* Cuplé: El término, de claro origen galo, se emplea para designar a la estrofa que, en la canción, se alterna con el estribillo; aunque, por extensión, se suele aplicar a la canción entera. Su vida corrió paralela a la zarzuela, tanto grande como chica, amén del género frívolo y sicalíptico dentro del que se configuraba como una canción entera e independiente con múltiples variantes: sicalíptica, picaresca, andaluza, madrileña, política, de actualidad, cómica, popular, etc.
Su masiva presencia se debe, fundamentalmente, a la llegada del género chico. El cuplé o las coplas, como número estrella dentro de la revista musical, era la estructura que se usaba para repetir ideas, costumbres o personas del momento, dado que con sus múltiples estrofas, que repiten la misma música, permitían la narración y la memorización por parte del espectador. Dentro de nuestra revista musical, destacan, sin ir más lejos las “Coplillas de Fray Canuto”, de Las corsarias (1919), “El gordo de Navidad”, de El sobre verde (1927), “Cuplés del Himeneo”, de El país de los tontos (1930), “Jacobo, cómprame un globo”, de Me acuesto a las ocho (1930), “No lo quiero” de Una rubia peligrosa (1942), etc.
Su masiva presencia se debe, fundamentalmente, a la llegada del género chico. El cuplé o las coplas, como número estrella dentro de la revista musical, era la estructura que se usaba para repetir ideas, costumbres o personas del momento, dado que con sus múltiples estrofas, que repiten la misma música, permitían la narración y la memorización por parte del espectador. Dentro de nuestra revista musical, destacan, sin ir más lejos las “Coplillas de Fray Canuto”, de Las corsarias (1919), “El gordo de Navidad”, de El sobre verde (1927), “Cuplés del Himeneo”, de El país de los tontos (1930), “Jacobo, cómprame un globo”, de Me acuesto a las ocho (1930), “No lo quiero” de Una rubia peligrosa (1942), etc.
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