Por estos años, Queta ya se encontraba encumbrada al más alto nivel dentro de las lides revisteriles siendo entonces considerada por la crítica teatral de la época como la digna sucesora de Celia Gámez quien, por aquellos años representaba la opereta S.E., la Embajadora con mucho éxito. Pero Queta, en pleno auge de su triunfo, decidió dejar el género frívolo, (más tarde volvería a él de la mano de los cómicos Zori y Santos representando diversas revistas como Tres eran tres los novios de Elena o Eloísa, Abelardo y dos más, entre otras) y dar un paso más en su carrera y dedicarse al llamado “teatro serio”, de ahí que aceptase ser la protagonista de la obra Micaela, de Joaquín Calvo Sotelo sustituyendo en su papel principal a Emma Penella o interpretar un papel en El nido ajeno, de don Jacinto Benavente, demostrando a sus fieles seguidores que podía interpretar cualquier clase de papel, ya fuese en comedia o en revista. Precisamente por esta dualidad, puede afirmarse que Queta fue una actriz perturbadora por su deslumbrante belleza física y conmovedora por la intensidad dramática con la que interpretaba determinados papeles. Así, pues, su participación en teatro serio se vio recompensada cuando en 1972 protagonizase la obra de Jaime Salom La noche de los cien pájaros en el madrileño Teatro Marquina, siendo entonces galardonada con el Premio Nacional de Teatro y llegando a la cima de su éxito.
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