¡VIVA LA REVISTA!

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viernes, 22 de octubre de 2010

Manolita Chen y su Teatro-Circo Chino. Homenaje (II).

El caso que nos ocupa a continuación es, sin ningún género de dudas, el teatro portátil más famoso y longevo de todos cuantos existieron. Su nombre se debe a la mujer de su propietario, un integrante de la trouppe circense Che-Kiang denominado Chen Tse-Ping[1], que contrajo matrimonio con una guapa madrileña a quien agració con el nombre de su teatro. Manolita adoptó el apellido de su marido y juntos recorrieron, desde los años cuarenta, todos los pueblos de la geografía nacional en ferias y fiestas, principalmente, permaneciendo largas temporadas en ciudades como Sevilla, Málaga, Valencia o Madrid y compartiendo su cita anual con otras localidades:"Manolita Chen, la escultural vedette del pueblo, mantiene la costumbre del espectáculo ferial en estos tiempos inhóspitos en que el teatro, en cualquiera de sus formas, se halla amenazado de muerte. Se trata, sí, del espectáculo populachero por excelencia, que ofrece al público lo que en aquel momento desea: el cuplé de moda, la ilusión apetecida. Pero lo que verdaderamente me interesa de esta Manolita Chen es el coraje, el tesón que se adivina a través de todo el tinglado: una lucha que debió empezar modestamente en una familia china arraigada en España y que fue creciendo con dificultades, que luchó denodadamente con la competencia de otras carpas, que fue invirtiendo sus ganancias en mejoras, que se desarrolló ampliamente y que no fue vencida por las estatales campañas a favor del teatro dramático. Un caso, en fin, de coraje chino, de tesón y de resistencia china"[2].
[1] Aunque su procedencia no suele estar demasiado clara, autores como Fernández Montesinos afirma que era un empresario valenciano, op.cit. pág. 29 frente a otros como Francisco Umbral que lo califica de “chino viejo” (Trilogía de Madrid, Madrid, Planeta, 1984, pág. 96) o Andrés Amorós quien afirma que “era un “integrante de la trouppe circense Che-Kiang” en Luces de candilejas, Madrid, Espasa-Calpe, 1991, pág. 82.
[2] Vid. RODRÍGUEZ MÉNDEZ, José María: Comentarios impertinentes sobre el teatro español, Madrid, págs. 36-37.

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