¡VIVA LA REVISTA!

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sábado, 14 de noviembre de 2009

IIº Premio "Toda una vida" 2009 a... D. José Sazatornil "Saza", el último cómico (VIII)

Iguamente reproducimos a continuación entera la entrevista que Saza concedió a Leopoldo Alas del diario El Mundo en 1998:

Me recibe en su camerino del Teatro Español, donde a diario triunfa interpretando a Gregorio en «Los habitantes de la casa deshabitada», de Jardiel Poncela. Su rostro es tan peculiar e intransferible que resulta extraño hablar con él de tan cerca. En realidad, como la mayoría de los grandes cómicos, es un señor muy serio.
LEOPOLDO ALAS
Seguramente estará harto de que le hagan entrevistas, porque no parece divertirle demasiado la idea de opinar sobre esto o aquello. Es un hombre cordial, pero no se anda por las ramas. Lo suyo es el escenario. Y tuve la impresión de que sólo se entusiasmaba de verdad al evocar su infancia en Barcelona, cuando estudiaba en el Colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana y él, mientras sus compañeros jugaban al fútbol, se dedicaba a dar vueltas hablando solo y mirándose en los cristales de los escaparates, como un loco. Pero la suya es la locura de los artistas de raza, que además, en su caso, se reviste de una apariencia de sensatez, de orden y de sentido común.
Pregunta.- Hace poco leí en una encuesta que los tres mejores actores cómicos españoles son López Vázquez, Alfredo Landa y usted. ¿Qué opina de esto?
Respuesta.- Lo único que sé es que estos señores son fantásticos, magníficos. De Saza, como comprenderá, no puedo opinar porque como no lo veo...
P.- Dígame la verdad, ¿suele comprar lotería?
R.- No, nunca juego a nada.
P.- Entre la salud, el dinero y el amor, ¿con qué se queda?
R.- Para mí, la salud. Eso es lo primero. Con salud se puede conseguir todo lo demás: el dinero, el amor y lo que haga falta.
P.- ¿Se ha apuntado usted a la era digital? ¿Tiene antena parabólica en su casa?
R.- Pues no.
P.- ¿Y se ha conectado alguna vez a Internet?
R.- Tampoco. No he logrado interesarme y prácticamente no sé lo que es eso.
P.- Sinceramente, ¿no está usted cansado de hacer reír?
R.- ¡Al contrario! Hacer reír es una experiencia única, una impresión tremenda, inolvidable, como si te tocara la lotería a cada frase que dices.
P.- Y a usted, ¿qué le hace gracia?
R.- Absolutamente todo, porque bien mirado todo tiene muchísima gracia.
P.- ¿Se ha comprado este año algo en las rebajas?
R.- Como dice el dicho, «no compres nada que no necesites por muy barato que sea». Yo sólo compro lo que me hace falta y no precisamente en las rebajas.
P.- Lo decía porque la canción de este verano, aunque parezca increíble, ha sido Viva las rebajas de Los del Río...
R.- Sí, bueno, claro. Alguna vez la he oído. Pero en fin, no deja de ser una propaganda.
EL METRO
P.- ¿Cuándo fue la última vez que cogió el Metro?
R.- Lo cojo a menudo, cuando lo necesito. Como todo lo demás, cuando me hace falta. Y si no, voy a pata, porque ando mucho.
P.- En su última película usted interpretaba el papel de un gay...
R.- ¿De un...?
P.- ... De un gay o de un homosexual.
R.- Sí, efectivamente.
P.- ¿Qué piensa de la eclosión del fenómeno gay?
R.- ¿Qué voy a pensar? Cada uno tiene sus aficiones o sus preferencias. No pienso nada porque soy incapaz de decir: «Pero hombre, ¿por qué hacen eso?». Cada cual hará lo que quiera y lo que más le guste.
P.- ¿Qué papel le queda por hacer?
R.- Esto no lo sé porque como he hecho una infinidad de papeles de todos los géneros -comedia, astracán, dramas, tragedias, musicales, revistas, lo mismo en el teatro que en el cine- para mí todos los papeles que vengan siempre serán bienvenidos. Sin ir más lejos, ahora ha venido este último de La pareja perfecta, de ese señor que decíamos: para mí ha sido un personaje nuevo y estoy encantado de haberlo hecho.
P.- ¿Cree usted, como asegura el tópico, que las mujeres conducen peor que los hombres?
R.- No puedo decirlo porque, como no sé conducir, tampoco sé lo que hacen las mujeres en esos casos.
P.- ¿Ha soñado alguna vez con tener un harén a su entera disposición?
R.- No, es demasiada gente. Prefiero que vayan al teatro: que se llenen las salas, que el teatro sea el harén.
P.- ¿Ha servido para algo el feminismo?
R.- Pues sí, claro que ha servido. ¿No hay hombres y mujeres? Por alguna razón será. En esta vida cada uno tiene su misión y todo tiene su utilidad. A mí, por ejemplo, no me gustan nada las comedias de mujeres solas o de hombres solos. Lo que me gusta es que haya hombres y mujeres. Y por consiguiente, bienvenidas sean.
P.- ¿Usted guisa?
R.- Ni se me ha ocurrido ni me dejarían; en casa guisan muy bien. Si me pusiera, sería capaz de provocar auténticos desastres.
P.- Vistas desde el presente aquellas películas de los años 70, ¿qué le parece a usted la época del destape?
R.- En aquella época fue una novedad. Como todo lo que se haga, me parece bien. Pero lo del destape, pensándolo un poco, no tanto. No está bien descubrir a las señoras porque entonces lo único que se consigue es que pierdan interés. No digo yo que las señoras tengan que ir tapadas con un velo, pero bien vestidas, insinuantes mejor que desnudas... Bueno, ¡tela!
EL GOBIERNO
P.- ¿Qué tal cree que lo está haciendo el Gobierno?
R.- No entiendo nada de eso. No conozco a nadie, ni me fijo ni estoy pendiente de lo que pasa.
P.- O sea que, por ejemplo, la bronca entre Marqués y Alvarez Cascos...
R.- Nada, nada. No sé ni por dónde va el asunto. Es que me distraigo mucho porque no estoy pendiente de eso en absoluto.
P.- ¿Cuál es la última película que ha visto?
R.- ¡Uy! ¡Qué complicado! Ahora no veo películas ni en la televisión, así que no sabría contestar.
P.- ¿La vida es un sueño o un gran teatro?
R.- Yo tengo una frase sobre esto. Cuando veo las cosas que pasan, que muchas son increíbles, siempre digo: «Esto lo pones en una comedia y no se lo cree nadie». Por algo dicen que la realidad supera a la ficción.
P.- En un Madrid deshabitado, ¿qué público acude a ver Los habitantes de la casa deshabitada?
R.- No lo sé. Lo que sí puedo decir es que acuden muchísimo porque el teatro se llena todos los días. Es una cosa incomprensible, sobre todo en verano, que siempre ha sido una estación retraída. La gente se va y todos piensan: «Bueno, ya iremos en invierno». Pero esto ha sido verdaderamente increíble, un desfase total.
P.- ¿No piensa tomarse un descanso?
R.- Yo hasta que no termine, no descanso. Cuando empiezo algo, lo que me gusta es hacerlo, y no irme con esa frivolidad de decir: «Bueno, pues me voy a hacer otra cosa». No, hombre. Creo que cuando algo se empieza, hay que terminarlo. En todo, pero en el teatro desde luego ha de ser así. Lo que se empieza, y se termina.
P.- Jardiel Poncela es un autor que siempre se renueva. ¿Cómo cree que lo recibe el público joven?
R.- Precisamente hoy estaba comentando que hay que ver los chicos cómo se ríen. Vienen con los papás y yo lo veo, noto cómo se ríen y lo bien que lo pasan.
P.- Igual que usted cuando era niño.
R.- Mi padre tenía un negocio y recuerdo que el dependiente de un establecimiento le dijo a un dependiente de mi padre: «Ese chico, el hijo del dueño, está loco, ¿verdad?, porque va por la calle hablando solo». Me acuerdo perfectamente. ¡Y no estoy loco!


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