No sé si muchos de vosotros me conocéis, algunos sé que sí. Sabéis mis gustos, mis aficiones y mi pasión, más bien, mi obsesión por todo lo que huela a teatro, teatro y más teatro. El teatro, mi segunda piel, me ha dado muchas más satisfacciones que muchas personas. Algunas de mis pasiones tetarales las conocéis; conocéis a mis autores predilectos y obras favoritas, períodos y personajes, actrices y actores y, entre ellos, sabéis que Muñoz Román, Mihura, Paso y Adrián Ortega es uno de ellos; no solamente porque su quehacer interpretativo me ha, nos ha brindado múltiples momentos e instantes de regocijante felicidad sino porque una de las mayores satisfacciones de mi vida ha sido conocer a su familia y que ésta me abriese las puertas de su casa; por ello, desde aquí, les doy la sgracias eternamente.
Este año de 2008 estamos conmemorando los 100 años de nacimiento del comediógrafo D. Adrián Ortega; desgraciadamente, la sinstitucione spúblicas y privadas se han abstenido (al menos por el momento) de brindarle el merecido homenaje que se merece. Hago, además, desde este pequeño balcón, un llamamiento a todos los que amáis la revista para que escribáis a la SGAE y, al menos, hagamos sentir nuestra voz sobre el homenaje a D. Adrián.
Yo voy a rendirle homenaje dedicándole esta semana entera para repasar su vida, su obra, sus interpretaciones, sus anécdotas, la vida y obra de un hombre que, por sí sólo, merecería figurar en cualquier prestigiosa enciclopedia o estudio dedicado al arte escénico en su anterior centuria.Nacido en La Habana (Cuba) el 3 de octubre, la razón de su venida al mundo en América, se debió a sus padres y abuelos, quienes estaban de gira por el continente donde residieron cerca de veinte años. Procedente de una familia dedicada al arte de Talía desde sus tatarabuelos; era inevitable su dedicación a esta maravillosa profesión.
Su debut teatral se produjo en el Teatro Payret de La Habana a la edad de cuatro años. Al regreso de su familia a España, al principio de los años veinte del siglo pasado, comenzó a trabajar en las compañías de sus abuelos, donde se convirtió en un niño prodigio, encabezando comedias de la época.
Su debut teatral se produjo en el Teatro Payret de La Habana a la edad de cuatro años. Al regreso de su familia a España, al principio de los años veinte del siglo pasado, comenzó a trabajar en las compañías de sus abuelos, donde se convirtió en un niño prodigio, encabezando comedias de la época.
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Teatro/Cine Payret
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