Lina Morgan entonces recibe una oferta de parte de “los chicos”, que así
eran conocidos Tomás Zori y Fernando Santos, para que se una con ellos como
estrella y empresaria en su compañía de revistas. La compañía de Zori-Santos
era una de las más populares y rentables del oficio además de que invertían
mucho en el espectáculo, decorados deslumbrantes, trajes de lujo, en
definitiva, era una compañía de renombre bien situada en el teatro español;
así, Lina decide unirse a ellos, pero con una serie de condiciones: cobraría un
sueldo, se repartirían los beneficios y no las pérdidas.
Debutan en Valencia en el Teatro Ruzafa la noche del 22 de diciembre de
1972 con una revista original de Manuel Baz titulada Un, dos, tres… cásate
otra vez, con música del maestro Fernando García Morcillo. Tras treinta y
ocho días de éxito ininterrumpido en el Ruzafa, este célebre coliseo echó el
cierre para siempre tras estas representaciones, a pesar de que la empresa les
pidió que actuasen hasta las Fallas pero compromisos con el Teatro Alcázar de
Madrid donde iban a estrenar no se lo permitían.
La crítica especializada decía que Lina Morgan estaba renovada en su
difícil trabajo de excepcional supervedette-actriz cómica, de artista genial y
fuera de serie en el género frívolo y en más importantes manifestaciones del
teatro, de la televisión y del cine. La actriz alcanza un triunfo
personalísimo, muy legítimo, con el estreno de esta obra. Una extraordinaria
vocación escénica los de esta madrileña actriz, guapa y joven, que pasa la
batería, entusiasma al público y hace reír a carcajadas, con limpios y
sorprendentes recursos, a todos los espectadores.
El 23 de diciembre de 1973, en el Teatro Argensola de Zaragoza, estrenan
la revista El cuento de la lechera, de Manuel y Fernando Baz y Tomás
Delgado con música nuevamente de García Morcillo. Las dos obras musicales
obtienen grandes índices de recaudación colocándose en el primer puesto de los
chivatos teatrales. Comiéndose por entero a sus excolegas Juanito
Navarro-Colsada en La Latina que presumían de que Lina no les hacía falta. El
10 de noviembre de 1974, la actriz dice adiós a la compañía de Zori-Santos, en
el Ruzafa de Valencia, para dedicarse al cine. La idea de Lina era que todo
este dinero ganado iría para invertirlo en formar su propia compañía de
revistas.
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