“... y no te olvides nunca de Ana María...” fue el estribillo más pegadizo y repetido por los múltiples espectadores que acudían al coliseo de la calle de Santa Brígida, esto es, el Teatro Martín, propiedad del comediógrafo y empresario José Muñoz Román, para presenciar a una incipiente estrella del género revisteril: Queta Claver. Corría el año 1954.
Enriqueta Claver Delás, que así era su verdadero nombre, fue considerada durante la década de los cincuenta y sesenta como la digna sucesora de una ya entrada en años Celia Gámez.
Nacida en Valencia en 1932, era hija de la también actriz Enriqueta Delás. Estudió teatro, declamación y canto en su ciudad natal. Por sus enormes y destacadas dotes para la declamación, pudo desplegar toda una amplia gama de registros a los largo de su carrera artística, lo que le permitió enriquecer la gran cantidad de papeles que interpretó tanto en cine como en teatro y televisión. Debutó en el Teatro de los Obreros de Valencia, experiencia que más tarde le serviría para entrar, con dieciocho años, de meritoria en la compañía de Rafael Rivelles en la obra Un crimen vulgar, de Luca de Tena. Era el año 1950: “Yo empecé, siendo muy niña, en el teatro, en funciones de aficionados en La Casa de los Obreros, en Valencia. Lo primero que hice fue salir al escenario, con un abanico entre las manos, teniendo yo doce años, en la obra “Amores y amoríos”. Mi padre, que era dueño de varios bares, aceptaba a regañadientes que yo fuera artista, porque también lo había sido mi madre, pero procuraba no disgustarlo, diciéndole los domingos que me iba al cine, cuando en realidad me marchaba a hacer teatro. Así es que se enteró ya tarde de que yo iba a ser artista profesional, cuando me llamó Rafael Rivelles para su compañía. Estuvo una semana sin hablarme mientras yo representaba “Un crimen vulgar en el teatro” Eslava”[1]. Esta obra le abrió las puertas del género frívolo, puesto que fue contratada, por su porte elegante, sus envidiables ojos verdes y su atractivo, como tercera vedette por Muñoz Román para actuar en el Teatro Martín de Madrid en la revista ¡Cinco minutos nada menos!
Enriqueta Claver Delás, que así era su verdadero nombre, fue considerada durante la década de los cincuenta y sesenta como la digna sucesora de una ya entrada en años Celia Gámez.
Nacida en Valencia en 1932, era hija de la también actriz Enriqueta Delás. Estudió teatro, declamación y canto en su ciudad natal. Por sus enormes y destacadas dotes para la declamación, pudo desplegar toda una amplia gama de registros a los largo de su carrera artística, lo que le permitió enriquecer la gran cantidad de papeles que interpretó tanto en cine como en teatro y televisión. Debutó en el Teatro de los Obreros de Valencia, experiencia que más tarde le serviría para entrar, con dieciocho años, de meritoria en la compañía de Rafael Rivelles en la obra Un crimen vulgar, de Luca de Tena. Era el año 1950: “Yo empecé, siendo muy niña, en el teatro, en funciones de aficionados en La Casa de los Obreros, en Valencia. Lo primero que hice fue salir al escenario, con un abanico entre las manos, teniendo yo doce años, en la obra “Amores y amoríos”. Mi padre, que era dueño de varios bares, aceptaba a regañadientes que yo fuera artista, porque también lo había sido mi madre, pero procuraba no disgustarlo, diciéndole los domingos que me iba al cine, cuando en realidad me marchaba a hacer teatro. Así es que se enteró ya tarde de que yo iba a ser artista profesional, cuando me llamó Rafael Rivelles para su compañía. Estuvo una semana sin hablarme mientras yo representaba “Un crimen vulgar en el teatro” Eslava”[1]. Esta obra le abrió las puertas del género frívolo, puesto que fue contratada, por su porte elegante, sus envidiables ojos verdes y su atractivo, como tercera vedette por Muñoz Román para actuar en el Teatro Martín de Madrid en la revista ¡Cinco minutos nada menos!
[1] Vid. ROMÁN, Manuel: Canciones de nuestra vida. De Antonio Machín a Julio Iglesias, Madrid, Alianza, 1994, pág. 73.
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