Uno de los compositores líricos más célebres y fecundos de su tiempo al que le debemos páginas de indudable calidad artística dentro del género zarzuelístico y frívolo. Hombre cordial, saludable, simpático y sonriente, hubo un tiempo en el que se le reprochó la constante facilidad con la que componía sus pegadizas melodías careciendo por ello de calidad artística; pero nada más lejos de la realidad. La música de Guerrero sí, es pegadiza, pero también popular y sencilla, vital y con un arraigo entre el público que, muy difícilmente, pocos han conseguido igualar; tan sólo Francisco Alonso llegó a hacerle una “sana” competencia al rivalizar en popularidad con él. De su prodigiosa batuta salieron éxitos como Cándido Tenorio (1923), El collar de Afrodita (1925), Las mujeres de Lacuesta (1926), Las alondras (1927), El sobre verde (1927), Las inyecciones (1927), ¡Abajo las coquetas! (1928), La orgía dorada (1928), Los faroles (1928), La Melitona (1929), Los verderones (1929), El país de los tontos (1930), París-Madrid (1930), Pelé y Melé (1931), Los caracoles (1931), La sal por arrobas (1931), La loca juventud (1931), Miss Guindalera (1931), Las niñas de Peligros (1932), Las tentaciones (1932), Sole la peletera (1932), ¡Gol! (1933), La camisa de la Pompadour (1933), Las insaciables (1934), ¡Hip! ¡Hip! ¡Hurra! (1935), Los brillantes (1939), La calle 43 (1940), Déjate querer (1941), Rápido Internacional (1942), La media de cristal (1943), ¡Cinco minutos nada menos! (1944), La blanca doble (1947), Los bullangueros (1947), ¡Yo soy casado, señorita! (1948), El oso y el madroño (1949), Los países bajos (1949), Tres gotas nada más (1950), Su majestad la mujer (1950), ¡Aquí, la verdad desnuda! (1965), etc. Los números musicales que impregnan las revistas de Guerrero gozaron prontamente y, desde el momento de su estreno, del favor del público erigiéndose junto con el maestro Alonso en los dos artífices líricos más importantes en la historia del género.
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