¡VIVA LA REVISTA!

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jueves, 1 de noviembre de 2007

Breve historia de la revista (VI)


En esta época surgen tres de las obras cumbres del teatro frívolo español: Yola, con libreto de José Luis Sáenz de Heredia y Federico Vázquez Ochando con música de los maestros Joaquín Quintero y José Mª Irueste Germán en 1941; ¡Cinco minutos nada menos!, de José Muñoz Román y Jacinto Guerrero en 1944 y, ya en 1947, La blanca doble, obra de Enrique Paradas, Joaquín Jiménez y música nuevamente del maestro Guerrero.
Esta trilogía estaba ya más cercana a la opereta que a la revista en sí, lo que ocurre es que sus autores dedidieron “camuflarlas” como tal para evitar la dura mirada del censor de turno que se cernía sobre los teatros como una guillotina intentando cercenar aquella palabra malsonante, aquellos centímetros de más en el escote o en la falda de una vicetiple o, simplemente el avezado e insinuoso baile del cuerpo de bailarinas de la obra que iba a ponerse en escena. Estas tres obras anteriormente mencionadas, pueden eregirse como paradigma del tremendo éxito que cosecha este género en los escenarios españoles.
Yola, revista nuevamente ideada para el lucimiento de Celia Gámez se convirte en centenaria y todos sus números cantados y repetidos hasta la saciedad a través de la radio o de un eficaz aparato publicitario. Famosos fueron, sin lugar a dudas “Sueños de amor”, “Alas”, la “Marcha de la cacería” y, sobre todos ellos, “Mírame”, un número que llegaría a convertirse junto al “Pichi”, “Los nardos” y la “Estudiantina portuguesa” en himno del género revisteril:
Siento renacer en mí tu amor
al saber que volverás.
Cuando vengas a mi lado al fin,
buscaré en tu mirar
el inmenso consuelo
de sentirme junto a ti.
Parece que todo lo que tocara Celia se convirtiera en oro, y no es de extrañar, puesto que ella misma quería para sus montajes de lo bueno lo mejor; los mejores compositores, figurinistas, directores de escena, actores y bailarines. Así, en esta década pone en escena obras de indudable atractivo como Si Fausto fuera Faustina (1942) con el formidable foxtrot “Un millón”, Rumbo a pique (1943), Fin de semana (1944), Hoy como ayer (1945) a la que pertenece el inmortal pasodoble de la “Luna de España”, Gran Revista (1946) con otro celebérrimo pasodoble “La florista sevillana”, Vacaciones forzosas (1946), La estrella de Egipto (1947) con su inmortal y tantas veces versionado “El beso”. En esta época, el tándem formado por Celia Gámez y Fernando Moraleda, autor de la partitura de gran parte de las obras que ésta representa, otorgan al género melodías de factura inolvidable como las anteriormente nombradas.
Pero en 1944 se produce en Madrid un acontecimiento trascendental para la década: el estreno en el madrileño Teatro Martín de la opereta cómica ¡Cinco minutos nada menos!, una obra ya no sólo centenaria sino milenaria puesto que llegó a sobrepasar con crecer las mil representaciones seguidas a teatro lleno en el Madrid de la época. “Eugenia de Montijo”, “Una mirada de mujer”, “Dígame”, “Si quieres ser feliz con las mujeres”, “California”... números todos ellos publicitados en radio, prensa, programas de mano... y es que esta obra se convirtió en paradigma del género por su argumento, sus intérpretes y su música, compuesta con gracia y donaire por Jacinto Guerrero.
¡Cinco minutos nada menos! fue mucho más allá de lo esperado por sus autores y tanto crítica como público[1] supieron responder con creces entre vítores, carcajadas, aplausos y constantes llenos de sala el coliseo de Santa Brígida.
Maruja Tomás, Maruja Tamayo, Carlos Casaravilla, Cervera, Lepe, Bárcenas y Heredia saborearon las mieles del triunfo con esta singular y siempre recordada opereta. Y es que el Teatro Martín fue, sin un ápice de dudas, el teatro de la revista por excelencia y donde se estrenaron con mayor o menor éxito de público y crítica centenares de obras de los mejores libretistas y compositores. José Muñoz Román, propietario del teatro, pudo ver en escena los divertidos libretos que, bien solo o en colaboración componía con la destreza en la pluma que le caracterizaba y es que José Muñoz Román, don José Muñoz Román fue el artífice de las grandes revistas que se prodigaron en esta época.
Surgen ahora nuevas artistas de la pasarela, vedettes como Conchita Páez, Raquel Rodrigo, Monique Thibout, Mari Begoña, Pilarín Bravo, Mary Campos... acompañadas de cómicos como Alady, Cervera, Bárcenas, Heredia, Lepe, López Somoza, Ozores, Gómez Bur, Antonio Garisa, Luis Barbero... y un sinfín de actores más que, con su tesón y esfuerzo encumbran al género a su edad más fructífera.

En esta dura posguerra que acaba de iniciarse y, para fomentar el regionalismo y el múltiple acervo cultural del pueblo español, proliferan en los escenarios, junto a comedias burguesas y revistas, espectáculos folclóricos que obtienen un gran fervor entre el público. Triunfan ahora Concha Piquer, Lola Flores, Manolo Caracol, Imperio Argentina, Carmen Morell, Pepe Blanco, Juanito Valderrama...
A principios de la década, hacia 1942, aproximadamente y, huyendo de la barbarie nazi, se instaló en Barcelona la Compañía de “Los Vieneses” llevando consigo partituras y libretos de operetas llenos de espectacularidad, brillantez, colorido, lujo y talento. Sus integrantes eran, entre otros, Franz Joham, Arthur Kaps, Herta Frankel, Marika Magiary, Mignon...
“Los Vieneses” combinaban en sus creaciones unos ritmos de corte clásico junto a otros más en boga para la época: sambas, rumbas, vals, beguines, etc y unas llamativas producciones de un vestuario colorista, unas bellísimas chicas de conjunto y unos magistrales decorados con fuentes de luces, pistas de hielo... En España estrenaron diversos espectáculos que siempre fueron muy del agrado del público que asistía a presenciarlos, bien motivado por sus preciosas melodías, por la espectacularidad de sus montajes o por la dificultad, sin lugar a dudas atrayente, que poseía el ver a una serie de actores que tenían cierta dificultad en manejar la lengua española. Entre los montajes que estrenaron destacan Todo por el corazón (1942), Luces de Viena (1943), Sueños de Viena (1943), Viena es así (1944), Melodías del Danubio (1945) o Soñando con música (1946).
Sin embargo, el “fenómeno de masas” acontecerá en 1947 cuando la “humorada cómico-lírica” La blanca doble, se lleve la palma, no sólo por su inusitado y extraordinario éxito sino por las críticas vertidas en su contra desde todos los ámbitos del régimen franquista, especialmente morales y religiosos. Y es que esta pequeña pieza maestra en su género se convirtió junto con La corte de faraón en la bestia negra de los censores teatrales. No bastó con que fuera prohibida, sus números censurados o sus parlamentos recortados, el público seguía asistiendo fiel a su representación. “Tigresas”, “Encaje de bolillos”, “¡Ay,qué tío!”, “Moreno tiene que ser”, “Los texanos”, “Agua de la fuentecilla”, el “Bugui-bugui” o “Las bomboneras” son números todos ellos tarareados por el público de la época una y otra vez.
Su estreno se produjo el 5 de abril de mencionado año y nunca, ningún espectáculo teatral, ni siquiera sesenta años después de su primera pùesta en escena, ha levantado tantos ríos de tinta, éxito y devoción como La blanca doble. Y es que la leyenda que se creó en torno a ella no fue para menos: sus autores, Enrique Paradas y Joaquín Jiménez habían escrito su libreto antes de la guerra, pero varios compositores habían rechazado ponerle la música, por lo que el libreto permaneció guardado en un cajón durante años. Curiosamente, en casa de Paradas cada vez que había un aviso de bombardeo, durante la guerra, éste, junto a sus hijas, corría a refugiarse a la estación de metro más cercana sin apenas tiempo de llevarse consigo nada, excepto una cosa: el libreto de esta obra. Enrique Paradas contaba a sus hijas: “Este texto os salvará de pasar hambre algún día”. La muerte del libretista sumió a su familia en la pobreza más absoluta y, Jacinto Guerrero, hombre de buen corazón y sabidos principios morales, decidió ponerle música para intentar ayudar en la medida de sus posibilidades a la familia del fallecido libretista[2]. A partir de entonces, la leyenda de La blanca doble no hizo sino comenzar. La obra se eternizó en los carteles años y años y dio unos más que buenos dividendos a los familiares de sus autores.
Uno de los problemas con que tuvo además que enfrentarse esta singular obra fue el de la censura. Así, en algunas capitales de provincia como Las Palmas, topó con la intransigencia del obispo de aquella ciudad, monseñor Antonio Pildain, quien intentó por todos los medios posibles prohibir su exhibición en la capital canaria; sin embargo, no pudo hacer nada al respecto, aunque eso no quitara para que las señoras de Acción Católica se apostasen junto a la taquilla del teatro y, de rodillas con el rosario en la mano, pedír la salvación de las almas de todos aquellos que acudían a la representación[3]. Pero, ¿a qué se debió el descomunal éxito de La blanca doble? Pudieran ser a sus pegadizas melodías, populares y simples efectuadas con un regusto castizo muy bien trabajado por el maestro Guerrero, o por los actores que la estrenaron (Tomás Zorí, Fernando Santos, Manolo Codeso, Mary Campos, Isabelita de la Vega, Pilarín Bravo, Encarna Abad) o incluso por su argumento, aunque bien podría ser que todo ello unido provocase la leyenda de esta singular obra. En ella, además, intervenía una jovencita Florinda Chico como vicetiple quien, en el número de “Las bomboneras”, solía repartir bombones a sus familiares, mientras estos se encontraban en el patio de butacas[4]. Sin lugar a dudas, La blanca doble fue y seguirá siendo la obra de más éxito de la revista musical española junto con ¡Cinco minutos nada menos! y Las leandras.
[1] Sirvan como muestra algunas de las opiniones vertidas por reconocidos espectadores que, en uno y otro momento acudieron a presenciar la obra.
Boris Bureba: “A la gracia, color y fantasía de libro, música y presentación, se une el calor y acierto de la interpretación. Conjunto, alegría. Alegría de ¡Cinco minutos nada menos! Mejor de dos horas no más”.
Daniel Montorio: “Si yo fuera libretista, desearía que el músico me hiciera una partitura tan alegre y graciosa como la de Jacinto; pero como soy músico, lo que deseo es que Muñoz Román me dé un libro tan logrado como el de ¡Cinco minutos nada menos!”.
Emilio Carrere: “¡Cinco minutos nada menos! de alegría y fastuosidad, cada melodía un hechizo y cada tiple, una beldad. ¡Cinco minutos nada menos! para sonreir y soñar... ¡Cuánto siento que sólo sean cinco minutos nada más!”.
Manolete: “Si será graciosa esta obra que me ha hecho reir a mí”.
Amparo Rivelles: “¡Cinco minutos nada menos! es una opereta sencillamente deliciosa”.
Lola Flores: “¡Cinco minutos nada menos! me gusta una jartá”.
Ricardo Zamora: “La he visto varias veces, prometiéndome en cada ocasión que no sería la última. La música del maestro Guerrero lleva su selo personalísimo y el libro está escrito con gracia de la fina. Si se añade el ajuste perfecto entre la partitura y el libro, se comprenderán las cien y hasta las mil representaciones”.
[2] Vid. LAGOS, Manuel: "La tristeza sobornada. El otro teatro (y III). El teatro musical en Madrid (1940-1985): la revista", en ADE TEATRO. Teatro de la España del siglo XX (III):1939-1985, nº 84, enero-marzo 2001, págs. 206 y 207.
[3] Vid. FEMENÍA SÁNCHEZ, Ramón : La revista. Apuntes sobra la historia del género frívolo, Madrid, Geyser Guadalajara, págs. 283-290.
[4] Ibídem LAGOS, Manuel, pág. 207.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero que cuando vuelva usted a llevar a "Yola" a los mas grandes teatros de Madrid, porque estoy seguro de que asi sera, junto a otras cono "el aguila de fuego",ayudado por el gran Maestro Jesus Maria Gonzalez y demas colaboradores, me tenga usted reservadas dos localidades; espero ansiosamente que esto suceda lo mas pronto posible, porque a buen seguro sera un exito absoluto.

Anónimo dijo...

Hola:
Mi nombre es Mario.Soy sobrino nieto de Salvador Ruiz de Luna, que como usted sabe fué el autor de la música de "Rumbo a pique". Quisiera preguntarle si existe registro sonoro de tal opereta. Muchas gracias.
P.D: Cualquier dato sobre la misma sería de agradecer. Conservo alguna crítica de prensa de la época.

Mi email es: mariomag@hotmail.com

jorama261040 dijo...

La zarzuela "Rumbo a Pique" lleva música de Salvador Ruiz de Luna y fue interpretada por Celia Gámez.
Lamentablemente ese material se ha perdido, por motivos personales necesitaría que si alguien sabe algo de él o lo tiene, me lo comunicara. Se han perdido muchas obras de este prolífico autor.
Desde ya gracias por lo que me puedan ayudar