¡VIVA LA REVISTA!

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viernes, 8 de enero de 2010

1910-2010: Cien años de... La corte de Faraón (XVII)


En el último cuadro, “¡Sigue la curda!” nos trasladamos a la cuadra del tío Peleón, donde, entre toneles de vino, duerme su borrachera con una bota de vino entre las manos. A sus pies, el tabernero, con una curda doble, también descansa. En esto, Pepiyo, descolgándose por el ventanal, los despierta. El tío Peleón, aprovechando la presencia del mozo de espadas, le pide que interprete unas ideas que hace tiempo rondan por su cabeza, y como sabe de la fama de Pepiyo, quien siempre dice la verdad... aprovecha para comentárselas. Una vez el gitanillo ha dado su parecer, le pide a cambio al alcalde que dejen de molestarle las señoras. Así pues, llegan en ese instante Butifarra, colérico por lo que le ha contado Carlota, Pití y Miní y la Alcaldesa, furiosa también, por el desplante que Pepiyo le ha hecho. Como todos intentan arremeter contra el muchacho, el alcalde Peleón descubre la verdad: el único culpable de todo lo sucedido es el propio Butifarra que no supo cumplir como hombre en el lecho conyugal; de esta forma y, aclarado el entuerto, Pepiyo es nombrado Subsecretario Mayor del Ayuntamiento; claro que, tanto la Alcaldesa como Carlota comienzan a idear la forma de poder ver al muchacho ahora que va a quedarse definitivamente en el pueblo.
Como el lector habrá podido comprobar, semejante argumento causó las delicias del público asistente a su puesta en escena, cuando aún continuaba vigente el éxito de su predecesora.

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