)

(Hablado.)

EL TÍO PELEÓN
Eres un tío inventando.
Eso es lo que soñé yo.

PEPIYO
Pues es un baile francés
con arreglo y traducción.

EL TÍO PELEÓN
Ahora en premio a tu talento
yo te pido por favor
que no te vayas.

PEPIYO
Me quedo.
Pero con la condición
que no habrán de molestarme
las señoras.

EL TÍO PELEÓN
Se acabó.
Tú harás todo lo que quieras.

(Salen por la derecha EL BUTIFARRA, LA ALCALDESA, LA CARLOTA, PITÍ y MINÍ.)

EL BUTIFARRA
¿En dónde está ese ladrón?

LA CARLOTA
Míralo allí.

LA ALCALDESA
¡Sinvergüenza!

EL TÍO PELEÓN
¡Basta! Le protejo yo.

EL BUTIFARRA
Pero, ¿sabe usté lo que hizo?
¡Pretendió manchar mi honor!

EL TÍO PELEÓN
Si hubieras estado en casa
como era de razón,
no hubiese entrado en tu cuarto
nadie...

EL TABERNERO
Dice bien, señor.

EL BUTIFARRA
Si yo me marché fue sólo
por cumplir mi obligación.

EL TÍO PELEÓN
¡Tu obligación esa noche
era quedar como Dios!
¡Encima de toas las cosas!

LA CARLOTA
Creo que tiene razón.

EL BUTIFARRA
Yo me fui a meter los toros
en su encierro, porque yo
lo prometí, y hasta que
los metí en el cajón...

EL TÍO PELEÓN
¡Chico! ¡Tú no metes na!

PITÍ
(¡Ya lo sabe!)

MINÍ
(¡Se enteró!)

EL TÍO PELEÓN
(A PEPIYO.)
Y ahora ven tú aquí. Te nombro
subsecretario mayor
del Ayuntamiento.

PEPIYO
Gracias.

EL TÍO PELEÓN
¡Con gastos y habitación!

LA ALCALDESA
(Se queda en casa. ¡Qué gozo!)

LA CARLOTA
(¡Se queda! ¡Mucho mejor!)

LA ALCALDESA
(A PEPIYO.)
Me verás a todas horas.

LA CARLOTA
(A PEPIYO.)
Vendré a verte.

PEPIYO
¡Cómo voy
a ponerme ahora mi cuerpo
de ternera y de jamón!

EL BUTIFARRA
¡Carlota! Veré si puedo
enmendarme.

PITÍ
Creo que no.

LA CARLOTA
Recibo en casa los jueves;
les invito a la reunión.

PEPIYO
¡Callad! Me ocurre una idea
para darle más sabor
a estas suarés. Ved un cuadro
que será de sensación.

[Cuadro V]
[Apoteosis. Juerga perpetua]

Se hace el oscuro, sube el fondo de la cuadra y aparece un telón de casa blanca adornado con carteles y trofeos taurinos. En el centro del telón y a una altura de dos o tres metros, una gran cabeza de toro y sobre ella este rótulo:

MARROJO QUE HIRIÓ AL BUTIFARRA

La escena representa una juerga andaluza. El Coro vestido en relación con lo que el cuadro representa. Gran animación.

(Música.)

(Cuatro Mujeres hermosas, envueltas en mantones de Manila, con faldas de raso de colores vistosos y sombreros anchos claros, durante el número evolucionan y bailan a gusto del director de escena, maestro de baile o encargado de este asunto, pero sobre todo, que la evolución tenga novedad y sea vistosa.)

PEPIYO, LA CARLOTA y LA ALCALDESA
Gitana,
morena,
morucha,
que reinas en mí.
No vayas a buscar
quereres por ahí,
que no vas a encontrar
otro cariño así.
Serrana,
negrucha,
vente pa qui.
(Bailan garrotín.)
Que dale garrotín,
que toma garrotán,
el cuerpo mueve así
pa que te caiga sal.

TODOS
Que toma garrotán,
que dale garrotín,
porque es toda tu sal
pa mí.
Gitana,
morucha,
serrana,
feucha,
mi nena,
morena
y venga garrotín
y vaya garrotán.
¡Ah!
No vayas a buscar
quereres por ahí,
que no vas a encontrar
otro cariño así.

(Cesa la música.)

PEPIYO
(Al público.)
Y pido a la conclusión,
si sois tan buenos señores,
perdón para los autores
de El pueblo del Peleón.
TELÓN

miércoles, 6 de mayo de 2009

HA MUERTO VIRGINIA DE MATOS


Amigos y amantes de la revista. Nos vestimos de luto para daros a conocer la noticia que nos ha caído, y especialmente al que os escribe, como un auténtico jarro de agua fría cuando esta mañana lo he sabido por su sobrino.

La que fuera "la vedette más vedette de todas las vedettes" de la revista musical española, falleció ayer a las siete de la mañana en Madrid a consecuencia de una neumonía.

Desde estas páginas queremos hacerle llegar a su familia nuestro más sentido pésame a la par que conminamos a todos los amantes del género a rendirle un homenaje a Virginia contando las anécdotas que hayáis vivido en los escenarios junto a ella porque ahora ya están las tres grandes damas de la revista juntas en el cielo de los cómicos: Celia Gámez, Queta Claver y Virginia de Matos. Toda una vida de arte, dedicación, trabajo y esfuerzo para que ni los tan nombrados medios de "comunicación" se acuerden de rendirles el homenaje que se merecen. Que Dios las bendiga a las tres y hoy, muy especialmente, a Virginia de Matos porque ahora, de seguro, está allí con los ángeles invitándolos a cantar junto a ella: "¡Pobrecita yo, qué solita estoy! Aaaaaaa. Cónsueleme usted, tenga la bondad, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. "

UN BESO Y QUE DIOS TE BENDIGA, VIRGINIA. Siempre estarás en la mente y en el corazón de los que amamos la revista y el TEATRO y especialmente de este que escribe porque mientras teng un soplo de vida recordará siempre a la revista y sus intérpretes.

AMÉN.