¡VIVA LA REVISTA!

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lunes, 9 de enero de 2012

Olga María Ramos o la nostalgia del cuplé y la revista (IV)

Olga María, de profesión azafata de vuelo, afirmaba en cierta ocasión para un diario:
"Mi profesión me encantaba, pero cuando yo era jovencita, mis padres no me dejaban ser artista. Así que cuando tuve a mis mellizos pedí una excedencia y cuando tuve que elegir entre volver o quedarme con mis niños, los elegí a ellos".
Olga María, como buena conocedora del arte, respeta y admira a las grandes cupletistas que elevaron el género a altas cotas de popularidad y lo hicieron cercano al público de a pie: Raquel Meller, La Goya, La Fornarina...
Nuestra protagonista es, en el más amplio sentido del término, una cupletista completa ya que no sólo canta e interpreta sino siente y transmite al público todo aquello que es capaz de hacer sobre el escenario haciéndole partícipe de su propio espectáculo.

Pero como recordar es volver a vivir, volvamos al pasado para conocer, en las palabras de nuestra protagonista, cómo comenzó todo:
“Yo soy hija única, y la profesión de mis padres me obligaba a quedar al cuidado de las criadas. [...] No siempre me quedaba en casa; frecuentemente, sobre todo en vacaciones, acudía al café y me sentaba ante el escenario. ¡No me cansaba de escucharles!” (Se refiere a sus padres).
“Así que, unas veces mientras hacía los deberes en el camerino del Café Universal de Madrid y otras en aquella terraza del Universal de Vigo, me iba empapando de música, llegando a memorizar todas las zarzuelas habidas y por haber. De todas me conozco al dedillo la música, las contestaciones, los arreglos de mi padre; eso sí, no podría cantar sus textos, ya que únicamente las escuchaba interpretadas de forma instrumental.
Quizás por eso, en cierta ocasión y teniendo 15 años, suplí al batería que repentinamente se indispuso. Recuerdo que incluso interpreté de memoria la difícil partitura de “El sitio de Zaragoza”.

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