¡VIVA LA REVISTA!

¡VIVA LA REVISTA!

domingo, 30 de septiembre de 2007

¡Gracias por venir!


Quisiera desde el presente blog agradecer a cuantos, tanto en público como en privado, me han mostrado su alegría acerca de este pequeño espacio para repasar la historia de nuestra revista musical. Gracias a todos aquellos que, a través de email o en persona, me han manifestado y transmitido su agradecimiento y me han dado fuerzas para continuar adelante con este ambicioso proyecto que es "HISTORIAS DE LA REVISTA MUSICAL ESPAÑOLA" donde van a tener cabida todas las manifestaciones de nuestro teatro frívolo: obras, autores, actrices, actores, cómicos, galanes, vicetiples, vedettes, figurinistas, escenógrafos, compositores, coreógrafos, teatros... y, por supuesto, cualquier noticia actual relacionada con el mismo. Gracias, gracias, gracias de verdad a Fernando de Vicente, un moderno Miguel Ángel que, con sus prodigiosas manos, ha conseguido "resucitar" a Celia Gámez y del que próximamente vamos a hacer un amplio reportaje; Félix Portales del Archivo Lírico de Salamanca por sus atentas palabras, Rubén Herranz, Mª Carmen Olivero, Ana Rosa Liztán, Julián Guerra, Fernando Martínez, José Antonio Pleguezuelos por su innegable sabiduría, Enrique Martín, Isabel Sánchez, Rubén Sarker, Carmen Olalla, Sabina, Atril de Sastre y sus cariñosas palabras de aliento... y tantos y tantos otros que se alegran de que, por fin, exista un pequeño homenaje a este género teatral tan admirado, despreciado, vilipendiado, censurado, prohibido y maravilloso que es, que fue y que seguirá siendo siempre la revista. Y, muy especialmente, quiero mostrar mi agradecimiento a Andrés Viedma Campiña por las constantes muestras de apoyo y aliento que diariamente me da en mi incansable lucha por la investigación teatral para darle el homenaje que se merecen a todos aquellos olvidados por la crítica dramática contemporánea; al maestro Jesús porque va a ser un director de orquesta excepcional y va a montar en un futuro no muy lejano en Madrid El águila de fuego tan espectacularmente como se merece esa maravilla del género gracias a la extraordinaria sensibilidad que le caracteriza; bueno, y a Caty Fernández por su eterna amistad, Rosalía Vinuesa por su perenne y constante apoyo, Bea Ramírez por su alegría o a esa futura gran y preciosa vedette de ardientes labios rojos que será Mila Bejarano... y tantos otros. De verdad, gracias a todos. Ya saben que para cualquier consulta o duda, intercambio de información y material, reserva de libros o, simplemente, para dar su opinión sobre el blog, escríbanme a montijanoruiz@yahoo.es o dejen su comentario en el apartado correpondiente. Porque, mientras haya gente que la recuerde... la revista no morirá nunca... ¡Viva la revista!

viernes, 28 de septiembre de 2007

Sesenta aniversario de "Veinticuatro horas mintiendo" (1947)


El próximo 30 de septiembre se cumplirán sesenta años del estreno de una de las más divertidas comedias musicales de toda la historia del género en nuestro país. Su título Veinticuatro horas mintiendo y, sus autores, Francisco Ramos de Castro y Joaquín Gasa en las tareas de libretistas y Francisco Alonso en las musicales, quienes compusieron una obra digna de pasar a engrosar los anales del teatro frívolo español gracias a unas deliciosas melodías que supieron calar hondo entre su auditorio.
Estrenada oficialmente el 30 de septiembre de 1947 en el madrileño Teatro Albéniz, esta divertida obra tuvo un primer estreno en ese mismo año aunque el 12 de junio en el Teatro Bretón de los Herreros de Logroño. Protagonizada por Maruja Boldoba en los papeles de Charito, Vendedora y Vedette; Alfonso Goda como Ricardo y Aldeano, Angelita Navalón en el papel de Doña Casta, Carlos Garriga como Don Casto, Luis Barbero como Don Fernando y Aurorita Martínez en Totó, la obra tenía un argumento tan divertido y enrevesado como el que a continuación pasamos a desglosar:
Don Casto Luján de Lujón de la Lujanera y Sánchez del Pulgar, casado en segundas nupcias con doña Casta Lacosta de la Cuesta y Gómez de la Palma, es una víctima del delirio de grandezas de la mencionada joven y bella señora, así como de las hijas de aquél y, por consiguiente, hijastras de ella, Charito y Totó. La cursi presunción de ellas llega a tan desorbitados extremos como el de pretender engañar a sus vecinos y a sus amistades fingiendo que salen a veranear por las mejores playas de Europa, cuando, en realidad, no se mueven de su casa, la cual cierran a piedra y lodo durante el mes que dura su fingida ausencia.
La llegada de don Fernando Póo y de su esposa Laura, también casada en segundas nupcias con este afamado caballero argentino –ella igualmente lo es- padre del novio de Totó, hija menor de los señores de Luján de Lujón, coloca en apurada situación a estos, puesto que, sorprendidos por los argentinos con vestimenta inadecuada para su presuntuosa y falsa posición, se hacen pasar por sus propios criados manteniendo la ficción de que los señores están ausentes. Los argentinos deciden esperar en la casa el regreso de los dueños de ésta y ello da lugar a numerosos y cómicos incidentes así como a pintorescas situaciones y escenas de gran comicidad, ya que, don Fernando Póo, hombre audaz y mujeriego, asedia tenazmente a Casta tratando de ganar la complicidad del propio don Casto a quien supone criado y compañero de su propia mujer.
Aún complica más el enredo la intervención de don Fileto Minglanilla, dueño de un gran almacén de comestibles próximo a la casa, padre de Ricardo, novio éste de Charito Luján y enemego, así como su esposa doña Ramona, del estúpido afán de presunción de sus futuros consuegros, quienes se oponen, por razones de diferencia social, según ellos mismos alegan, a las relaciones de su hija con el muchacho.
Por una serie de circunstancias, llega un momento en el que se encuentran todos estos personajes dentro de la casa sin posible solución para el conflicto creado por los Lujanes, ya que los argentinos no abandonarán la mansión hasta el regreso de los señores y los señores no pueden regresar porque no han salido nunca de casa.
Por otra parte y, en su deseo de cobrar lo que los Lujanes le adeudan aumentado por lo que ha tenido que fiarles para la manutención de los argentinos, Fileto y Ramona deciden presentarse como si fuesen aquéllos para que don Fernando Póo y su esposa emprendan el regreso a su país. Pero el mismo día que se presentan suplantando la personalidad de sus futuros consuegros, el capitán carabinieri Carlo Lombardini, vecino de los Luján a quienes prometió vigilar la casa durante su ausencia, atraído por el ruido y las luces que percibe desde su casa, se presenta en la de aquéllos y contribuye a aumentar hasta la locura el ya de por sí complicado embrollo que finalmente se aclara por la intervención de Ricardo, novio de Charito y de Fernando Póo hijo, novio de Totó, quienes restablecen la verdadera situación de todos e imponen una feliz solución al barullo provocado por unos y otros.
Todo ello da lugar a diversas situaciones cómicas y a diferentes números musicales en los que, como siempre, culminan los aciertos de la personal y frondosa inspiración del gran compositor que fue el maestro Alonso. Destacan, así, pues, de entre toda su bella partitura, el foxtrot de “Las cocteleras”, el chotis “Arrímate-mate-mate”, la célebre marchiña “Tú dices siempre que sí”, el fado “Saudades de meu cariño”, la divertida ranchera “Anoche te vi en el rancho” o el pasodoble “Claveles granadinos”, homenaje del compositor a la tierra andaluza que lo vio nacer.
Para quienes deseen acercarse a esta divertida comedia pueden adquirirla gracias a la grabación que Blue Moon en su Serie Lírica o Sonifolk lanzaron ambas al mercado discográfico en 1998. El CD puede encontrarse disponible en tiendas especializadas o en
www.fnac.es y www.elcorteingles.es

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Más noticias sobre el libro "YOLA, historia del primer boom teatral de la posguerra"


Más noticias sobre el libro del profesor Juan José Montijano Ruiz acerca de una de las más importantes revistas de la historia del género frívolo español: Yola.
En 1941 y, tras el éxito obtenido con La Cenicienta del Palace (1940), Celia continúa su aventura dentro de la comedia musical con una “zarzuela cómica moderna” con libreto de José Luis Sáenz de Heredia y Cossío y Federico Vázquez Ochando y música de los maestros Juan (Joaquín) Quintero Muñoz y José Mª Irueste Germán. Yola fue uno de esos impactantes “booms” teatrales que posteriormente se repetirían con ¡Cinco minutos nada menos! en 1944, La blanca doble en 1947 y El águila de fuego en 1956.
El estudio del profesor Montijano analiza concienzudamente en una prosa grata y amena la puesta en escena de mencionada revista fijándose en elementos nunca vistos hasta ahora dentro de los escasos estudios existentes dentro del género: figurines y vestuario, decorados, intérpretes y personajes haciendo especial hincapié en cómo fue su estreno la noche del 14 de marzo y en cómo reflejó la crítica mencionado éxito. Además el estudio incluye algo totalmente inédito hasta ahora: once fotos en blanco y negro tomadas aquella noche y que se convierten en un pequeño tesoro para los amantes del género en particular y del teatro en general.
El libro se venderá exclusivamente en librerías especializadas. Si desea reservar un ejemplar: montijanoruiz@yahoo.es

La Nati, mujer del "Pichi"


En 1932 y, tras el descomunal éxito obtenido con “Pichi” y Las leandras, el maestro Alonso compuso, en colaboración con J. Soriano, en las tareas de letrista, otro chotis expresamente para Celia Gámez, su “musa” de aquellos años, que hacía alusión a una hipotética e imaginaria mujer de aquel “chulo que castigaba del Portillo a la Arganzuela” y que la vedette comenzó a cantar en los fines de fiesta del célebre “pasatiempo cómico-lírico”. Ella se llamaba la Nati y estaba tan locamente enamorada de su Pichi que rogaba se lo devolvieran aquellas “chicuelas” que andaban todas locas por él. Su título, “La mujer del Pichi”.
El número en cuestión fue editado en mencionado año por Unión Musical Española con una tirada inicial de quinientos ejemplares y, aunque no es muy conocido, recomendamos la audición recogida por la casa Blue Moon, Serie Lírica en 1995 donde también podrán deleitarse con Las leandras, Las castigadoras y El cabaret de la academia. Puede encontrarse en http://www.fnac.es/, http://www.elcorteingles.com/ o cualquier tienda especializada. He aquí su letra. Disfrútenla:

Yo señores, soy la Nati,
la señora de ese Pichi
tan nombrao,
que avalora Las leandras,
la revista que más éxito
ha lograo.
Desde la niña gilí,
a la señora jamón
no hay en Madrid un socia
que no esté mochales
por ese ladrón.
Y andan tan locas por él
que me lo tienen copao,
y hace lo menos tres meses
que el muy sinvergüenza
ni un beso me ha dao.
¡Sí, señora! ¡Sí, señora!
Que se ha vuelto para mí
muy descastao.
¡Y yo nunca! ¡Y yo nunca!
Ni siquiera cuando sueño
le he faltao.
Pa que no haga mal papel
y que luego me repudie
por infiel.
Y a esto no hay derecho
por que mientras tanto
los celos me matan
y me ciega el llanto.
¡Ése es mi marío!
¡Ése Pichi es mío!
Y si me lo quitan
qué me va a quedar.
Yo sin él no vivo.
Yo sin él me muero
porque es muy gitano
y muy zaragatero,
y le pido a todas,
que ya me lo den
porque sin mi Pichi
no me encuentro bien.
¡Pichi!
¡Ven que yo te quiero tanto!
Que sin ti yo no me puedo
consolar de tu desdén,
porque sin mi Pichi
no me encuentro bien.



martes, 25 de septiembre de 2007

Las leandras (1931)


La editorial Iberoautor Promociones Culturales S.L. sacó a la venta en 2005 el libreto completo de este célebre "pasatiempo cómico lírico en dos actos" obra de José Muñoz Román y Emilio González del Castillo con música del maestro Francisco Alonso. El aliciente que posee esta edición es el de incluir, junto a los diálogos, todas las partituras musicales de la obra, incluyendo los números más desconocidos para el gran público como "A dar lección", "Ahora es casarse" y el delicioso "Dime si me encuentras hermosa" , altamente recomendable para aquellos que lo desconozcan porque se encontrarán con una auténtica joya. Junto a ello, se incluye un prólogo bastante amplio acerca de la creación de esta revista y de sus autores.

El precio del libro es de 45 euros y puede encontrarse tanto en librerías especializadas de teatro y música y en http://www.iberlibro.com/ o http://www.casadelibro.com/

TEATRO FRÍVOLO, de Pedro Manuel Víllora Gallardo


La historia del teatro está llena de obras amenas, brillantes, divertidas o profundas que no han llegado a convertirse en clásicos de primera línea. Estudiadas en los manuales de literatura, rara vez editadas y apenas representadas, estas obras han quedado muchas veces ocultas para el público al no existir una edición moderna. La Biblioteca Temática RESAD se propone llenar este vacío con volúmenes que recojan textos con un criterio temático para ofrecer una visión amplia de ciertos movimientos, estilos o temas que son hoy patrimonio de los especialistas. Por primera vez se reúnen los tres textos mayores de ese gran género menor que es el teatro musical frívolo. El joven Telémaco (1866), de Eusebio Blasco con música de José Rogel, es el primero del género bufo y el que contiene las claves del mismo. La corte de Faraón (1910), de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios, con música de Vicente Lleó, se estrena cuando el género chico muere, y es una mezcla con la opereta así como un ennoblecimiento de lo ínfimo. En cuanto a Las Leandras (1931), de Emilio González del Castillo y José Muñoz Román, con música de Francisco Alonso, es la más exitosa de todas las revistas de espectáculo, y la que más calidad presenta en la combinación entre palabra y música.

El libro puede comprarse en cualquier librería especializada o bien en http://www.casadelibro.com/, o http://www.editorialfundamentos.com/ y tiene un precio de 15 euros. Muy recomendable para todos los amantes del género.


Adrián Ortega, un olvidado de la revista


El año próximo se cumplirá el centenario de uno de los comediógrafos más notables dentro del género que nos ocupa. Nos referimos a Adrián Ortega, el autor de nada más y nada menos que de uno de los más célebres pasodobles de todos los tiempos, “El beso”, perteneciente a la revista La estrella de Egipto, protagonizada por Celia Gámez en el madrileño Teatro Alcázar en 1947.
Oriundo de La Habana, ciudad donde nació, su nacimiento se debió, fundamentalmente a que tanto sus padres como abuelos se encontraban de gira por América, continente donde residieron cerca de veinte años. Procedente de una familia dedicada de lleno al noble pero difícil arte de Talía desde sus tatarabuelos, era, por supuesto, inevitable su dedicación a este maravilloso mundo.
Su debut teatral se produjo en el Teatro Payret de La Habana a la temprana edad de cuatro años. Tras el regreso de su familia a España al comienzo de la década dorada de los veinte, comenzó a trabajar en las compañías teatrales que poseyeron sus abuelos donde llegó a convertirse en un auténtico niño prodigio al encabezar toda una pléyade de comedias de muy diversos autores y estilos.
Se educó en Valencia y, acabada la Guerra Civil entró primero como meritorio y, más tarde como galán joven en compañías como la de José Alfayate y María Fernanda Ladrón de Guevara. Ya en Madrid, es contratado por la Compañía de Comedias de Pepe Isbert, una de las más conocidas y prestigiosas de la época donde trabajaría como galán y actor cómico, papeles de los que nunca más volvería a desprenderse y en los que era un verdadero especialista.
Pero no solamente el teatro ocuparía la mayor parte de la vida de este genio olvidado sino que el cine también comenzó a atraerle a partir de 1955 donde intervino en la película Rapto en la ciudad. Así pues, trabajó en más de sesenta filmes con los actores y directores más prolíficos y variados de su tiempo como José Luis Sáenz de Heredia, Fernando Palacios o Mariano Ozores. He aquí su filmografía tras su primera intervención para la gran pantalla: de 1955 es también Historias de la radio; en el 58 interviene en Las chicas de la Cruz Roja; 1960, Llama un tal Esteban; en 1962, Llovidos del cielo, El grano de mostaza, El balcón de la luna y Vuelve San Valentín; 1963, La verbena de la Paloma, Marisol rumbo a Río y Llegar a más; en el 64, Como dos gotas de agua y El espontáneo; 1965, Historias de la televisión y la versión moderna de Currito de la Cruz con Paco Rabal, Carmen Sevilla y Arturo Fernández; del 66 es La tía de Carlos en minifalda; en 1968, Pecados conyugales, basada en la comedia homónima de Juanjo Alonso Millán, otro gran olvidado de nuestra escena contemporánea; en 1969 interviene en el filme De picos pardos por la ciudad; en el 70, La banda de los tres crisantemos y No desearás al vecino del quinto, un auténtico bombazo fílmico de la época; 1971, Los gallos de la madrugada con una espléndida y bellísima “chica de Celia Gámez”, esto es, la gran Concha Velasco y el “héroe del franquismo”, Alfredo Mayo; en el 72, Guapo heredero busca esposa; Dormir y ligar todo es empezar en 1974; Sólo ante el streaking y Los pecados de una chica casi decente en 1975, esta última basada en el éxito teatral de Pedro Mario Herrero Balada de los tres inocentes junto a Lina Morgan, Antonio Ferrandis, Alfredo Landa y la gra e inolvidable vedette, que fue Queta Claver; del 76 son Alcalde por elección y Nosotros, los decentes; en el 77 intervine en los filmes Un día con Sergio, para el lucimiento de Lina Morgan, Tres días de noviembre y El apolítico con López Vázquez y Carmen Sevilla; 1979 acoge un “boom”, Los bingueros, que se convierte en una de las películas más taquilleras de la historia del cine español; en 1980 actúa en ...Y al tercer año resucitó, El erótico enmascarado, Yo hice a Roque III, Hijos de papá y El liguero mágico; en el 81, Queremos un hijo tuyo, Todos al suelo, El primer divorcio, Patrimonio nacional, Los liantes, ¿Dónde estará mi niño?, La masajista vocacional, Un millón por tu historia, ¡Qué gozada de divorcio! y Brujas mágicas; en 1982, ¡Que vienen los socialistas!, Padre no hay más que dos, Cristóbal Colón de oficio... descubridor y Le llamaban J.R.; de 1983 son Agítese antes de usarla, Juana la Loca... de vez en cuando, La loca historia de los tres mosqueteros y El arreglo; en 1984 interviene en un solo filme, Al este del Oeste. Su última intervención cinematográfica sería en 1986 con la excelente película Tata mía bajo la batuta de José Luis Borau.
Sin embargo siempre sería el teatro su verdadera y única vocación; tanto desde el ámbito de la actuación como en el de la autoría. En el primer caso interpretó desde a Alfonso Paso, Muñoz Seca, Miguel Mihura interviniendo en veinte comedias y más de sesenta revistas como Mujeres o Diosas (1955), Las fascinadoras (1965), El barbero de Melilla (1965), Las intocables (1966), Vengan maridos a mí (1967), ¡Quiero ser mamá! (1967), Las atrevidas (1968), El chulo (1968), Una noche movidita (1968), Trasplantes de marido (1969), Mi marido es un tormento (1970)... Trabajó para Colsada y actuó junto a las mejores vedettes y primeros actores de aquellos tiempos como Addy Ventura, Queta Claver, Licia Calderón, Vicky Lussón, Vicky Santel, Lilian de Celis... Andrés Pajares, Juanito Navarro, José Orjas, Luis Cuenca, Rafael Castejón...
Como director y autor, su carrera fue de los más variada, prolija y densa. Su primera comedia, Telia de Montrex, fue estrenada por la Compañía de Mª Fernanda Ladrón de Guevara. Ella le volvió a estrenar dos obras más. Junto a ella, otras célebres compañías de la época como la de Aurora Redondo, Pepe Alfayate, Juanito Navarro, Jesús Guzmán, Antonio Garisa, Mary Paz Pondal, Alfonso Lussón, Manolo Codeso, Quique Camoiras, del que fue gran amigo, entre otras que pusieron en escena comedias suyas como Don Armando Gresca, El tonto es un sabio, El hombre de rojo, Ponte el bigote, Manolo, etc. y así hasta totalizar más de 45 comedias estrenadas todas en Madrid.
En cuanto a la revista, ya hemos señalado antes su labor como actor pero, además, creó múltiples, muchas de ellas célebres como La estrella de Egipto donde junto al maestro Fernando Moraleda compuso el celebérrimo pasodoble “El beso” tan versionado por tantos artistas posteriores que nunca tuvo una mejor intérprete que Celia Gámez, actriz para la que fue expresamente creado y que ha sido utilizado en múltiples bandas sonoras como las de las películas El balcón de la luna (1962), A la pálida luz de la luna (1985) o La pasión turca (1994), entre otras. También escribió para Celia otra revista de la que no se conserva ninguna grabación sonora aunque las críticas de la época apuntaban que fue todo un alarde de lujo su puesta en escena en lo referido a decorados y figurines. Nos referimos a Las siete llaves junto al maestro Isi Fabra en 1949. Otras revistas suyas fueron Mujeres o Diosas (1955) cuyo éxito duró más de tres años, ¡Qué mujeres! Beldades y mentiras (1957), Las fascinadoras (1965), ¡Quiero un bebé! (1965)...
Adrián Ortega murió el 2 de abril de 1996 y, como casi siempre suele pasar en este país, su fallecimiento pasó prácticamente desapercibido para los medios de comunicación; sin embargo, siempre nos quedará en el recuerdo por haber sido el autor de una de las melodías más importantes del acervo cultural español y, mientras siga cantándose, Adrián Ortega permanecerá vivo y en nuestro recuerdo haciéndonos creer que “la española cuando besa es que besa de verdad...”

domingo, 23 de septiembre de 2007

Queta Claver en... La chacha, Rodríguez y su padre (1956)


Después del enorme éxito cosechado con Ana María, Queta Claver volvió a repetir el éxito con otro sainete musical del trsitemente olvidado por los que a sí mismo se llaman críticos y especialistas en materia dramática, José Muñoz Román y, nuevamente en la parte musical con la colaboración del maestro José Padilla. La obra se titulaba La chacha, Rodríguez y su padre y fue estrenada el 19 de octubre de 1956 en el Teatro Martín de Madrid. Queta, que por aquel entonces se había convertido en una exitosa vedette a la, tanto damas como caballeros, acudían a disfrutar de su presencia. Su público decía que nunca había sido una vedette descocada, “gustaba a los caballeros pero sin irritar a las damas”[1].
En esta ocasión, se contó con la colaboración de Bartolí y Asensi para efectuar los decorados; Cornejo, sobre figurines de Julio Torres fue el encargado de realizar el vestuario de la obra; la coreografía era de Ramos, los apuntadores en la noche de su estreno, José Camacho y Agustín Manso mientras que los maestros directores del espactáculo fueron Agustín Moreno Pavón y Vicente Machí. Queta estuvo acompañada por un reparto encabezado, además de por ella, por los grandes comicos que fueron Manuel Gómez Bur en el papel de Jacinto, Rafael López Somoza en el de su padre, don Iñigo, José Álvarez Lepe, Luis Heredia, Carmen Esbrí, Enriqueta Delás, Asunción Canivell, Mª del Carmen Guzmán y un largo etcétera. La obra, plagada de exitosas composiciones alcanzó nuevamente el favor del público. Había de todo: pasodobles, chotis, boleros, marchas, vals, slows, baiaos... y todo girando en torno al personaje encarnado por Queta, Florentina. El argumento de la revista no deja de ser todo lo enrevesado que este tipo de obras requieren: la acción nos sitúa en un caluroso agosto madrileño en donde los ciudadanos acuden a las piscinas de Ciudad Lineal a bañarse y, por la noche, a divertirse en las diversas verbenas que pueblan los múltiples barrios de la ciudad. Ello da pie al primer número musical de la obra, el célebre pasodoble “Farolillo verbenero”:
Farolillo
verbenero,
pon colores en la cara
de la chula que más quiero.
A tu sombra,
farolillo,
juntaremos nuestras bocas
al compás de un organillo.
Farolillo
verbenero,
no nos dejes sin tu luz...
¡Que tu luz es el recuerdo
del Madrid que fue testigo
de mi alegre juventud!...
Tras el número, comienza la acción propiamente dicha presentándonos a Jacinto, un rodríguez veraniego que, mientras su familia pasa el verano en Las Navas, él se divierte en Madrid conquistando a jovencitas de buen ver. Una de ellas es Teresa, a quien le ha hecho creer que es viudo; la situación se complica cuando aparece don Prudencio, padre de la chica y antiguo compañero de Jacinto, a quien no veía desde hacía veinte años. Ambos comienzan a contarse algunas de las anécdotas vividas en el transcurso de ese tiempo y Jacinto le cuenta su flirteo con Teresa sin saber que es hija de aquél; sin embargo, cuando se descubre la verdad, Jacinto la abandona y marcha con su familia al lugar de veraneo. Para darle una lección al galán, Florentina, hermana de Teresa se hace pasar por ésta ante la familia de Jacinto.
Paralelamente, don Íñigo, padre de Jacinto, tuvo, en su juventud amores con Clotilde Pancorbo de Torremolina, vizcondesa de Piconevado, pero sus amores eran imposibles. Cuando los jóvenes fueron separados juraron mutuamente que sus hijos sí que se casarían; sin embargo, los dos tuvieron un varón por lo que la promesa pasa a los descendientes de estos; así, pues, el nieto de Clotilde ha de casarse con la hija de Jacinto y su mujer, Consuelo, pero, desgraciadamente, el matrimonio aún no ha podido tener descendencia, algo que irrita sobremanera a don Íñigo; sin embargo, cuando Consuelo encuentra en una chaqueta de su marido una carta de aquél destinada a Teresa, Benjamín, leal amigo de aquél y, para intentar echarle una mano, revela que Teresa no es otra sino un desliz de juventud de Jacinto y, por lo tanto, hija suya, algo que alegra enormemente a don Íñigo. Para complicar aún más el argumento, aparece en escena Aurora, antigua “amiguita” del padre de Florentina, con quien mantuvo una aventura tiempo atrás. Ésta ha sido contratada por Bienvenido, pasante de Jacinto para que se haga pasar por Teresa y así ayudar a su jefe, aunque, en realidad, lo que hace no es sino enrevesar el entramado argumental de la obra cuando, en lugar de hacerse pasar por Teresa, la obligan a ser hermana de aquélla y, por lo tanto, hija de don Prudencio. Este conflicto sirve de excusa para uno de los temas más famosos de la obra, el baiao titulado “El sabio Salomón”:
Salomón
decía con tesón:
Las cosas se arreglan solas;
es cuestión
de hacerse el remolón,
y no sufrir sin ton ni son.
Si ser feliz quieres,
ríe que ríe,
y echa las penas
del corazón...
¡Hay que vivir, niño,
con alegría
y sin ninguna
preocupación!...
Salomón,
el sabio Salomón
tenía toda la razón.
Pero, en lugar de aclararse las cosas, éstas vuelven a complicarse nuevamente cuando el nieto de Clotilde resulta ser el verdadero novio de Teresa. Finalmente todo se arreglará para Jacinto, quien, habiendo aprendido la lección, no volverá a ser de nuevo un rodríguez en vacaciones.
La obra en la que Queta volvía una vez más a lucirse, estuvo recorriendo toda la geografía española durante muchos meses. No hubo un lugar en España en el que no se conocieran las aventuras de la chacha Florentina y todos los líos y enredos familiares en los que se vío metida, gozando siempre, en todas y cada una de sus actuaciones, de un formidable éxito, tanto de crítica como de público.
[1] Vid. ROMÁN, Manuel: Canciones de nuestra vida. De Antonio Machín a Julio Iglesias, Madrid, Alianza Editorial, 1994, pág. 74.
NOTA: Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial de texto e imágenes sin la autorización expresa del autor, de lo contrario podrá incurrirse en un grave delito de atentado contra la ley de propiedad intelectual tomándose las medidas y sanciones oportunas.

Y antes de Yola... La Cencienta del Palace (1940)


"Y el 20 de enero de 1940 estrenamos La Cenicienta del Palace, de la que mis enemigos esperaban la ocasión para caer sobre mí”[1].
La obra en sí constituyó un enorme revuelo para la época[2], ya no sólo por lo blanco de su libreto y una puesta en escena llena de buen gusto, sino por los figurines encargados expresamente para la ocasión a Víctor Mª Cortezo y, además, por su partitura, especialmente en lo referido a dos números, “La marchiña” y el blues “Vivir”, que, según los entendidos, es la más bella canción que Celia entonó jamás; de hecho se nota cierto halo de romanticismo en su melodía y letra que la artista ya no abandonará en su producción posterior. Aquí ese romanticismo es cálido, apasionado, vehemente, sincero y triste a la vez...
Desde entonces, no hubo una emisora de radio, patio de vecinas, salón de té o hall de hotel que no tararease esta canción, preludio de lo que se pretendía instaurar con el nuevo régimen, un período de larga y duradera paz haciendo olvidar las penurias tanto de la guerra como del anterior Gobierno.

El argumento de la obra nos sitúa en un paradisíaco Hotel del Mar, en algún lugar de la costa española:


Hotel del Mar,
clima ideal, pistas de tenis, campos de golf.
Hotel del Mar,
piscina, baño, duchas, olas y un mismo sol.
Hotel del Mar,
Costa del Sol, con mar, mujeres y mucho amor.
Hotel del Mar,
la dirección reservará su habitación.


Allí se hospedan una serie de personajes entre los que se encuentran la Baronesa de Palo y Palo y su hijo Robertito, venidos a menos y dispuestos a dar el sablazo a quien se tercie o Irene Bendén y Carlos Aley, quienes apuran sus últimos fondos mientras piensan en una solución que pueda remediar sus problemas económicos. La llegada al hotel de dos mellizas millonarias crea expectativas en ambas parejas pues creen que, gracias a ellas, sus apuros financieros se verán paliados. Así pues, el enredo está servido cuando aparecen Celia y Delia, las dos mellizas procedentes de Alabama; sin embargo, lo que los huéspedes del hotel desconocen es que ambas son una misma persona y su desdoblamiento se debe, simplemente, a un juego para comprobar cómo reacciona la gente que tienen a su alrededor y, para darle más jugo al asunto, una de ellas se hace pasar por rica y la otra por pobre:

CARLOS.- Dos hermanas iguales... y diferentes... Una cargada de millones y usted...
CELIA.- Las dos nacimos pobres; pero mi hermana tuvo la suerte de heredar la fortuna de su padrino, el rey del cobre. Por eso no somos las mellizas millonarias... La millonaria es ella... y la Cenicienta...yo...
Mi vida es así,
no hay nada que hacer,
soy la Cenicienta del Palace Hotel.
Su vida es así,
no hay nada que hacer.
es la Cenicienta del Palace Hotel.
Ésa es la realidad.
Resulta que nada tengo
y todos mis amores
acaban por querer
lo que no tengo,
lo que no tengo...
Flores al despertar,
paseos de enamorados;
pero siempre al final
de mi hermana
suelen pedir la mano.

La aparición de Celia, ataviada elegantemente, viene marcada por una marcha, número puesto muy en boga en la época:

Viajar, viajar,
es un placer de dioses.
Cambiar, cambiar,
ver nuevos horizontes.
Descubrir los secretos que en las noches románticas
los fiel enamorados,
a un lucero que ellos llaman su lucero
castamente,
castamente le han contado.
Jugar con los astros un mágico billar
y por los mares de la vida
sin rumbo navegar.
Quiero cantar mi alegría en el amanecer.
Un nuevo amor cada hora encontrar
y sentirme mujer.

La recepción por parte de los huéspedes del hotel a Celia no puede ser más deslumbrante: besos, promesas, abrazos, buenas intenciones... pero un nuevo cliente acaba de llegar: se trata de don Trino, un timador sin dinero que se hace pasar por tío de las mellizas para poder hospedarse en el hotel aunque, cuando aquéllas se enteran, deciden seguirle el juego por diversión. Así, pues, el enredo de la obra está marcado por los continuos sucesos que siguen al desdoblamiento de ambas hermanas y las argucias que planean el resto de huéspedes para poder remediar sus apuros económicos: desde llegar al chantaje que Irene le hace a Celia tras haberla fotografiado “in fraganti” con su prometido Carlos, quien a su vez se enamora de aquélla, o los constantes flirteos amorosos de Robertito con Delia, a quien cree la hermana millonaria. Finalmente y, en una espectacular fiesta nocturna celebrada en la terraza del hotel, todo se resolverá favorablemente para sus huéspedes, especialmente en lo referido a Celia y Carlos quienes, por fin, podrán declararse su amor libremente. La velada está, indudablemente marcada, por uno de los números musicales más célebres de su época, “La marchiña”, de estilo vivo y pegadizo a imitación de los ritmos tropicales que comenzaban a hacer furor en la época.
Resulta interesante destacar una escena suprimida del segundo acto en donde, a través de una mutación, se dejaban ver a dos espectadoras en su palco, Pájaralarga y Pájarapinta haciendo una serie de comentarios sobre la función en particular y el teatro que se cultivaba en aquella época en general[3]:

PINTA.- A mí me gustan que me hagan llorar, todo lo que detesto es que me hagan pensar.
LARGA.- ¡Ah! ¿Pero alguna vez te han hecho eso en el teatro?
PINTA.- ¡Mujer! Pensar, pensar... no. Ahora, que ya me entiendes.
LARGA.- Perfectamente. Al teatro viene una para que le dejen en paz.
PINTA.- Claro está. Y, como al cabo del día, le pasan a una tantas cosas, viene una al teatro de cuando en cuando para convencerse de que no pasa nada.

Celia pondrá a todos los que perturbaron su amor con Carlos en el sitio que les corresponde y podrán, por fin, consumar su amor casándose ambos a bordo de su yach:

CARLOS.- Fui un tonto esta tarde hablándote de vivir y olvidar.
CELIA.- También dijiste que se trataba del momento... el momento que pasa... Ese momento acabó.
CARLOS.- Tienes razón, pero caí en la trampa de esos cómplices a los que tú tanto temías: el mar, el sol ocultándose... y tú.
CELIA.- Fue... el momento que pasa.
CARLOS.- Sí, pero un momento que sentí deseos de prolongar eternamente y
perderme contigo en la inmensidad del mar. Los dos solos en cualquiera de esos barcos allí amarrados.
Mar, bañado en luz.
Mar azul,
y mi estrella eres tú.
Mar, espuma azul.
Alta mar,
y mi estrella, cerca está.
Tú, por el mar me llevarás.
Tú, con tu amor me guiarás.
Mar, espuma azul.
Alta mar,
y mi estrella eres tú.

Para acabar la función, Celia entona a ritmo de pasodoble, “Paloma marinera”, una de las canciones menos conocidas de esta célebre opereta ataviada de almirante junto a su nutrido grupo de boys y vicetiples vestidos de marineros con un fondo de barco velero como único decorado y una deliciosa melodía de Moraleda:


El barco se va a la mar.
A la mar se va el velero.
Atrás se queda la tierra
y detrás se queda el puerto.
Blanca de cal y palomas
queda la ciudad riendo,
ya todo se vuelve azul,
azul de mar y de viento.
Alegre barco velero,
blanca paloma marina,
surca los mares en calma,
que contigo va mi vida.
Vuelve a este puerto seguro
que mi corazón te espera
y no hay tempestad en mi alma,
paloma marinera.

La Cenicienta del Palace, fue un vano intento de remontar a unos espectadores que acababan de padecer tres años de duros enfrentamientos entre hermanos y comenzaban una dura y larga posguerra, de hecho, uno de los personajes que intervinen en esta obra, así lo deja entrever:

CARLOS.- El del momento que pasa. Es muy difícil y hay poca gente que lo juegue bien. Las reglas son olvidar que hay ayer y que hay mañana y vivir con toda intensidad el momento que pasa".


[1] ESCOBAR, Luis: En cuerpo y alma. Memorias, Madrid, Temas de Hoy, 2000, págs. 133-134. El autor prosigue: “Tuve confirmación con alguna de las críticas. Por ejemplo, Ramón Escotado decía en la de ARRIBA: “Parece que no hemos de lograr nunca la salvación de nuestro teatro. Nos dolemos de ello y hacemos constancia de esta condolencia de modo absolutamente consciente. Porque anoche en Eslava, un titulado Carlos Somonte, tras el que según se dice oculta la personalidad de un realizador teatral, a quien suponíamos en verdad llamado a empresas de mayor empaque, y un músico de apariencia infantil, Fernando Moraleda, del que anticipamos que se ha consagrado casi en el género de la opereta, han cosechado el más rotundo éxito de la temporada”. Y después de reseñar “la belleza de los conjuntos”, “la gracia de los decorados”, “lo buena que era la compañía”, “los aplausos más cerrados del año, “las palabras de agradecimiento de la gentilísima Celia Gámez” que “la obra gustó excepcionalmente” y que el músico, sobre todo, “cosecharía fama y dinero”, terminaba: “Pero nadie nos quitará una tristeza insobornable”. Vid. op.cit. págs. 134-135.

[2] La obra tuvo tanto éxito que éste trascendió hasta Lisboa donde varios empresarios mostraron su interés por traducirla. Además, Jack O´Hanna, amigo personal de Luis Escobar, quiso hacer lo mismo con vistas a Francia, eso sí, para una vedette francesa que por entonces lo acompañaba. Vid. op. cit. pág. 136.

[3] Vid. RUBIO JIMÉNEZ, Jesús: “Luis Escobar, autor teatral”, en VV.AA.: Luis Escobar y la vanguardia, Madrid, Comunidad de Madrid, 2001, págs. 171-175.


Tomado del libro YOLA, historia del primer "boom" teatral de la posguerra que, bajo la autoría del profesor Juan José Montijano Ruiz, verá la luz próximamente.


NOTA: Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial de texto e imágenes salvo con la debida autorización del autor; de lo contrario se incurrirá en un grave atentado contra los derechos de la propiedad intelectual.

Imagen: Paloma San Basilio en una escena de La Cenicienta del Palace realizada para TVE en 1985 dentro del programa "La comedia musical española" realizado por Fernando García de la Vega.

LA HISTORIA DE YOLA


"El palacio Ducal de Claritonia arde en fiestas, y la cosa no es para menos, pues se trata de encontrar consorte al Gran Duque Calixto, que recientemente acaba de enviudar por cuarta vez, y antes de que transcurra un mes habrá de contraer matrimonio, pues las leyes del país así lo ordenan.
Acuden a la recepción la Duquesa de Jaujaría, otoñal, de fabulosa riqueza, y la Duquesa de Melburgo. Esta última acaba de heredar su Ducado, y es una joven bellísima de la que queda prendado Calixto, ante la desesperación de la Duquesa de Jaujaría, que marcha del Palacio indignada.
La Corte celebra que el Duque haya encontrado al fin la horma de su zapato, pero en plena fiesta se cruza el Amor, encarnado en el Príncipe Julio, sobrino de Calixto, despreocupado y simpático, que despierta en la joven Yola de Melburgo un interés proporcionado a la repulsión que por el viejo siente.
El Secretario Mayor se da cuenta de ello y se urde en contra de la pareja toda una red de intrigas para evitar que le birlen al Gran Duque su compañera. De acuerdo con la Condesa Mariana, se hace público que el Príncipe Julio se ha fugado con Carlotita, hija de aquélla, y esta noticia termina por decidir a Yola a consumar el sacrificio de entregarse por esposa al viejo Calixto.
Entretanto, Pelonchi, Secretario sin cartera, enterado de la inmensa fortuna de la Duquesa de Jaujaría, mariposea tras ella y la entera de cuanto ocurre respecto a su mal.
Se fija el día de la boda de Yolanda con el Gran Duque Calixto, y en una montería ocurren incidentes que determinan la reconciliación de Yola con la Duquesa de Jaujaría, que le informa de toda la verdad.
Mas incidencias en el castillo donde Julio y Carlota están secuestrados, y al fin, cuando Yola se está vistiendo de novia para la ceremonia, todo se arregla con la llegada del Príncipe Julio, que da al traste con los planes de toda la panda de intrigantes.
Y en medio de la derrota de éstos surge la feliz pareja... y otra: Pelonchi y la Duquesa de Jaujaría, que terminan conjugando el verbo amar a toda voz".


Argumento tomado del programa de mano original que se entregó en el Teatro Eslava de Madrid. Más información en el libro YOLA, historia del primer "boom" teatral de la posguerra, de Juan José Montijano Ruiz de próxima aparición. Reserve aquí su ejemplar.
NOTA: Queda totalmente prohibido reproducir sin la autorización expresa del autor la fotografía que aparece en esta entrada. Forma parte de la colección privada del autor.
Imagen: Celia Gámez con los autores de la popular opereta. De izquierda a derecha, Federico Vázquez Ochando, Juan Quintero Muñoz, Celia Gámez, José Luis Sáenz de Heredia y José Mª Irueste Germán.

Más datos sobre el libro de la "zarzuela cómica moderna" YOLA




Han debido de transcurrir más de sesenta y cinco años para que tuviese que aparecer un libro de las características del que próximamente verá la luz.

Juan José Montijano Ruiz recoge, con todo lujo de detalles y una enorme exhaustividad cómo fue la puesta en escena y el consiguiente estreno de YOLA, una de las más célebres y recordadas operetas de toda la historia del género musical español.

Un amplio panorama del teatro que se cultivaba en la época amén de un ameno recorrido por la historia de la revista musical, son los antecedentes para el nacimiento y posterior éxito de esta "zarzuela cómica moderna". Un libro que, sin duda, gustará a aquellos que, en algún momento de su vida presenciaron esta opereta en sus múltiples y constantes reposiciones por los coliseos de toda la geografía nacional y sorprenderá a aquellos otros que no tuvieron la fortuna de disfrutar con la Duquesa de Melburgo y Rufa de Jaujaria.



TRES CAMINOS Y UN DESTINO

El viento, ¿qué me puede dar?
Es difícil suponer,
¡Alas! Para poder volar,
o lo que piensa la mujer.
El amor, ¿qué me puede quitar?
Es difícil suponer,
¿Lo que yo pida al azar?
O será la flor de un querer;
querer entre flores de azahar.
En mi boca no hay tus besos,
en tus besos no hay mi amor,
soporto todos los pesos
que me traiga este dolor.
Si de verdad me quieres, ¡Mírame!
Mirada de un mar sin su ola.
Si de verdad me quieres, ¡Bésame!
Sin mis besos siempre estarás sola.
Si de verdad me quieres, ¡Quiéreme!
Quiéreme siempre, Yola, Yola, Yola.

Andrés Viedma Campiña
(La Línea de la Concepción, septiembre, 2007)




Próximamente, más datos sobre YOLA, historia del primer "boom" teatral de la posguerra

YOLA, historia del primer "boom" teatral de la posguerra


Próximamente verá la luz este riguroso y ameno trabajo del profesor Juan José Montijano Ruiz especialista en teatro que pretende ser una pequeña aportación al género que nos ocupa.

El profesor Montijano, quien en la actualidad se encuentra preparando una tesis doctoral sobre la historia de la revista musical en España, desde sus orígenes hasta su desaparición, ha querido rendir su particular homenaje al teatro frívolo con el estudio de una de sus obras más señaladas; esto es, la "zarzuela cómica moderna" YOLA, estrenada en el madrileño Teatro Eslava la noche del 14 de marzo de 1941. El estudio, que analiza pormenorizadamente la puesta en escena de mencionada opereta amén de todos los artífices que la hicieron posible, incluye curiosidades y anécdotas a la par que revisa los antecedentes que propiciaron el tremendo éxito de esta célebre obra.

Próximamente más datos sobre el libro.

¡VIVA LA REVISTA!


Bienvenidos. Hoy nace, gracias a las nuevas posibilidades que nos ofrecen las tecnologías informáticas, un espacio que pretende eregirse como homenaje a uno de los géneros teatrales, menor, según unos, pseudo género, según otros, que tantas alegrías y sonrisas repartió a varias generaciones de españoles que tuvieron la suerte de poder disfrutarlo. Sí, señores lectores, porque hoy vuelve, tras una larga hibernación, nuestra revista, la genuina comedia musical española y, junto a ella, toda una pléyade de libretistas, compositores, vedettes, vicetiples, cómicos, galanes y demás artífices que encumbraron al GÉNERO a verdaderas cotas de popularidad inusitada.

¡Ay, señores! Cuántas vedettes desfilaron por las añoradas pasarelas de escenarios como el Romea, Eslava, Pavón, Maravillas, Alcázar, La Latina, Coliseum, Fuencarral, Martín... y cuántos actores y cómicos se forjaron en sus carcomidas tablas...

¿Recuerdan a Lepe, Cervera, Bárcenas, Heredia, Zori, Santos, Codeso, Ángel de Andrés, Luis Cuenca, Pedro Peña, Quique Camoiras, Rubens García, Alfonso del Real...?

¿Acaso han podido olvidarse de Celia Gámez, Queta Claver, Virginia de Matos, Irene y Raquel Daina, Mari Luz Real, Monique Thibout, Maruja Tomás, Helga Liné, Licia Calderón, Esperanza Roy o Lina Morgan?

¿No figuran acaso en su acervo popular el "Pichi", "Los nardos", "El beso", la "Estudiantina portuguesa", "Luna de España" o "Tomar la vida en serio"?

Pues si es de los que tuvo la oportunidad de asistir a algún estreno revisteril, conocer a alguna de sus rutilantes estrellas, haber contemplado a preciosas vicetiples y no menos atractivos boys, haber tarareado multitud de pegadizas e inolvidables melodías e incluso de haberse delitado con El águila de fuego, Las leandras, La hechicera en palacio, La blanca doble, Yola, La Cenicienta del Palace o La chacha, Rodríguez y su padre, éste es su sitio, éste es su blog.

Juntos haremos un repaso por aquellas grandes revistas que marcaron una época, por aquellas otras que también pasaron prácticamente desapercibidas, rescataremos del más profundo de los olvidos a sus estrellas y les brindaremos el homenaje, el merecido homenaje, a tantos actores, libretistas, compositores y actrices que fraguaron, gracias a su arduo esfuerzo un género que, aquellos que se dan a sí mismo el calificativo de críticos y especialistas en materia dramática, han venido a olvidar en sus manuales sobre historia teatral contemporánea.

Mal que les pese a muchos, no se puede establecer una verdadera historia del teatro español en su siglo XX sin tratar a la revista. Unos la criticaron y prohibieron. Otros la censuraron e hicieron lo posible porque se olvidara; pero gracias a la picaresca que nos caracteriza a los españoles, el género pudo continuar hasta la década de los noventa donde puede considerarse que comienza su hibernación.

Esperemos que algún avezado empresario o institución pública o privada pueda volver a poner en las tablas de algún coliseo madrileño una Luna de miel en El Cairo, aquella encantadora Doña Mariquita de mi corazón, Las leandras, Las de Villadiego, El águila de fuego o Yola. ¿Se imaginan lo que sería montar una de aquellas revistas con los adelantos técnicos de hoy?

Sirvan pues estas páginas como homenaje, como serio y riguroso homenaje al teatro frívolo español por excelencia; a la revista musical española.

Y ahora, arrellánense en sus butacas porque las luces de la batería acaban de iluminarse y un nutrido conjunto de 24 vicetiples 24 y 12 atractivos boys van a evolucionar por la pasarela para cortejar a la vedette de turno...

¡Viva la revista!