¡VIVA LA REVISTA!

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viernes, 8 de enero de 2010

1910-2010: Cien años de... La corte de Faraón (XV)


Cuando aparece Butifarra, todos los invitados desaparecen. Una vez a solas con su mujer y, a sabiendas de que no puede cumplir con su obligación marital, Butifarra se dedica a eludir el fuego amoroso que destila aquélla contándole cómo fue su corrida en Soria. Butifarra, desesperado porque no sabe cómo contarle a Carlota lo que le pasa, al escuchar un cencerro, ve el cielo abierto, ya que, según él, lo llama el alcalde para torear en la plaza del pueblo, dejando así sola y compungida a la pobre Carlota. Instantes después llega Pepiyo quien, por orden del torero, ha de hacer compañía y entretener, mientras dure la corrida, a su esposa.
Una vez los dos se han quedado a solas, Carlota comienza a flirtear con el agraciado gitanillo, con quien intenta mantener algo más que amistad. Aquél, asustado y acordándose de su neurastenia, huye corriendo mientras Carlota se queda con su camisa entre las manos, lo que motiva su ira y su venganza ya que, a sus gritos, acuden varios amigos y sirvientes a los que cuenta que Pepiyo entró para aprovecharse de ella. Les muestra entonces la camisa en prueba de su afirmación.

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