Para continuar con nuestro particular homenaje a "la bomba atómica cubana", procedemos a incluir algunos de los artículos que la prensa dedicó al fallecimiento de la vedette que mejor supo mover las caderas. Espero que os ayude a comprender mejor la importancia y el "boom" que en nuestro país supuso la llegada en 1954 de Blanquita Amaro para poner en escena una exitosa producción de Joaquín Gasa como "Llegó el ciclón".
"En Miami, donde residía desde hace varias décadas, falleció ayer, a los 84 años, como consecuencia de un problema cardíaco, la actriz, cantante y bailarina Blanquita Amaro. Había nacido en 1923 en Cuba, y desde su adolescencia se sintió atraída por los ritmos de su tierra natal, a los que ella les aportaba su pícara sonrisa y su esbelta figura. Un empresario le ofreció la oportunidad de actuar en un night-club de La Habana y ella, pese a la oposición de sus padres, aceptó el contrato que le permitió lograr una rápida popularidad tanto en los teatros como en la radio de su ciudad natal.
Su simpatía y ese electrizante movimiento que le imprimía a su ágil cuerpo la convirtieron en una de las figuras más populares de aquella época, y compartió varias temporadas con las principales vedettes de una etapa artística cubana en la que ella supo destacarse por su novedosa forma de actuación. Requerida por varios productores mexicanos, Blanquita Amaro continuó su trayectoria en aquel país, donde fue bautizada como "La Reina del Mambo", y en 1947 se afincó en la Argentina, donde muy pronto ganó una enorme popularidad.
Con Tita Merello y Alberto Castillo compartió una exitosa temporada en el teatro Casino, y su carrera escénica prosiguió en los principales escenarios porteños, junto a las más populares figuras del momento. Sus vestidos resplandecientes, su amplia sonrisa y ese modo de actuación sensual y gracioso al mismo tiempo la convirtieron en una de las vedettes predilectas del público local, que siguió también su labor radial y agotó sus discos grabados a lo largo de los años.
Con el aval cinematográfico de Estampas habaneras , película que Blanquita Amaro había rodado en su tierra en 1938, no le fue difícil que los productores le ofrecieran la posibilidad de protagonizar varios films a poco de llegar a la Argentina.
En radio hizo Canciones y sonrisas de América (1947), con Fidel Pintos, y Belleza tropical (1949), con Pablo Palitos.
En la pantalla grande rivalizó con su coterránea Amelita Vargas, con quien trabó amistad mucho tiempo después, y en 1948 "La Reina del Mambo" acompañó a Los Cinco Grandes del Buen Humor en Cuidado con las imitaciones , película que le abrió un amplio espacio para proseguir su labor cinematográfica. Un año después actuó en Una noche en el Ta-Ba-Rin , y posteriormente rodó A La Habana me voy , El seductor y Buenos Aires a la vista , las tres realizadas en 1950; Locuras, tiros y mambos (1951), Bárbara Atómica (1952) y Casada y señorita y Mi viudo y yo , ambas de 1954. Con show propio
Tras permanecer casi un lustro en la Argentina viajó a Miami, donde produjo y animó su propio show televisivo, y en la década del setenta volvió a los escenarios porteños junto a Amelita Vargas.
De regreso a Miami prosiguió su trabajo artístico y, fundamentalmente, se dedicó a atender a Idania, su hija, que falleció hace algunos meses.
Blanquita Amaro quedará en el recuerdo como una de esas figuras extranjeras que aportaron calidad y simpatía tanto al cine como al teatro argentino dentro de una trayectoria que difícilmente caiga en el olvido de ese público que la ovacionó tanto.
Por Adolfo C. Martínez Para LA NACION".
Su simpatía y ese electrizante movimiento que le imprimía a su ágil cuerpo la convirtieron en una de las figuras más populares de aquella época, y compartió varias temporadas con las principales vedettes de una etapa artística cubana en la que ella supo destacarse por su novedosa forma de actuación. Requerida por varios productores mexicanos, Blanquita Amaro continuó su trayectoria en aquel país, donde fue bautizada como "La Reina del Mambo", y en 1947 se afincó en la Argentina, donde muy pronto ganó una enorme popularidad.
Con Tita Merello y Alberto Castillo compartió una exitosa temporada en el teatro Casino, y su carrera escénica prosiguió en los principales escenarios porteños, junto a las más populares figuras del momento. Sus vestidos resplandecientes, su amplia sonrisa y ese modo de actuación sensual y gracioso al mismo tiempo la convirtieron en una de las vedettes predilectas del público local, que siguió también su labor radial y agotó sus discos grabados a lo largo de los años.
Con el aval cinematográfico de Estampas habaneras , película que Blanquita Amaro había rodado en su tierra en 1938, no le fue difícil que los productores le ofrecieran la posibilidad de protagonizar varios films a poco de llegar a la Argentina.
En radio hizo Canciones y sonrisas de América (1947), con Fidel Pintos, y Belleza tropical (1949), con Pablo Palitos.
En la pantalla grande rivalizó con su coterránea Amelita Vargas, con quien trabó amistad mucho tiempo después, y en 1948 "La Reina del Mambo" acompañó a Los Cinco Grandes del Buen Humor en Cuidado con las imitaciones , película que le abrió un amplio espacio para proseguir su labor cinematográfica. Un año después actuó en Una noche en el Ta-Ba-Rin , y posteriormente rodó A La Habana me voy , El seductor y Buenos Aires a la vista , las tres realizadas en 1950; Locuras, tiros y mambos (1951), Bárbara Atómica (1952) y Casada y señorita y Mi viudo y yo , ambas de 1954. Con show propio
Tras permanecer casi un lustro en la Argentina viajó a Miami, donde produjo y animó su propio show televisivo, y en la década del setenta volvió a los escenarios porteños junto a Amelita Vargas.
De regreso a Miami prosiguió su trabajo artístico y, fundamentalmente, se dedicó a atender a Idania, su hija, que falleció hace algunos meses.
Blanquita Amaro quedará en el recuerdo como una de esas figuras extranjeras que aportaron calidad y simpatía tanto al cine como al teatro argentino dentro de una trayectoria que difícilmente caiga en el olvido de ese público que la ovacionó tanto.
Por Adolfo C. Martínez Para LA NACION".
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