La obra en la que Queta volvía una vez más a lucirse, estuvo recorriendo toda la geografía española durante muchos meses. No hubo un lugar en España en el que no se conocieran las aventuras de la chacha Florentina y todos los líos y enredos familiares en los que se vío metida, gozando siempre, en todas y cada una de sus actuaciones, de un formidable éxito, tanto de crítica como de público.
Tras La chacha, Rodríguez y su padre, el siguiente estreno de Queta sería en 1958 en el Teatro Alcázar de Madrid con otro sainete musical, obra de Muñoz Román y los maestros Moraleda y Cofiner: ¡Tócame, Roque!, estrenada la noche del 15 de octubre de mencionado año. La obra aludía, tal y como su propio nombre indica a una frase muy popular en el Madrid de la época: en la calle del Barquillo esquina a Belén existía una corrala habitada por setenta y dos familias. Al morir el dueño, sus dos hijos se disputaron la herencia de mencionado inmueble; entre ellos se decían “¡Tócame a mí!”. Uno se llamaba Juan, quien, a su vez, le repetía al otro: “¡Tócame, Roque!” Se ve que éste era mucho más prudente que su contumaz hermano, pero esta graciosa situación dio lugar al título de la revista: en la elegante y desierta cafetería “El Oasis”, conciertan los desesperados acreedores del joven Barón de Arandilla, la boda de este muchacho, mujeriego y disipador, con la hija del multimillonario Roque Corvejuela, para así poder cobrar los últimos picos que el citado Baroncito les adeuda. Don Roque, hombre enriquecido rápidamente le halaga sobremanera emparentar con un título; otro tanto piensa su señora y no digamos su hija, quien se ha enamorado perdidamente de este galán de moda al que llevan en palmitas las más bellas mujeres de Madrid. Todo sale a pedir de boca... Hasta que una de las enamoradas del Barón, Rogelia, viuda de Aguirremendigoechueta, mujer joven y pasional, se propone impedir tal matrimonio utilizando para ello cualquier medio, incluso la calumnia...
Al llegar ésta a oidos de don Roque organiza en una de sus grandes posesiones una extraordinaria fiesta para presentar su futuro yerno a sus amistades. Quiere en esta ocasión, averiguar si lo que le han dicho del Barón es cierto o no, por lo que el enredo de la revista está más que servido. Una revista repleta de múltiples números musicales que hacían las delicias del público masculino al ver a su estrella, Queta Claver entonar melodías como el pasodoble madrileño de las “Muchachas de azul”, la canzonetta del “Violaciocco”, la marchiña de “La Chana” o el cha-cha-chá titulado “¡Ráptame!”.
Tras La chacha, Rodríguez y su padre, el siguiente estreno de Queta sería en 1958 en el Teatro Alcázar de Madrid con otro sainete musical, obra de Muñoz Román y los maestros Moraleda y Cofiner: ¡Tócame, Roque!, estrenada la noche del 15 de octubre de mencionado año. La obra aludía, tal y como su propio nombre indica a una frase muy popular en el Madrid de la época: en la calle del Barquillo esquina a Belén existía una corrala habitada por setenta y dos familias. Al morir el dueño, sus dos hijos se disputaron la herencia de mencionado inmueble; entre ellos se decían “¡Tócame a mí!”. Uno se llamaba Juan, quien, a su vez, le repetía al otro: “¡Tócame, Roque!” Se ve que éste era mucho más prudente que su contumaz hermano, pero esta graciosa situación dio lugar al título de la revista: en la elegante y desierta cafetería “El Oasis”, conciertan los desesperados acreedores del joven Barón de Arandilla, la boda de este muchacho, mujeriego y disipador, con la hija del multimillonario Roque Corvejuela, para así poder cobrar los últimos picos que el citado Baroncito les adeuda. Don Roque, hombre enriquecido rápidamente le halaga sobremanera emparentar con un título; otro tanto piensa su señora y no digamos su hija, quien se ha enamorado perdidamente de este galán de moda al que llevan en palmitas las más bellas mujeres de Madrid. Todo sale a pedir de boca... Hasta que una de las enamoradas del Barón, Rogelia, viuda de Aguirremendigoechueta, mujer joven y pasional, se propone impedir tal matrimonio utilizando para ello cualquier medio, incluso la calumnia...
Al llegar ésta a oidos de don Roque organiza en una de sus grandes posesiones una extraordinaria fiesta para presentar su futuro yerno a sus amistades. Quiere en esta ocasión, averiguar si lo que le han dicho del Barón es cierto o no, por lo que el enredo de la revista está más que servido. Una revista repleta de múltiples números musicales que hacían las delicias del público masculino al ver a su estrella, Queta Claver entonar melodías como el pasodoble madrileño de las “Muchachas de azul”, la canzonetta del “Violaciocco”, la marchiña de “La Chana” o el cha-cha-chá titulado “¡Ráptame!”.
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