Este comediógrafo fue, además, periodista y poeta y llegó a ser Presidente de la Sociedad General de Autores de España. Su aportación al terreno de la revista se debe en parte al hecho de haber sabido adaptar a la española, las formas del musical que se hacían en las grandes capitales europeas. Grandes y modernas escenografías, deslumbrantes puestas en escena, lujosos vestuarios, bellas mujeres, atractivos hombres... Entre sus obras sobresalen, por ejemplo, El delirio dominical (1904) con Agustín R. Bonnat y música de Calleja; El proceso del tango (1904), junto a Rafael Abellán y Jesús Aroca; El conde de Luxemburgo (1910), con música de Franz Lehar; La niña de las muñecas (1911), con Leo Fall y Vicente Lleó en la partitura; Soldaditos de plomo (1912), con música del maestro Óscar Strauss; La princesita del dólar (1912); Los húsares del Káiser (1913), con partitura del maestro Kalman; La alegría del amor (1913); El capricho de las damas (1916), La mujer ideal (1916); Los alegres maridos de Maxim´s (1918) junto con Sinibaldo Gutiérrez y partitura del maestro Rafael Calleja; La araña azul (1918), también de Sinibildo Gutiérrez y música de los maestros Calleja y Foglietti; El as (1919), junto a Sánchez Pastor; El príncipe Carnaval (1920), escrita en colaboración junto con Asensio Más y José Serrano y Valverde; El ministro Giroflán (1922), junto con González del Castillo y Amadeo Vives; Los bullangueros (1927) con Emilio González del Castillo y Jacinto Guerrero, etc. Además adaptó multitud de vodeviles franceses creados por los grandes maestros del género: Armont, Hennequin o Gerbidon.
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