Queta Claver, además, inició en 1963 una fulgurante carrera cinematográfica con el filme La bella Mimí y, hasta pocos años antes de morir, seguiría apareciendo en múltiples películas, programas y series de televisión amén de continuar con su verdadera pasión: el teatro. En este terreno llegó a interpretar papeles en múltiples obras como La casa de las chivas, Culpables, La playa vacía o El corto vuelo del gallo, todas ellas de Jaime Salom; El sueño de la razón, de Buero Vallejo; La condecoración, de Lauro Olmo; La noche del sábado, de don Jacinto Benavente; Picos pardos, de García Mauriño; Ocho mujeres, de Robert Thomas; Maya yerba... nooo, de Rafael Mendizábal, etc. Fue, además, dos veces Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo y llegó a convertirse en un rostro muy popular tanto en la gran como pequeña pantalla por las múltiples apariciones que tuvo en ambas. En amores, no fue tampoco muy afortunada; a pesar de haber enamorado a todo un país con unos asombrosos ojos verdes, acabó contrayendo matrimonio con el bailarín Paco Alba, pero el matrimonio, al no tener descendencia, fracasó y ambos se divorciaron. Desde entonces y hasta el momento de su fallecimiento, Queta no volvió a contraer matrimonio con nadie más.
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