Madrileño de nacimiento, distinguió entre lo que él llamaba música de teatro y música sinfónica generando claramente dos estilos diferenciados. Además de haber compuesto múltiples partituras para zarzuelas de sobra conocidas por el gran público tales como Luisa Fernanda (1932), La chulapona (1934) o La marchenera (1928), el maestro Torroba también dedicó parte de su arte a componer melodías para revistas y comedias musicales entre las que destacan: Las decididas (1912), El fumadero (1927), Los guayabitos (1929), Escalera de color (1940), Tú eres ella (1940), El que tenga un amor que lo cuide (1940), Un día en las carreras (1950), La media naranja (1951), Pitusa (1951), ¡Hola, cuqui! (1951), La señorita bombón (1951), Las matadoras (1952), Una noche en Oriente (1953), A lo tonto, a lo tonto (1954), Paka y Paya (1954), La monda (1955), Manolo, eres mi padre (1960), Colomba (1961), Vaya satélite (1962), Un millón de dólares (1962), Historias del Paralelo (1964), Una estrella para todos (1965), El fabuloso mundo del music-hall (1966), ¡Ella! (1966), entre otras. El maestro fue un intelectual de su tiempo y aunque no destacó por su trabajo en el campo del teatro frívolo, a él le debemos prodigiosas e inolvidables melodías salidas de sus irrepetibles zarzuelas.
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