He aquí, queridos amigos y amantes de la revista, una pequeña crónica acerca del enorme éxito alcanzado una vez más por la última cupletista y cupletóloga, Olga Mª Ramos en su concierto-presentación ayer en el Teatro Isabel la Católica de Granada:
"Mañana inenarrable, emotiva, evocadora,
nostálgica e íntima la que tuvimos la suerte de disfrutar junto a nuestra
queridísima y admirada Olga Mª Ramos en el Teatro Isabel la Católica dentro de
la programación estable de zarzuela que el Excmo. Ayto. de la capital de la
Andalucía Oriental dedica todos los años a nuestro género lírico.
Un sol radiante, 27º de temperatura,
varias decenas de niños correteando por los alrededores, matrimonios que salen
de misa de 12, distintos puestos de intercambio de libros antiguos y usados,
monedas, sellos, billetes… Y una enorme cola espera impaciente que se abran las
puertas del Teatro para ocupar paulatinamente sus butacas. ¿El motivo? El
anunciado y esperadísimo CONCIERTO-PRESENTACIÓN DEL CD “DEL CUPLÉ A LA REVISTA”
con Olga Mª Ramos, “la hija del cuplé”, “la que más sabe”, “la última
cupletista”, la intelectual que ha dado una nueva dimensión a ese arte
picaresco y mal llamado “ínfimo” que constantemente se empeña en recuperar para
que no desaparezca…
Son las 12,35 de la mañana. Los
altavoces anuncian la prohibición de grabar o fotografiar cualquier instante
del espectáculo a la par que conminan a los espectadores a apagar los teléfonos
móviles cosa que, como más adelante tendremos la oportunidad de comprobar, es
algo realmente absurdo.
Un gigantesca bandera española
proyectada en el forillo central del escenario, preside el acto. En el lateral
izquierdo, hermoso y señorial piano de cola acariciado por un antiguo mantón de
chinos, es “el de la Lola”, nos dice la protagonista principal del evento.
Lateral derecho: varios mantones que, a tenor del primor y cariño con el que
fueron colocados, rebosan varios lustros y vivencias, muchas vivencias…
Abanicos, boas de plumas de distintos clores, una boquilla y una pequeña mesita
en el que yacen todos ellos esperando cobrar vida una vez más…
Se hace el oscuro en la sala y suenan
los primeros compases de “Banderita”, la mítica melodía del maestro Alonso para
“Las corsarias” (1919). A continuación, y, al tiempo que sale el presentador Jorge
de la Chica, veterano periodista de Radio Granada-Cadena SER, la bandera
española da paso al cartel anunciador del espectáculo.
Una pequeña y nunca suficiente evocación
de lo que es el cuplé da paso al emotivo recuerdo de lo que fue el espectáculo
homenaje a este género nacido en la Francia de finales del siglo XIX mediante
una serie de imágenes correspondientes a la actuación de nuestra querida
cupletóloga en el año 2010.
Fueron momentos nostálgicos y
emocionantes para aquellos que vivimos con intensidad aquellos ensayos previos
y pudimos comprobar el electrizante resultado final: un espectáculo digno de
figurar en las grandes capitales españolas que precisaría de una larga tournée
por las mismas si algún avezado empresario se atreviese a financiarlo.
Jorge de la Chica abunda entonces en la
historia del cuplé y, hemos de aventurarnos a afirmar, que no con demasiada
fortuna, muy especialmente por los comentarios vertidos en torno al mismo: ¿el
cuplé es Barroco? ¿la tonadilla del XVII? ¿el “Pichi” un cuplé?... Corramos,
pues, un tupido velo al respecto recomendando la sana utilización del manual
por antonomasia de este minusvalorado y malcomprendido género, “DE MADRID… AL
CUPLÉ”, al que conminamos desde esta líneas se vuelva asiduamente para
comprobar determinados detalles acerca de su historia, consolidación, evolución
y decadencia, pero no desaparición como muchos “entendedores del mismo” se atreven a afirmar.
Volviendo de nuevo a nuestro espectáculo, el
momento cumbre tuvo lugar con la esperadísima aparición de nuestra querida Olga
Mª Ramos quien, una vez más, supo trasladarnos a los incipientes comienzos del
extinto siglo XX y maravillarnos con su caleidoscópica máquina del tiempo. Una
vez más se convirtió en la cupletista por excelencia, en la “Circe” de un
género al que da vida cada vez que, con su elocuencia, nos habla de él
poseyéndonos con sus palabras, fundiéndose la persona con la artista en un ente
mágico e irresistible al que es imposible no sucumbir…
Y la magia de las teclas comienza a
hacer efecto… “Llévelo usted, señorito, que no vale más que un real…” Palabras
grabadas a fuego en el corazón de cuanto amamos, queremos y valoramos este arte
tan nuestro… Violetas seductoras en un abismo en el que todos quisiéramos
adentrarnos tan apasionadamente como nuestra protagonista… Y después el clásico
y evocador “Mala entraña” o el emotivo “Quiéreme mucho” donde Olga, una vez
más, con su agudo sentido nos humor, nos comenta que sigue siendo “viuda de un
vivo”; la soberbia “Nena”, sobrecogedora hasta límites insospechados… Lágrimas
que resbalan bajo una emocionada mejilla, ruborizada, fundida con su máxima
protagonista en unos instantes de tensión únicamente interrumpidos por un
máldito teléfono portátil, que no móvil, ya que si hubiera poseído mencionado
calificativo, su portador hubiese tenido la decencia de levantarse e irse o de
haberlo apagado.
Olga GRANDE. Olga SUBLIME. Olga
MAJESTUOSA. Olga “Atenea” del olímpico firmamento custodiado por esa sonrisa de
la platea que perennemente la acompañaba en su interpretación conocedora de su
inmensa valía y solidez como artista e intérprete del cuplé.
Olga siente, padece, sufre, llora, ríe,
emociona, vive y se entrega con tal pasión a su arte que en múltiples ocasiones
nos es difícil separar a la persona de la entregada artista… ¡Ay, esa maligna
pulga que no hay forma de eliminarla… afortunadamente para nosotros! Y una sensual boquilla que despierta toda la
sensualidad que nuestra artista posee entonando el “Fumando espero” … “Un cuplé
tanguero”… La magia del París de la “Bélle Epoque”… Un “tango cupletero”… y el
viaje hasta la patria de Gardel con un público que, “a media luz”, paladea los
barrios bajos del Buenos Aires más suburbial y misterioso…
Y llega el esplendor de la revista… Ese
género hermano del cuplé cuya simbiosis hace, desgraciadamente, al conductor
del evento, confundirlos… Y el homenaje al granadino maestro Alonso cuya efigie
presidía el forillo central. Los primeros compases del pasacalle de “Los
nardos” evocan, en el que suscribe estas líneas, una época que se nos torna ya
muy lejana donde acudir al teatro era, más que una afición, un ritual… AL
teatro se va a observar y a ser observado… A hacer “saloncillo”, a cortejar a
aquellas inolvidables floristas que vendían nardos por la calle de Alcalá junto
al tristemente desparecido Teatro Apolo… Y el Coro Clásico “Federico García
Lorca” acompaña en su deambular por el escenario a nuestra querida intérprete:
“Nardos de amor…”, en una nueva reinterpretación del mítico número de “Las
leandras” (1931) realizada por el maestro Sánchez Ruzafa y, cuando todo parecía
estar en la cumbre, Olga Mª Ramos, nardo en la mano se acerca a la
impresionante efige de Alonso, besa la ebúrnea flor e, inmóvil, cual si de una
estatua de una Venus griega se tratase, le dedica, emocionada, mencionado
presente… Es el momento álgido del evento… Los erizados vellos epidérmicos del
público se erizan cada vez más… ¡Que una madrileña tenga que homenajear a un
paisano nuestro…! ¡Gracias, Olga, eternamente gracias, en nombre de la familia
del maestro Alonso, cuyo granadinismo siempre llevó consigo aún a pesar de enraizarse
entre chisperos y chulapas, golfillos y “julianes”… Gracias Olga, eternamente,
gracias…
Y “Pichi”… Una Marta Padial, bellísima,
simpática y muy chula, “castiga”, del Portillo a la Arganzuela, desde Puerta
Real a la Vega de Graná… Es un “Pichi” muy granaíno, enormemente castizo,
típicamente popular… Es “su Pichi”. Una marcada chulería de acompasados mohínes
gestuales, una gorrilla que cobra vida a través de sus palabras y un finísimo
cigarro la envuelven en la personalidad de este simpático personaje
“muñozromaniano”… Y Francis Conde envuelto en el patrotismo de “Las corsarias”
recitando cual José Mª Alonso Calvo el fragmento central de “Banderita”… Sí,
porque, españoles, somos todos… Nuestra bandera nos une, nos quiere, nos mima,
nos envuelve mágica en una historia construida con la sangre de muchos de
nuestros antepasados cuyo esfuerzo no ha de quedar en el olvido… “Banderita tú
eres roja, banderita tú eres gualda, llevas sangre y llevas oro en el fondo de
tu alma”… Ese alma española que todos debemos respetar y no apropiarnos por
encima de creencias e ideologías… Es “el himno” de la unión entre todos los
españoles… Olga es andaluza, extremeña, murciana, ibicenca, canaria, madrileña,
catalana, gallega, vasca, riojana, aragonesa, castellanoleonesa,
castellanomanchega, cántabra, navarra, valenciana y asturiana por los cuatro
costados cuando se envuelve en el hermoso mar de su chal rojo y gualda… Olga es
la unión de todos los españoles sin distinción de raza, cultura, lengua o
religión…
Y las salvas de aplausos atronan el
rebosante coliseo talímaco de la Acera del Casino… Mientras, en el soleado cielo, dos blancas palomas,
el Cipri y doña Olga, sobrevuelan orgullosas la mayestática estatua de la
católica Isabel… “Es nuestra hija”… Boabdil, el rey “chico” de Granada anhela
volver a escuchar a Olga Mª Ramos… Y Dios en el cielo, comienza a sonreír…"
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