En los sesenta y, gracias al aperturismo que la censura deja entrever, aunque de soslayo, vuelve a los escenarios Las leandras, con un nuevo título y adaptada a los nuevos tiempos: Mami, llévame al colegio (1964).
Será en esta época, en donde el género vaya poco a poco en declive; ya no sólo por el cambio en los gustos del público, sino además, por la desaparición de los grandes compositores: Alonso y Guerrero, fundamentalmente, aparte de los libretistas más afamados y graciosos: González del Castillo, Lozano, Arroyo, Muñoz Román... Aún así, el primer lustro de esta década será fecundo y productivo en cuanto a títulos se refiere: Festival de la Costa Gris (1960), El conde de Manzanares (1961), ¡Qué cuadro el de Velázquez esquina a Goya! (1963), El guardia y el taxista (1965), El mundo quiere reir (1965), Las teleguapas (1965), De Madrid al cielo (1966), Las ingenuas del Paralelo (1966), ¡Ella! (1966), Las sospechosas (1967), Madrid galante (1967), Trabaja pero seguro (1967), Bomba va (1968), Las atrevidas (1968), La chica del barrio (1968), Una viuda de estreno (1968), Boda a plazos (1969), Rojo manía (1969), Tiovivo madrileño (1969), Una mujer para todos (1969)... Es, además, la época en la que nuevos compositores y libretistas entran en escena motivando un nuevo cambio de rumbo en el devenir del género: Fernando García Morcillo, Gregorio García Segura, José Dolz y Domingo de Laurentis en la parte musical y Manuel Santos Baz, fundamentalmente, en las tareas de libretista. Son también los años en que comienzan a hacerse recopilaciones de antiguos éxitos, caso, sin ir más lejos de La estrella trae cola (1960) en donde Celia Gámez pone en escena algunos de los números musicales que la hicieron famosa, o de El fabuloso mundo del musci-hall (1966), Madrid galante (1967), entre otras. También se relizan revisiones de viejas revistas actualizándolas como Mami, llévame al colegio (1964) de Las leandras, ¡Aquí la verdad desnuda! (1965) de ¡Cinco minutos nada menos! o La bella de Texas (1965), una versión más o menos libre de la perseguida La corte de faraón.
Durante esta década, la gran reina del género, Celia Gámez, vive sus últimos éxitos; a La estrella trae cola en 1960 le siguen Colomba (1961) donde inserta un emotivo y recordado pasodoble en honor de Alfonso XIII, “El perdón de las flores”, la comedia musical Buenos días, amor (1963) de escaso éxito y que pasó prácticamente desapercibida y gracias a la cual perdió muchísimo dinero, Mami, llévame al colegio en 1964, ¡Aquí, la verdad desnuda! (1965), ¡A las diez en la cama estés! (1966) y un par de comedias de escaso éxito que estrenó en la temporada 1967-1968: La miniviuda y Es mejor en otoño, de Alonso Millán y Alfonso Paso, respectivamente.
Es la década en donde el importante empresario teatral Matías Colsada trae a sus famosas “chicas” en producciones de corte más internacional donde las situaciones episódicas dan paso a números musicales de gran espectáculo continuando con los éxitos revisteriles de la década anterior. El género, entonces, comienza a depender de las grandes estrellas que aún lo cultivan con más o menos éxito: Irene y Raquel Daina, Manolo Gómez Bur, Luis Cuena, Ethel y Gogó Rojo, Helga Liné, Tania Doris, Diana Cortesina, Addy Ventura... Desgraciadamente, el público parece cansarse del género y, poco a poco, las compañías que lo cultivan, van menguando del panorama escénico español, con lo que, la desaparición del mismo está casi a la vista.
Será en esta época, en donde el género vaya poco a poco en declive; ya no sólo por el cambio en los gustos del público, sino además, por la desaparición de los grandes compositores: Alonso y Guerrero, fundamentalmente, aparte de los libretistas más afamados y graciosos: González del Castillo, Lozano, Arroyo, Muñoz Román... Aún así, el primer lustro de esta década será fecundo y productivo en cuanto a títulos se refiere: Festival de la Costa Gris (1960), El conde de Manzanares (1961), ¡Qué cuadro el de Velázquez esquina a Goya! (1963), El guardia y el taxista (1965), El mundo quiere reir (1965), Las teleguapas (1965), De Madrid al cielo (1966), Las ingenuas del Paralelo (1966), ¡Ella! (1966), Las sospechosas (1967), Madrid galante (1967), Trabaja pero seguro (1967), Bomba va (1968), Las atrevidas (1968), La chica del barrio (1968), Una viuda de estreno (1968), Boda a plazos (1969), Rojo manía (1969), Tiovivo madrileño (1969), Una mujer para todos (1969)... Es, además, la época en la que nuevos compositores y libretistas entran en escena motivando un nuevo cambio de rumbo en el devenir del género: Fernando García Morcillo, Gregorio García Segura, José Dolz y Domingo de Laurentis en la parte musical y Manuel Santos Baz, fundamentalmente, en las tareas de libretista. Son también los años en que comienzan a hacerse recopilaciones de antiguos éxitos, caso, sin ir más lejos de La estrella trae cola (1960) en donde Celia Gámez pone en escena algunos de los números musicales que la hicieron famosa, o de El fabuloso mundo del musci-hall (1966), Madrid galante (1967), entre otras. También se relizan revisiones de viejas revistas actualizándolas como Mami, llévame al colegio (1964) de Las leandras, ¡Aquí la verdad desnuda! (1965) de ¡Cinco minutos nada menos! o La bella de Texas (1965), una versión más o menos libre de la perseguida La corte de faraón.
Durante esta década, la gran reina del género, Celia Gámez, vive sus últimos éxitos; a La estrella trae cola en 1960 le siguen Colomba (1961) donde inserta un emotivo y recordado pasodoble en honor de Alfonso XIII, “El perdón de las flores”, la comedia musical Buenos días, amor (1963) de escaso éxito y que pasó prácticamente desapercibida y gracias a la cual perdió muchísimo dinero, Mami, llévame al colegio en 1964, ¡Aquí, la verdad desnuda! (1965), ¡A las diez en la cama estés! (1966) y un par de comedias de escaso éxito que estrenó en la temporada 1967-1968: La miniviuda y Es mejor en otoño, de Alonso Millán y Alfonso Paso, respectivamente.
Es la década en donde el importante empresario teatral Matías Colsada trae a sus famosas “chicas” en producciones de corte más internacional donde las situaciones episódicas dan paso a números musicales de gran espectáculo continuando con los éxitos revisteriles de la década anterior. El género, entonces, comienza a depender de las grandes estrellas que aún lo cultivan con más o menos éxito: Irene y Raquel Daina, Manolo Gómez Bur, Luis Cuena, Ethel y Gogó Rojo, Helga Liné, Tania Doris, Diana Cortesina, Addy Ventura... Desgraciadamente, el público parece cansarse del género y, poco a poco, las compañías que lo cultivan, van menguando del panorama escénico español, con lo que, la desaparición del mismo está casi a la vista.
1 comentario:
"Festival en la Costa Gris" no fue una revista musical, fue una comedia sin música con la originalidad de tener cuatro primeros actos y el público en el descanso, mediante votación en el vestíbulo, elegía que final de obra deseaba ver. El autor, siempre genial, daba con el desenlace en el segundo acto de todos los primeros.
Con posterioridad, y de esta obra, nacieron "El Conde de Manzanares" y "El cuadro de Velazquez esquina Goya", que fueron musicadas por Enrique E. Cofiner y Mariano Mendez Vigo
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