¡VIVA LA REVISTA!

¡VIVA LA REVISTA!

lunes, 3 de mayo de 2010

Aquellas inolvidables revistas... (II): "Metidos en harina"


Metidos en harina (1953), fue un sainete que, con libreto de Manuel Baz y música del maestro García Morcillo fue estrenado el 13 demayo en el Teatro Fuencarral con excelentes números musicales como el baiao “Pay-pay japonés” interpretado por Elisa Vardon, el fox vaquero “¡Qué guapo es mi vaquero!” delque hizo una excelente creación Lolita Garrido, el pasodoble “Muchachita casera”, el baiao“¡Baile el baiao!”, también interpretado por la Garrido o el fox “¡Ay, Leonor” y la célebre canción navarra “La bota”, otro éxito del trío Zorí, Santos y Codeso, convertido, debido al éxito alcanzado, en himno de las fiestas patronales tudelanas:
El vino de Tudela,
según dice mi abuela,
es algo que se cuela,
que se cuela sin querer...
¡La bota!
Venga que me harte de beber...
¡La bota!
Su argumento, con personajes típicamente sainetescos que recogía de la tradición más española, nos trasladaba al interior de un despacho de panadería donde Facundo, tipo apocado y marido de Elvira, se rebela contra los mandatos de su dominante esposa. Por otra parte, el joven Atilano anda en amores con la hija de aquellos, Isabel, pero don Próspero, padrastro del muchacho no ve con buenos ojos la relación entre ambos ya que Atilano debe dedicarse a acabar sus estudios antes de andar detrás de las mujeres. Así, pues, contrata a Paz, una bellísima mujer de vida alegre para hacerle llegar el rumor a Isabel, a través deanónimos, de que Atilano está flirteando con ella y así deshacer la relación de los muchachos. Una vez que Isabel se entera de las supuestas relaciones entre Paz y su novio consigue que su padre lo siga para ver si verdaderamente esos anónimos que está recibiendo son ciertos. Facundo ve entonces una vía para poder sacarle dinero a su mujer y así lo hace; pero cuando Elvira lo descubre pone el grito en el cielo y arremete contra él y contra Atilano, quien se ha presentado en la tahona donde despachan el pan sin conocer laexistencia de los anónimos.
Las cosas comienzan a complicarse cuando Facundo se encuentra en una cafetería con Paz, a la que corteja, y llega don Próspero. Para disimular, Paz presenta a su acompañente como su tío Jeromo. Don Próspero le entrega entonces catorce mil pesetas como pago del engaño y Facundo, extrañado, no pone, evidentemente, ninguna objeción a tan suculento pastel poniendo en evidencia las verdaderas intenciones de don Próspero: resulta que éste se casó con doña Clotilde, una mujer viuda, rica y fea que, al morir, dejó en usufructo todo su dinero a aquél hasta que su hijo, Atilano, se casara, de ahí su negativa al noviazgo con Isabel.
Napoleón, taxista, secretario y a su vez amigo de don Próspero le entera de que ha
visto a Atilano flirtear con Paz y que no conoce a ningún pariente vivo de la chica. Pero, de repente se presenta el verdadero tío de Paz ante don Próspero reclamando que ella se case. Aquél entonces lo confunde con el panadero, Facundo, y cree que es a Isabel a la que tiene que casar con su hijastro, por lo que, aparentemente y, gracias al bastón de Jeromo, don Próspero accede a la boda de los jóvenes. Atilano entonces, para darle celos a su novia, se hace fotografiar en una verbena comiendo churros con Paz aunque el enredo alcanza cotas de difícil resolución cuando don Próspero conoce a Elvira, con quien estuvo a punto de contraer matrimonio y a la que toma por madre de Paz.
Finalmente las cosas se aclararán y todo volverá a su cauce: Atilano se casará con Isabel y ésta, siguiendo el ejemplo de su madre, ordena y manda a su pobre marido quien, junto a su suegro Facundo y su padrastro don Próspero se ven los tres trabajando en la panadería y metidos en harina mientras Isabel y Elvira los controlan poniendo así fin a las aventuras de esta singular panadería con un espectacular apoteosis:
Cuando el Carnaval termina
se levanta el antifaz
y todo lo que se quiera
en un momento se hace verdad.
La función ya ha terminado,
a bajarse va el telón.
Todos los de la revista
quieren decirles:
“¡Adiós, adiós!”

No hay comentarios: