La vedette y actriz cubana María de los Angeles Santana falleció a la edad de 96 años en su Cuba natal. Con su muerte desaparece uno de los rostros más carismáticos que enriquecieron el arte dramático cubano de las últimas seis décadas, y el símbolo de una época dorada del cine y la comedia de costumbres en el escenario latinoamericano. Para los cubanos más jóvenes, es el adiós a la inigualable Alcaldesa Remigia del desaparecido espacio televisivo San Nicolás del Peladero, donde laboró ininterrumpidamente por 24 años. Nacida en La Habana el 2 de agosto del año 1914 (aunque algunas biografías sitúan su origen en el poblado de Quemado de Güines, antigua provincia de Las Villas), Santana se inició como actriz de cine a los 19 años, contratada por la compañía Películas Cubanas S.A. para participar en filmes norteamericanos, mexicanos y argentinos, algunos en coproducción con Cuba. En 1938 intervino en el filme El romance del palmar, dirigido por Ramón Peón, y un año después figuró en Asesinato en los estudios, de Raphael Sevilla, y Mi tía de América, Estampas habaneras y Cancionero cubano, dirigidas por Jaime Salvador. Sus éxitos cinematográficos la llevan a México, donde se destaca en el teatro, el cine y el cabaret, y desarrolla una de sus facetas más reveladoras como actriz de comedias musicales, operetas y zarzuelas, entre 1943 y 1944. En 1944 también filma Conga bar, de Agustín P. Delgado, y La culpable, de José Díaz Morales, En esta estancia en México conoce y comparte el escenario con luminarias como Mario Moreno “Cantinflas”, Pedro Infante y Jorge Negrete. En 1947 regresa a Cuba y se vincula a las compañías teatrales de Garrido y Piñero, y de Mario Martínez Casado. Realiza también varias giras artísticas por Estados Unidos entre 1947 y 1950, actuando en espectáculos de cabaret con el maestro Eliseo Grenet. Pero su consagración como gran vedette internacional llegará realmente en 1951, cuando viaja a España para protagonizar el espectáculo Tentación, que se mantuvo durante cuatro años en la cartelera madrileña y encumbró a Santana como una personalidad escénica de alta popularidad en ese país.
En 1954 retornó a La Habana y se incorporó a la Compañía de Ernesto Lecuona, convirtiéndose en una de las intérpretes más notorias del célebre compositor cubano.
Fundadora de la televisión cubana, artista con una versatilidad sin límites, Santana alternó los medios expresivos y los géneros musicales, dramáticos y humorísticos con una soltura que pocas celebridades de su época pudieron conseguir. Al triunfo de la revolución de Fidel Castro, Santana participaba en el espectáculo teatral Mujeres, bajo dirección de Cuqui Ponce de León y María Julia Casanova en la sala Hubert de Blanck de La Habana. La obra -estrenada en diciembre de 1958- se mantuvo en la cartelera habanera hasta el 12 de marzo del año 1960, con un total de 324 funciones.
En los años 60 mantuvo una intensa actividad en los escenarios teatrales, con papeles protagónicos en obras como como Un sorbo de miel y Algo no dicho, dirigidas por Ramón Vigón. Aún se recuerda una memorable interpretación suya como La Tabernera de La verbena de La Paloma, una puesta en escena de Miguel de Grandy para el Teatro Lírico Nacional de Cuba, en 1961. Después de un largo receso en el género lírico, Santana se llevó los honores en una representación de Cecilia Valdés, dirigida por Jesús Hernández en el Teatro García Lorca de La Habana. Con gran popularidad por su desempeño en San Nicolás del Peladero, Santana retornó al teatro en los años 80 para interpretar Comedia a la antigua, de Alexei Arbúzov, en el Teatro Mella, en compañía de su colega y amigo Enrique Santiesteban. En 1982, el público habanero repletó durante meses la sala Covarrubias del Teatro Nacional para verla actuar en Una Casa Colonial, pieza de Nicolás Dorr que también ella interpretó en la versión para el cine, dirigida por Miguel Torres, en 1984. Regresó al cine en 1989 para filmar La vida en rosa, de Rolando Díaz. En 1999 participó en una versión de La Casa de Bernarda Alba, de la realizadora Belkys Vega. En 2001 recibió el Premio Nacional de Teatro y, en el 2003, el Premio Nacional de Televisión. Aún lúcida y vital, en ocasión de sus 90 cumpleaños se le rindió un homenaje durante la entrega de los Premios Caricato 2004, otorgados por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ostentaba la Distinción por la Cultura Nacional, la Medalla Alejo Carpentier y la Orden Félix Varela de Primer Grado, otorgadas por el Consejo de Estado de la República de Cuba.
Sus restos fueron incinerados y expuestos al público. DESCANSE EN PAZ, doña Mª de los Ángeles Santana... "Yo seré la tentación, que tú soñabas..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario