Amigos y amantes del teatro en general y de nuestra añorada y querida revista musical en particular. Os traigo hoy para el recuerdo la figura de una de las actrices más queridas por el público durante finales de los años sesenta y primeros de los setenta. Me refiero nada más y nada menos que a la bellísima y escultural alemana Ingrid Garbo. Repasemos, pues, algo de su trayectoria profesional.
Nacida cerca de Munich un 14 de enero de 1946 (su signo es Capricornio), sus padres eran alemanes. Cuando cumplió cinco años aquellos emigraron a Venezuela dada la grave situación que atravesaba Alemana tras la Segunda Guerra Mundial. Allí se crió Ingrid y aprendió a hablar el español correctamente. De pequeña le gustaba mucho reír y cuentan que su risa era contagiosa, plena, llena de borbotones de alegría…
Con tan sólo catorce años estudia Arte Dramático y, aunque sus padres en un principio no se muestran demasiado satisfechos con la elección realizada por su hija, ésta decide tomar los senderos de Talía y comienza a actuar en la televisión venezolana como modelo y actriz apareciendo en diversos anuncios, algo de cine (Yo y las mujeres en 1959) y telenovelas hasta ser elegida como “la más popular del año”. Tras este primer triunfo surge un contrato para Méjico donde filma tres películas de dudosa calidad: Tin-tan y el hombre mono, Las minas del Rey Salomón (ambas de 1963) y Buenos días, Acapulco de 1964; si bien la trilogía pasó con más pena con gloria por las carteleras cinematográficas de la época. Pese a ello, las presenta en Nueva York y, meses más tarde, debe regresar a Venezuela donde fallece su padre.
Con tan sólo catorce años estudia Arte Dramático y, aunque sus padres en un principio no se muestran demasiado satisfechos con la elección realizada por su hija, ésta decide tomar los senderos de Talía y comienza a actuar en la televisión venezolana como modelo y actriz apareciendo en diversos anuncios, algo de cine (Yo y las mujeres en 1959) y telenovelas hasta ser elegida como “la más popular del año”. Tras este primer triunfo surge un contrato para Méjico donde filma tres películas de dudosa calidad: Tin-tan y el hombre mono, Las minas del Rey Salomón (ambas de 1963) y Buenos días, Acapulco de 1964; si bien la trilogía pasó con más pena con gloria por las carteleras cinematográficas de la época. Pese a ello, las presenta en Nueva York y, meses más tarde, debe regresar a Venezuela donde fallece su padre.
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